I. Sánchez
Publicada

El gobierno de Donald Trump continúa su cruzada contra los proyectos internacionales. Esta semana ha puesto fin a la financiación de ONUSIDA, el proyecto conjunto de las Naciones Unidas contra el VIH-SIDA. No solo ha dejado de financiar este, se han visto afectados unos 5.800 programas que luchan contra otras enfermedades como la malaria, la polio o la tuberculosis. Esto es un duro golpe para miles de organizaciones y, en general, para la lucha internacional contra estas enfermedades.

El pasado 26 de febrero, el equipo de Trump comunicaba la decisión a ONUSIDA y a otras instituciones como clínicas de tuberculosis, campos de refugiados y proyectos de vacunación contra la polio, entre otros. Lo hizo a través de un escueto correo electrónico que decía que la financiación se cancelaba "por conveniencia del gobierno de Estados Unidos". 

El encargado fue Peter Marocco, uno de los fieles del presidente estadounidense, que lidera la destrucción del programa de ayuda exterior de Estados Unidos a través de USAid. La decisión, dijo en el mensaje, se tomó "para alinearse con las prioridades de la agencia y el interés nacional".

El impacto en la lucha contra el VIH

La financiación de Estados Unidos suponía dos tercios de la ayuda internacional para prevenir el avance del VIH en los países de ingresos bajos y medios. Gran parte de ese dinero, provenía del Plan de Emergencia del Presidente para el Alivio del Sida (Pepfar), fundado por el expresidente George W. Bush en 2003 y que ha supuesto alrededor del 70% de la respuesta mundial al sida.

Ahora, estas organizaciones verán muy mermados sus recursos. De hecho, ya se han podido ver los estragos que ha causado esta paralización de las subvenciones en los programas de tratamiento del VIH a nivel mundial. Hay, incluso, un informe de la ONU que ya habla del impacto de estos recortes en 55 países.

La congelación de estas subvenciones supone, además, un círculo vicioso, ya que los territorios que más necesitan este apoyo financiero del país norteamericano son también los que más sufren los estragos del VIH y el Sida. Entre ellos están Mozambique, Costa de Marfil y Haití.

La Desmond Tutu HIV Foundation, una ONG para brindar tratamiento e investigar el VIH-SIDA, ha encargado un estudio para valorar el impacto de la decisión de administración Trump. Según estos datos, pueden morir hasta 500.000 personas en Sudáfrica en los próximos diez años por culpa de estos recortes. 

Además, se puede producir otro medio millón de infecciones nuevas en el mismo país. "Veremos vidas perdidas", dijo Linda-Gail Bekker, de la propia fundación, en declaraciones al periódico británico The Guardian.

Sudáfrica no es el único país afectado. La ONU también ha comunicado que Costa de Marfil se enfrenta a un gran colapso desde que se retiró esta financiación. Estados Unidos ha proporcionado una ayuda indispensable al 85% de las 265.000 personas que conviven actualmente con VIH en el país africano.

En Lesotho, Tanzania y Eswatini han cancelado proyectos de atención y tratamiento del VIH dirigidos por la Fundación Elizabeth Glaser para el SIDA pediátrico que proporcionaban medicamentos vitales a 350.000 personas, incluidos 10.000 niños y 10.000 mujeres embarazadas. Kenia ha visto como Washington ha finalizado un contrato para gestionar y distribuir 2,5 millones de tratamientos de un mes de duración contra el VIH y 750.000 pruebas.

Los otros programas afectados

La del VIH y el Sida no es la única lucha internacional que Washington ha dejado de subvencionar. También se han visto afectados otros programas para combatir enfermedades como la malaria, la tuberculosis o la polio. "La gente morirá", dijo Catherine Kyobutungi, directora ejecutiva del Centro Africano de Investigación sobre Población y Salud, al periódico estadounidense The New York Times. "Nunca lo sabremos, porque incluso los programas para contar los muertos están recortados".

Uno de los afectados es UNICEF. La administración Trump ha retirado una subvención de 131 millones de dólares al programa de inmunización contra la polio. También ha cancelado todos los costes operativos y el 10% del presupuesto de medicamentos del Servicio Mundial de Medicamentos. 

Este último es el principal canal de suministro de medicamentos contra la tuberculosis de la Organización Mundial de la Salud, que el año pasado ayudó a tratar a casi tres millones de personas contra la tuberculosis, incluidos 300.000 niños.

Asimismo, han retirado los fondos para un programa de la agencia humanitaria PATH, llamado REACH Malaria. Esta iniciativa ha protegido a más de 20 millones de personas de la enfermedad y ha proporcionado fármacos contra la malaria a niños al comienzo de la temporada de lluvias en 10 países de África. 

Este desmembramiento de la financiación internacional, sobre todo la del VIH, comenzó durante los primeros días de mandato de Donald Trump, cuando congeló toda la ayuda exterior. Posteriormente, el 1 de febrero parecía que daba marcha atrás y permitió que se reanudaran algunos proyectos que se consideraban esenciales. 

Entre los programas que se retomaron, se incluían algunos que proporcionaban cuidados y servicios fundamentales para evitar la transmisión de las mujeres embarazadas a sus hijos. Esto aseguraba que 20 millones de pacientes siguieran recibiendo sus fármacos. Sin embargo, muchos de estos servicios financiados por Estados Unidos no volvieron a abrirse, a pesar de esa dispensa.