El aceite de oliva es uno de los productos que todo el mundo compra, de esos que nunca se caen de la lista de la compra. Pero la crisis y la subida de precios han hecho que cambien las costumbres de compra de aceite de oliva.

Desde 2016 los precios del aceite de oliva se han disparado y cada vez es más caro adquirir este oro líquido proveniente de la aceituna. Esto ha hecho que cambiemos nuestra forma de comprar aceite de oliva, eligiendo más los más baratos y los más caros, pero menos los que están en un punto intermedio.

Los tipos de aceite de oliva

El aceite de oliva se clasifica de diferentes maneras, pero una de las más populares es por su clase. Existen en este sentido tres tipos: aceite de oliva, aceite de oliva virgen y aceite de oliva virgen extra.

La diferencia está en su elaboración. El aceite de oliva virgen extra es el más cuidado de todo, desde el cultivo y la recolecta hasta el transporte de la aceituna, su procesado y envasado.

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Si el líquido resultante ha cumplido de forma satisfactoria el proceso y cumple una serie de requisitos organolépticos (cómo huele y sabe) se puede clasificar como virgen extra. Si por el contrario tiene algún pequeño defecto tenemos que bajar la categoría a aceite de oliva virgen.

Si el aceite tiene algún problema y no es apto para el consumo por su sabor u olor (pero sigue manteniendo las propiedades y se puede consumir) es necesario tratarlo con una serie de procesos físicos y químicos para quitarle ese olor y sabor desagradables. Una vez quitados olor y sabor se añade un poco de aceite de oliva virgen extra a la mezcla y el resultado final es lo que se conoce como aceite de oliva a secas. Es importante entender que si no lleva los apellidos virgen o virgen extra el aceite ha seguido este proceso y no es el líquido obtenido directamente de la aceituna.

Es por lo tanto la clase que menos sabor y olor tienen, e incorrectamente se ha asociado al mejor para freír por no aportar sabor, pero hacer fritos en un aceite de oliva virgen extra, sobre todo si es de la variedad Picual, es una gozada.

Aceite de oliva virgen, el menos vendido

Con la subida del precio del aceite de oliva y la crisis en España hemos polarizado la compra de este producto. Por un lado intentamos ahorrar más tendiendo a la clase más barata, el aceite de oliva (a secas, sin apellidos). Y por otra, si vamos a gastar dinero para tener un buen aceite de oliva vamos al más premium posible, buscando un aceite de oliva virgen extra de gran calidad y dejando de lado el virgen, una gama que cada vez queda más en el olvido.

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La tendencia a este tipo de compras es lógica, ¿para qué vamos a pagar la gran diferencia entre un aceite de oliva y un aceite de oliva virgen si solo lo queremos para el uso del día a día? Por lo general esto surge del desconocimiento de la procedencia del aceite de oliva que ya hemos explicado, y si buscamos un poco y encontramos un virgen que sea poco más caro que el aceite de oliva en Cocinillas recomendamos encarecidamente comprarlo, nuestro paladar nos lo agradecerá.

En el lado opuesto tenemos la compra de aquél aceite que vamos a usar solo en ocasiones especiales, en cuyo caso tendemos a comprar siempre un virgen extra. El problema de esto es que el aceite pierde características con el tiempo, y si vamos a tardar mucho en consumirlo lo que compramos como virgen extra puede acabar convirtiéndose en virgen. Así que si hacemos una inversión fuerte en un virgen extra es para tomarlo y disfrutarlo, no para guardarlo y usarlo solo en una cena especial cada dos meses.

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