No llevamos ni una semana en casa debido a la cuarentena y aunque por fin parece que la mayoría ya ha asumido que es lo que hay que hacer, en general la gente tiene la sensación de que llevamos semanas sin salir. Aunque muchos adultos estén teletrabajando y no falten entretenimientos para los que están ociosos, cuando uno se queda en casa más tiempo del habitual y no está plenamente concentrado con algo, la tentación de darse un homenaje con alguna cosa rica de comer que tengamos en casa es muy difìcil de resistir.
Pensad que si ya en la oficina de vez en cuando acabamos en la máquina de vending, ni os quiero contar estando en casa y sabiendo que en la nevera o en la despensa hay cosas que están aún más ricas que las de la máquina y, además, ya están pagadas.
Si a eso le sumamos la ansiedad que puede llegar a producir la incertidumbre que supone para muchos la situación que estamos viviendo, los primeros días pueden ser muy duros y puede que tengas que echar mano de alguna medida drástica para evitar pasarte el día comiendo, pero tranquilo, que con un poco de fuerza de voluntad y algunos trucos en pocos días puedes tener la situación bajo control.
Si no puedes vencer la tentación, elimínala
Desde que empezamos a hablar en COCINILLAS sobre la importancia de organizarse de cara a una posible cuarentena por coronavirus os hemos insistido en la importancia de planificar bien lo que se compra. Esto es clave por dos razones, la primera, para ir al supermercado solo cuando sea estrictamente necesario y, la segunda, comprar solo lo que realmente necesites.
Así que, tú que te conoces mejor que nadie, especialmente si vives solo y no tienes quien te ayude a resistir la tentación, si sabes que no te vas a poder controlar, lo mejor es que los primeros días evites tener en casa comida poco saludable. Es la medida más drástica, pero si cuando abres la nevera, lo más apetitoso que te encuentras es una lechuga o la pechuga de pollo que está descongelándose para la cena, sabes que no vas a correr peligro.
El problema de esta medida es que es demasiado drástica, y que cuando realmente te mereces darte un caprichito, pues no tienes nada y eso también puede ser frustrante, así que os voy a proponer una serie de trucos que funcionan bastante bien para evitar caer en la tentación.
Evita viajes innecesarios a la cocina
Incluso aunque estés teletrabajando, seguro que hay algún momento en el que tienes excusa para quedarte parado por unos minutos, que si se retrasa un mail con una información que necesitas para seguir, que si estás procesando un vídeo y el ordenador se queda inutilizado para cualquier otra tarea, que es el momento en el que vas a hacer una pausa para el café o simplemente que te entre sed son excusas perfectas para levantarse, acercarse a la cocina y entonces nos vengan a la mente todas las cosas ricas que se esconden en algunos de sus rincones.
Ten a mano una botella de agua
Pues bien, solo con tener a mano una botella de agua y un vaso para servirte en la mesa en la que trabajas, va a ser una ayuda brutal para que los viajes a la cocina se reduzcan un montón. Estos viajes pueden acabar siendo nulos si tienes una cafetera eléctrica o un hervidor de agua para prepararte infusiones en la mesa de trabajo o en una mesita próxima pero que te obligue a levantarte de la silla y estirar las piernas. Y mejor aún si aprovechas ese momento de levantarte para hacer algunos ejercicios de estiramientos que te ayudarán a estar más relajado y a reducir la ansiedad.
Si la tentación es fuerte, lávate los dientes
Si aún así, tienes un día tonto, que todos los tenemos en el que de repente te entra un ataque de hambre, cuando sabes que has comido lo suficiente y que el hambre es pura ansiedad, en vez de correr a la cocina, ve al baño y lávate los dientes o enjuágate la boca con algún colutorio de sabor refrescante. No conozco a nadie que le apetezca comer después de lavarse los dientes y seguro que tú no eres una excepción.
Date pequeños premios saludables
Puedes motivarte permitiéndote algunos caprichos en la versión más saludable de éstos, por ejemplo, si al medio día tomas tres cafés, puedes concederte acompañar uno de ellos con una onza de chocolate negro.
Si eres más de salados, un pequeño puñado de frutos secos o algún snack de sabor fuerte, de estos que con muy poca cantidad ya estás más que saturado pueden ser buena elección. A mí me flipan los guisantes con wasabi, que pican un montón, por eso cuando te has comido tres o cuatro ya se te ha quitado el antojo, me pasa lo mismo con las piparras o guindillas en vinagre. Otros snacks con poquísimas calorías si quieres algo salado y crujiente son los pepinillos en vinagre -fíjate en los ingredientes del bote y elige unos que no tengan azúcar- o el edamame con un poco de sal Maldon.
Si estás ocioso y te da por cocinar
Estos días, lo de quedarse en casa es para todos, no solo para los que pueden teletrabajar. Puede que tú seas de los que se están quedando en casa sin tener que trabajar y es una ocasión estupenda para aprender a cocinar o para disfrutar cocinando cuando ya eres todo un cocinillas, pero siempre con sentido común. Si te pones a cocinar que sea siguiendo una planificación, cocinando cosas con las que te soluciones las comidas principales y que te eviten todo lo posible las salidas de casa.
Me explico, se trata de que no te pongas a hornear bizcochos y a preparar tartas y pasteles para devorarlos acto seguido como si se fuera a terminar el mundo, sino de aprovechar el tiempo para preparar, por ejemplo, panes caseros que te servirán para tener pan fresco a diario sin necesidad de salir a comprar, porque por si aún no os habéis enterado, cuanto menos salgáis a la calle, mejor. Otra opción es practicar el batch cooking.
Piensa en lo que realmente te puede funcionar mejor a ti
Repito, cada uno se conoce a sí mismo mejor de lo que lo hacen los demás y seguro que acabas descubriendo tus propios remedios para no saquear la nevera durante el aislamiento. Por ejemplo yo cuando estoy más ociosa de lo que me gustaría, hay una cosa que siempre ha hadado resultado y es algo tan tonto como pintarme las uñas, que no suelo llevarlas pintadas casi nunca, pero es algo que me obliga a concentrarme en una cosa muy concreta y para cuanto he terminado ya ni me acuerdo de lo que se me había antojado.
Lástima que no me de por ponerme a limpiar los azulejos de la cocina o los cristales, pero igual tú eres más hacendoso y consigues vencer la tentación a la vez que dejas la casa limpia. Eso sí, si no lo consigues, tampoco te hagas dramas, que no estás solo.