Los invernaderos solares del sur de Europa que están ubicados en Almería y Granada llevan casi 50 años cultivando productos hortofrutícolas con los que se abastecen más de la mitad de los consumidores europeos, pero aún así y pese a tratarse del modelo de producción agrícola más sostenible y productivo, su actividad ha sido puesta en entredicho, prácticamente desde sus comienzos, debido a una serie de bulos y percepciones erróneas, en muchas ocasiones provocada por la presión de los mercados competidores y en otras, la mayoría, debido a la falta de información por parte del consumidor final.
La realidad es que la aportación de este modelo a la producción agrícola es necesaria, pues se trata del método de cultivo más sostenible y productivo de cuantos existen en la actualidad así como el más preparado para hacer frente a los retos demográficos y medioambientales del futuro.
Ventajas del cultivo en invernaderos solares
Desde el programa de promoción CuteSolar: cultivando el sabor de Europa en invernaderos solares se rompe una lanza a favor del sector explicando y difundiendo las ventajas de este modelo productivo.
Frutas y hortalizas frescas durante todo el año
La protección que ofrecen las cubiertas plásticas de los invernaderos, que preservan a los cultivos de las condiciones climatológicas adversas, posibilita que los consumidores tengan a su disposición frutas y hortalizas frescas durante todo el año, sin importar la época en la que nos encontremos.
Como cantaba Danza Invisible “naranjas en agosto y uvas en abril”, los invernaderos permiten adelantar los periodos de producción de algunos cultivos para que podamos disfrutarlos en épocas en las que tradicionalmente no era posible. Gracias a las óptimas condiciones de clima que se generan en el interior de los invernaderos los cultivos pueden desarrollarse de forma natural durante los meses mas rigurosos de otoño e invierno–únicamente con los rayos del sol, las cubiertas de plástico y la ventilación natural-, ampliándose su disponibilidad en el mercado a todo el año.
Productos saludables con mucho sabor
La mejora de las variedades vegetales es un proceso natural que nuestros antepasados han realizado durante miles de años guardando las semillas de las mejores plantas y cosechándolas al año siguiente. Históricamente, la mejora iba orientada a aumentar la productividad, obtener resistencias a plagas y enfermedades o mejorar características agronómicas, como el tamaño de la planta o los frutos. Hoy por hoy, las mejoras se enfocan también a potenciar sus propiedades organolépticas, nutricionales y saludables y de facilidad de consumo que acrecientan su valor. El resultado es una amplia gama de productos con más sabor, más calidad y más fáciles de consumir.
Calidad certificada
Los cultivos procedentes de los invernaderos solares cumplen con los más exigentes sistemas de certificación y normas de buenas prácticas, lo que garantiza la trazabilidad y calidad de los alimentos en todas las etapas de la producción, la sostenibilidad de la actividad y el cumplimento de buenas prácticas laborales en toda la cadena de valor. Con todo ello se pretende asegurar al máximo y garantizar que los productos lleguen al consumidor en óptimas condiciones y con la mejor calidad.
Gran alternativa para dar de comer al mundo
El planeta entero se encuentra ante el importante reto de dar de comer a una población que va en aumento cada día, mientras menguan los recursos para producir el alimento (la tierra y el agua). Se estima que para el 2050 la población mundial supere los 9 mil millones de personas por lo que la producción agrícola deberá aumentar un 70 % para satisfacer esta demanda. Como la mayoría de las tierras adaptadas para la agricultura ya se cultivan, el crecimiento pasa por obtener mayores rendimientos en los cultivos, algo que ocurre en los invernaderos, cuya producción se maximiza año tras año gracias a la mejora de semillas y el uso de la tecnología más avanzada.
Reducción de plaguicidas químicos
Los invernaderos solares del sur de Europa son líderes en el mundo en el uso del control biológico para mantener en niveles inocuos las plagas que amenazan a los cultivos. Esta técnica, es mucho más respetuosa con el medioambiente, ya que se minimiza el uso de plaguicidas químicos y en su lugar se fomenta la biodiversidad utilizando plantas “barrera” y huéspedes e insectos beneficiosos que actúan eficazmente en el control de las plagas. En la actualidad, el 80 % de la superficie cultivable de los invernaderos utiliza el control biológico, lo que convierte a esta zona en la mayor área de cultivos del mundo que emplea esta técnica respetuosa con el medioambiente y con la salud de los trabajadores y consumidores.
