El pasado 6 de septiembre abría sus puertas Frantzén, el restaurante del chef Bjorn Frantzén en Estocolmo tras su traslado al barrio de Norrmalm. Esto sucedía año y medio después de que su propietario decidiese echar el cierre al local que ocupaba antes en Gamla Stan, centro histórico de la capital nórdica.
Apenas seis meses después de esa reapertura, el nuevo Frantzén se ha convertido en el primer y único restaurante sueco en ser distinguido con tres estrellas tras la presentación ayer de la edición para 2018 de la Guía Michelín de los Países Nórdicos que engloba a Suecia, Noruega, Finlandia, Dinamarca e Islandia.
Frantzén, el primer restaurante sueco que consigue 3 estrellas Michelin
Según Michael Ellis, director internacional de la Guía Michelin “Bjorn Frantzén ha creado una visión única de la cocina nórdica, que combina ingredientes sublimes con asombrosas técnicas culinarias. La expresión gastronómica de Bjorn Frantzén realmente vale la pena el viaje, y es una experiencia gustativa como ninguna otra.”
Si hubiera que definir en muy pocas palabras la comida de Frantzén, podría resumirse en cocina sueca con toques japoneses. Para que los paladares más sibaritas puedan degustarla se ha abierto este nuevo restaurante unas 5 veces más grande que el local original y cuya reforma ha costado la friolera de 75 millones de coronas suecas -siete millones y medio de euros-.
El menú de Frantzén
Ahí se ofrece un menú a precio cerrado por importe de 3000 SEK (300 euros) en el que existe la posibilidad de maridar los distintos platos con zumos (900 SEK) o con vinos (1650 SEK por maridaje). La fiesta empieza con Crudo, que así se llama el plato de la foto superior en el que la vieira y el nabo japonés en escabeche (rábano blanco pequeño) están finamente rebanados y doblados en forma de rosa que se sirve en hielo. Se levanta la rosa de vieira con loss palillos y se coloca sobre la crema hecha de huevas de vieira. La sal, la lima y el rábano picante son para ajustar los sabores al gusto de cada uno.
El espectáculo termina con un impresionante cubo de Rubik formado por 27 pequeños petit fours con forma de pequeños dados rellenos de licor que se sirve para terminar una comida que no deja indiferente, hasta el punto de que ha alcanzado las 3 estrellas Michelín a escasos seis meses desde su apertura -en la antigua ubicación llegó a lucir 2-
Unas estrellas que no son fáciles de conseguir, para lucirlas no basta solo con cocinar bien y dar un buen servicio, hay que tener una estrategia y un plan de negocio muy bien pensado y estructurado, respaldado por una gran inversión que permita crear una experiencia única para el comensal, algo que hoy en día está solo al alcance de muy pocos.