"Lady Jaguar ataca de nuevo", así ha anunciado el prestigioso ranking The World’s 50 Best Restaurants el reconocimiento a la brasileña Janaína Torres Rueda como la Mejor Chef Femenina de Latinoamérica. Su restaurante A Casa do Porco, en São Paulo, ocupa el número 12 de la clasificación mundial, pero su éxito fue noticia tan solo un año después de abrir cuando debutó en la lista Latin America's 50 Best Restaurants 2016.
Un reconocimiento, a pesar de que no tardaría en llegar, para el que ha sido paciente, pero es que esta chef con el brazo izquierdo tatuado con manchas de jaguar espera el momento preciso para atacar: "Soy precisa. No me gusta equivocarme"
La definen como una mujer intrépida, poderosa y con un apetito voraz. Es una de las grandes potencias de la cocina brasileña, motor de cambio del panorama gastronómico latinoamericano. Además de los varios negocios y empresas sociales con las que está involucrada, su papel alrededor de la alta cocina democrática, la superación del divorcio y el redescubrimiento de su identidad, han sido aplaudidos.
Su pisada firme, feroz y con determinación han fortalecido los cimientos del humilde bar-restaurante de autor, O Bar da Dona Onça (Bar de la Dama Jaguar) y hasta el popular restaurante informal de alta cocina, A Casa do Porco (La Casa del Cerdo), del que es propietaria con su exmarido Jefferson Rueda. Ambos lugares han ganado innumerables premios y han tenido colas alrededor de la manzana desde su apertura en 2008 y 2015, respectivamente. Además, es jurado en el popular programa de televisión Top Chef Brasil, y tiene otros negocios de hostelería y proyectos comunitarios.
Uno de los 50 Best, accesible a todos los públicos
A pesar de que sus premios y reconocimientos hayan podido ser suficiente motivo para poner por las nubes el precio de su cocina, esa alta cocina democrática de la que habla pasa por ser asequible y no buscar el beneficio propio. Así, en A Casa do Porco, la degustación a base de cerdo, que incluye el característico cerdo asado al espetón Porco San Zé con todos los adornos, la mantiene sólo a 290 reales (60 dólares). A su vez, la decoración es todo lo contrario de pretenciosa, con extravagantes diseños de cerdos por todo el estridente comedor.
A Casa do Porco es accesible para un taxista o un peluquero", dice, y añade que muchos lo consideran un lugar para ocasiones especiales. "Todos los taxistas que traen gente al restaurante han comido aquí, y eso es muy gratificante". Su misión, dice, es hacer que la buena mesa sea para todos, no sólo para unos pocos.
Construir un imperio
Este deseo de inclusión viene de la educación de Torres Rueda en una familia pobre del centro de São Paulo. A los 11 años vendía la ropa de su madre de puerta en puerta y a los 14 dejó la escuela. Con espíritu emprendedor y pasión por la gente, trabajó en clubes nocturnos y más tarde como sumiller y embajadora de una marca de bebidas, donde conoció a Jefferson, que cocinaba en el lujoso restaurante italiano Pomodori.
Poco después de que naciera el primer hijo de la pareja, Torres Rueda abrió Dona Onça, un local supercasual, siempre lleno, en el emblemático edificio Copan, en el centro de São Paulo, donde se sirven cócteles y comidas caseras, como stroganoff de ternera y estofado de pollo hecho en olla a presión. Su apertura en 2008 fue el comienzo de un movimiento para rejuvenecer el deprimido centro de la mayor ciudad de Brasil, atrayendo a comensales de barrios más ricos. Ese éxito le llevó a abrir, también de la mano de su exmarido, A Casa Do Porco en 2015.