Compramos -y, por lo tanto, pagamos- la entrada para el concierto de nuestro grupo de música favorito que tocará dentro de varios meses y si, llegado el día del concierto, por lo que sea no podemos ir y no conseguimos revenderle a otro la entrada, nos quedamos con ella -pagada- como recuerdo.
Por comodidad, para ahorrarnos hacer cola en la taquilla del cine, compramos por internet -y pagamos-la entrada para ver la película que acaba de estrenar ese actor o actriz que tanto nos gusta y si de camino al cine nos metemos en un atasco que hace que lleguemos justo a tiempo de leer los títulos de crédito no se nos ocurre reclamar el precio de la entrada por no haber visto la película.
Estamos también acostumbrados a que nos pidan el número de nuestra tarjeta del banco cuando reservamos la habitación de un hotel para que nos cobre un porcentaje del precio total como garantía de la reserva o, de no ser así, sabemos que de no presentarnos en dicho hotel en el día de la reserva sin haberla cancelado previamente con la debida antelación, se nos cargará en la tarjeta un importe, normalmente el equivalente al precio de la primera noche en concepto de penalización.
Incluso a veces, por ahorrarnos unos euros, pagamos un billete de avión sin opción de cambio ni cancelación asumiendo que, si en el último momento no podemos realizar el viaje, perderemos la totalidad del importe abonado por el mismo.
Podría seguir con la lista de situaciones cotidianas en las que el pago de un servicio por adelantado en el mismo momento en que este se solicita es lo más habitual. Y es lo más habitual porque también es lo más lógico, cuando uno compra algo, sea un bien o un servicio, lo normal es pagarlo, independientemente de que después uno le de uso o no a ese bien o servicio.
Cobrar por las reservas en restaurantes
Pero amigos, basta que al dueño de un bar, taberna, restaurante, tasca o cualquier local en el que se sirvan comidas se le ocurra hablar de cobrar por las reservas en restaurantes una determinada cantidad de dinero en el momento en el que estas se realicen y que luego se le descuente de la factura al cliente cuando disfrute de la comida o que éste pierda dicha cantidad si no se presenta o de pedir el número de la tarjeta para cargar una cantidad en concepto de penalización si el cliente no se presenta el día de la reserva sin haberla cancelado con la suficiente antelación para que se destape la caja de los truenos y comience la polémica porque a muchos les parece algo terrible esta medida.
Es evidente que cuando un hostelero decide adoptar una medida que resulta tan poco popular es porque tiene un problema que necesita solucionar o al menos, intentar minimizar el daño que le supone. Afortunadamente, para muchas personas el hecho de hacer una llamada de teléfono para cancelar la reserva en un restaurante a la que finalmente no se va a poder acudir es una simple cuestión de urbanidad. De esta manera se da tiempo al restaurante para gestionar esa baja bien ofreciendo la mesa a otros comensales que se encuentren en lista de espera o, en caso de no poder ocuparla, evitando comprar o desperdiciar una materia prima que no tendría salida. Parece simple, ¿verdad?
Pues no, los no-show o no presentados, que así es como se llama a las mesas vacías que quedan en los restaurantes porque estaban reservadas pero los comensales que debían ocuparlas no se han presentado y no han avisado o, si lo han hecho, ha sido casi en el momento en el que deberían estar sentándose a la mesa son un problema habitual de prácticamente todos los restaurantes.
Y un problema muy serio, especialmente para restaurantes pequeños en los que las mesas reservadas que finalmente no se ocupan, aparte de suponer un golpe económico para el hostelero también afectan a todos aquellos que habrían querido comer ese día en el restaurante y se han quedado sin poder hacerlo porque estaba todo reservado. Y no vamos a entrar en el caso de banquetes de bodas y similares, en los que el abono de una señal en el momento de contratar el ágape resulta poco menos que imprescindible.
Cobrar a los que no se presentan ¿una solución a los no-show?
En el caso de restaurantes pequeños el problema no tiene fácil solución.
Por un lado, el abono parcial de la cuenta en el momento de la reserva es una medida que suele ser bastante criticada por el público a pesar de que la mayoría de las veces se trate de una pequeña cantidad simbólica que ni siquiera llegue a compensar las pérdidas económicas que supone la mesa vacía.
Esta semana, los chicos de Kitchen 154 en el Mercado de Vallehermoso, uno de nuestros restaurantes favoritos, han anunciado que después de haber realizado una encuesta entre sus seguidores de Instagram en la que preguntaban por una solución a los no-show y daban como opciones la de eliminar las reservas para que el primero que llegue ocupe la mesa y la de cobrar una cantidad si no se cancela a tiempo. Finalmente la elegida ha sido esta última de manera que a partir de ahora, en el momento de efectuar una reserva -cosa que solo puede hacerse por internet- tendremos que facilitar el número de nuestra tarjeta y, en caso de no avisar al menos con tres horas de antelación o directamente no presentarnos, se nos cobrarán 5 euros por comensal.
En Cocinillas hemos podido hablar con Cristian Perenyi, uno de los socios de Kitchen 154 que nos ha explicado que han decidido tomar esta medida debido a que la frecuencia de no-show es cada vez mayor. Según nos cuenta esperan no tener que cobrar a nadie por no presentarse, sino que funcione como una medida disuasoria para que la gente se lo tome más en serio a la hora de reservar o de recordar que deben cancelar con tiempo si finalmente no pueden acudir a la comida. Si no funciona como tal, es muy probable que se acabe perdiendo la posibilidad de reservar.
Sin reservas, otra alternativa
No aceptar reservas y que las mesas las ocupe el primero que llegue es otra medida con la que la gente protesta, sobre todo cuando se trata de un establecimiento de calidad que está siempre “hasta los topes” y en el que todo el mundo quiere ir a comer. Es la solución más cómoda para el restaurante con la que no tiene que invertir tiempo a la hora de gestionar ni las reservas ni posibles cancelaciones de las mismas, de hecho, los mismos dueños de Kitchen 154 siguen este modelo en su otro local, 154 Ruiz del que también os hemos hablado, y es una solución por la que optan cada vez más restaurantes.
Pero como nos cuenta Cristian es algo que también sabe mal, pues afecta, por poner un ejemplo, a clientes que les visitan desde lejos y que, si no pueden reservar, es muy posible que el día que podrían ir a visitarles no puedan comer porque no haya sitio.
Hay otra solución, pero es aún menos popular
Finalmente, para que os hagáis una idea de la gravedad del problema, la solución más drástica sería la subida generalizada de los precios, aumentando los márgenes de manera que se compensen las bajas de última hora. Como veis, los no-show no son solo un problema para el restaurante, también lo son para los demás clientes, ya que su manera de proceder puede acabar haciéndonos tener que pagar más a los demás.
En resumen, un problema que en la mayoría de los casos viene motivado por la falta de educación de algunos y para el que encontrar una solución sin que, como suele decirse, tengan que pagar justos por pecadores. Así pues, pensar que cobrar por las reservas en restaurantes en el momento de realizarlas o penalizar a los que no se presentan habiendo reservado es una medida que también nos protege a los clientes que sí nos tomamos las cosas en serio, pues nos permitirá poder seguir reservando mesa en nuestro restaurante favorito.