La pérdida del sentido de gusto es un síntoma que se popularizó en 2020 tras la irrupción de la Covid. Muchas personas descubrían, entre curiosas y preocupadas, que los alimentos no le sabían a nada o, más bien, tenían un mismo sabor indefinido.

Sin embargo, la pérdida del sentido del gusto es habitual en otras patologías pero también se asocia a ciertos tratamientos. Este lunes, el rey Carlos III de Inglaterra contaba, en su visita al Museo de Vuelo del Ejército, en Hampshire, que ha perdido el sentido del gusto a causa de su tratamiento contra el cáncer.

Fue en una conversación con un veterano del ejército británico, Aaron Mapplebeck. Este le contaba que se había sometido a quimioterapia por un cáncer testicular y que había notado cómo su sentido del gusto desaparecía, y Carlos III mostró su empatía: también le había pasado a él.

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El Palacio de Buckingham explicó en su momento que el rey padecía un cáncer y estaba recibiendo tratamiento, pero no ha confirmado qué tipo de cáncer era (ni en qué estadio de evolución) ni en qué consiste su tratamiento.

Las estrategias de tratamiento contra el cáncer son tan variadas como los distintos tipos de enfermedad que se agrupan bajo esta palabra. Cuando hablamos de cáncer lo hacemos de más de 200 patologías diferentes: incluso tumores con la misma localización (como la mama, el pulmón o la vejiga) pueden ser totalmente distintos y requerirán tratamientos diferenciados.

Entre los principales tratamientos del cáncer están la cirugía, la radioterapia y los tratamientos farmacológicos. Estos últimos se resumen en quimioterapia, tratamientos dirigidos o inmunoterapia.

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Dentro de cada uno de estos grupos hay un buen número de medicamentos con sus efectos y reacciones adversas características, pero la pérdida del sentido del gusto suele estar asociada a la quimioterapia.

Esta estrategia es la más antigua de entre las opciones farmacológicas contra el cáncer. Se comenzó a usar a mediados del siglo pasado y hoy en día es el tratamiento estándar en numerosos tipos y estadios de cáncer.

La quimioterapia engloba a varios medicamentos diferentes entre sí: algunos se administran por vía oral, si bien solemos asociar estos tratamientos a una infusión intravenosa y a la clásica imagen de una persona sentada en un sillón de un hospital con un gotero durante horas.

Disgeusia

Entre otros efectos no deseados por la quimioterapia se encuentra la pérdida del apetito, la dificultad para tragar, la deshidratación o los cambios en el gusto y el olfato. Algunas Aproximadamente, el 50% de los pacientes alega no poder oler las cosas u olerlas de forma distinta, incluso de a veces de forma más intensa.

También se suele reportar un sabor amargo o metálico en la boca, percibir sabores muy salados o muy dulces en los alimentos o, simplemente, que estos ya no tienen mucho sabor, como asumía Carlos III. Es lo que se conoce como disgeusia.

Esto ocurre porque los receptores del gusto y el olfato tienen una elevada tasa de recambio celular, que los hace especialmente sensibles a los efectos tóxicos de la quimioterapia, ya que esta ataca la división celular: las células cancerígenas se multiplican a mayor ritmo que las sanas y por eso la quimioterapia actúa más contar ellas, pero esto también implica efectos no deseados en otras células con altas tasas de recambio, como las del cabello y las de los receptores gustativos.

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En buen parte de los casos, esta alteración del gusto aparece tras la segunda semana de tratamiento y se puede prolongar hasta uno o dos años después de la finalización del mismo.

Para hacer frente a esta situación, oncólogos y asociaciones de pacientes han elaborado distintas guías cuyo objetivo es mejorar las posibles carencias nutricionales derivadas de la quimioterapia y mejorar el gusto de las comidas.

Así, se recomienda el uso de cubiertos de plástico, se fomenta sazonar las comidas con sabores ácidos (limón, cítricos o vinagre), el uso de especias, el consumo de verduras frescas o sustituir algunos alimentos como las carnes rojas por pollo, pescado o legumbres.

La quimioterapia no es el único tratamiento del cáncer que altera el sentido del gusto. Ciertos tumores en la zona de la cabeza y el cuello pueden hacerlo, así como los tratamientos radioterápicos en dicha área. Algunos medicamentos no quimioterápicos también pueden producir alteraciones en estos sentidos.