El origen del cilantro o perejil chino es incierto, aunque se considera nativo del norte de África y el sur de Europa.
El cilantro es una hierba y especia poco utilizada en la cocina mediterránea, es por ello que su sabor no ha sido familiar a nuestros paladares desde siempre. Es ahora con la globalización gastronómica cuando se ha comenzado a utilizar en muchas recetas de nuestro día a día. Como curiosidad, contar que nunca se cocina porque el calor destruye totalmente su aroma y su sabor.
A pesar de su uso cada vez más extendido, posee un sabor “peculiar” de extremos, o te encanta o lo odias. Para los paladares afines tiene un sabor que mezcla lo cítrico con el perejil, para los que lo odian sabe literalmente a jabón.
Esta aversión parece tener su explicación, según Charles J. Wysocki, del Centro de Sentidos Químicos Monell en Filadelfia, algunas personas están genéticamente predispuestas a no gustarles el cilantro.
El sabor y aroma del cilantro se concentra en el aceite esencial que se desprende de sus hojas, en este caso dicho aceite está formado por unos 40 componentes diferentes, con un 82% de aldehídos. Los aldehídos son compuestos orgánicos usados principalmente en la fabricación de resinas, plásticos, solventes, pinturas, perfumes y esencias.
Aún no se pueden obtener conclusiones definitivas, pero parece ser que existe un gen específico que codifica un receptor sensible a los aldehídos haciendo que el individuo los rechace, y con ello todo aquello que los contenga.
Y tú, ¿eres amante del sabor del cilantro o te sabe a jabón? ¿Lo amas o lo odias? No te olvides de dejarnos un comentario con tu gusto o no por el cilantro.
Fuente: Directo al paladar