Utilización racional del agua
El agua es un bien escaso y lo va a ser más debido al cambio climático, con periodos más prolongados de sequía o de lluvia torrenciales. Los cultivos de invernadero hacen un uso sostenible de los recursos hídricos mediante una agricultura de precisión gracias a las técnicas de enarenado, el riego por goteo, la fertirrigación, o la recolección del agua de lluvia. Todas estas técnicas permiten la optimización de los recursos hídricos y el aprovechamiento de cada gota de agua. Sirva de ejemplo que la huella hídrica (m3 per cápita) de los productos hortícolas cultivados en los invernaderos solares es 19 veces menor que la del conjunto de la agricultura nacional española.
La luz del sol como única fuente de energía
Ni sistemas de calefacción artificial, ni de iluminación adicional. La mayoría de los invernaderos solares se encuentran en zonas de Europa con muy alta insolación. Luz y agua son los dos elementos necesarios para el crecimiento de las plantas y, en esta zona, la luz se recibe a raudales. Por ejemplo, en la costa de Almería-Granada se reciben unas 3.300 horas de sol al año, lo que contrasta, por ejemplo, con las 2.280 horas de Bruselas o las 2.500 de Berlín. Esto hace posible que el 96 % de la energía utilizada en los invernaderos solares de Almería y Granada proceda únicamente del sol, sin necesidad de usar ni otras fuentes de energía ni combustibles fósiles.
Reducción del calentamiento global
La concentración de invernaderos solares en el sur de España dedicados al cultivo de productos hortofrutícolas ha hecho que se produzca un efecto de enfriamiento en el clima de su entorno de casi un grado durante las tres últimas décadas debido a la reflexión de parte de la radiación solar en las cubiertas de plástico blanqueadas, lo que se conoce como efecto albedo; cuando la tendencia es completamente opuesta en cualquier otra parte del mundo.
Otro dato positivo de la contribución de los invernaderos solares al medio ambiente es que cada hectárea de invernadero es capaz de fijar entre 8-10 toneladas anuales de CO2, o lo que es lo mismo, cada hectárea absorbe la emisión diaria de 8 coches.
Desperdicio cero
La agricultura de invernadero precisa las cubiertas de plástico no solo para proteger a las plantas de las inclemencias meteorológicas o de las plagas, sino también, para aprovechar los recursos de la luz, la temperatura y la humedad. El empleo de estos plásticos resulta esencial para esta actividad agraria y, a pesar de la mala imagen debido a la generación de estos residuos, el sector agrícola solo genera el 7 % del total de residuos plásticos y contribuye más que otros al reciclaje, ya que representa el 9 % del total reutilizado, sin contar los envases. De hecho, el 95 % de los plásticos son retirados y el 80 % son reciclados o reutilizados para, por ejemplo, fabricar contenedores de basura, bancos, papeleras, columpios y otra serie de elementos del mobiliario urbano, capazos para la recolección hortofrutícola o maceteros, entre otros. Asimismo, los plásticos de difícil reciclado se están utilizando para la generación de combustible líquido.
Otra de las apuestas del sector por la economía circular es la utilización de los restos vegetales para el desarrollo de nuevos alimentos o complementos alimenticios, cosméticos...
Motor de empleo
Después de la llegada de los invernaderos, la provincia de Almería pasó de ser un área despoblada y económicamente deprimida a un polo de atracción para la economía y para el aumento de la población. Gracias a este sector en constante crecimiento e innovación, en la actualidad pueden vivir de él más de 14.500 familias, se generan 45.000 empleos directos y más de 100.000 indirectos. Hoy en día, la agricultura bajo invernadero, la manipulación y comercialización de hortalizas, y la industria auxiliar de la agricultura, representan casi el 40 % del PIB de la región.