"Cuando escuché la palabra cáncer, en lo primero que pensé fue en mis padres. Le dije a mi pareja 'cómo les digo que tengo cáncer'. No pensé ni por un segundo en que tenía un tumor, sino en mis padres". A Jennifer Sánchez le diagnosticaron un linfoma no Hodgkin con 28 años. Estaba en un buen momento laboral. Tenía unos cuantos viajes pendientes, un festival reservado para el verano y, lo que más ilusión le hacía, estaba buscando piso para irse a vivir con su pareja. El destino, sin embargo, tenía otros planes para ella. "Se te para la vida, se te para muchísimo, pero recuerdo que mi novio me dijo: 'Lo importante ahora es que te cures y ya está'. En eso seguimos a día de hoy".
La historia de Sánchez es una rara avis. Lo es porque el cáncer alrededor de los 30 es una entidad poco común. En España, al no existir un registro oficial de tumores, no hay estimaciones sobre incidencia. Sí las tiene, en cambio, Estados Unidos. Según el Instituto Nacional del Cáncer, en 2023 se diagnosticaron 85.980 tumores en personas de entre 15 y 39 años. Esto representa alrededor del 4% de todos los diagnósticos. "Siendo joven, no es algo que se te pase por la cabeza", admite Sánchez.
Entre los factores de riesgo más importantes para desarrollar un tumor, el envejecimiento ha sido el número uno. Cuanto más mayor es la persona, peores son sus mecanismos de defensa ante la proliferación de un tumor. Es cierto que, en el caso de esta joven, el linfoma no Hodgkin puede presentarse a cualquier edad, pero el riesgo de padecerlo aumenta con los años. De ahí, la incomprensión que acompaña a un diagnóstico con 28 años. "Eres joven, evidentemente, lloras y te indignas".
"Es posible que a los 30 nos podamos encontrar con personas que se encuentran en un momento de crecimiento que se ve interrumpido por el diagnóstico de cáncer. Trabajar las emociones que se generan, junto con las expectativas y el impacto que la enfermedad puede tener en ellas se vuelve crucial", explica a EL ESPAÑOL la psicooncóloga de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC), Maria Ruesga.
Un problema en crecimiento
Con motivo de este Día Mundial Contra el Cáncer, los profesionales y pacientes consultados insisten en que visibilizar el cáncer a los 30 es una tarea pendiente y necesaria en nuestra sociedad. Máxime, si tenemos en cuenta que en las últimas décadas algo está cambiando en el panorama epidemiológico. Cada vez hay más casos entre jóvenes adultos.
La última alerta en este sentido provenía de una investigación publicada en septiembre de 2023 en la revista BMJ Oncology. Según calcula, la incidencia mundial de tumores en menores de 50 ha crecido un 79% en tres décadas. "Es un incremento importante, pero sobre un porcentaje que ya era bajo de antemano", indica Pedro Pérez Segura, jefe del Servicio de Oncología del Hospital Clínico San Carlos de Madrid y miembro de la Fundación ECO para la Excelencia y Calidad en la Oncología. "Sin embargo, es cierto que estamos viendo más casos de cánceres que se suelen producir en edades más tardías", continua.
Ese es el caso de Marta Gilart. Con 21 años se notó un bultito en el pecho. "Me dijeron que sería un fibroadenoma", recuerda. A los 22, recibió un diagnóstico de cáncer de mama. "Estaba aislada porque mi novio había tenido Covid y los contactos en aquel momento se tenían que aislar. Abrí la app de salud y en la biopsia del pecho ponía 'altamente sugestivo de malignidad'. Busqué lo que era. Me enteré sola, en mi habitación, que probablemente tenía cáncer".
A Gilart se le hizo un estudio genético para ver si en su caso podía haber alguna explicación de esta índole. Se estima que entre un 15% y un 20% de todos los cánceres de mama se asocian a antecedentes familiares. De ellos, entre un 5% y 10% se originan por mutaciones genéticas. No era su caso. El cáncer de inicio temprano es, a día de hoy, un misterio, cuyas causas se desconocen con certeza.
En busca del porqué
"Aunque sabemos que la incidencia del cáncer entre este grupo de población ha aumentado, las causas y los mecanismos se desconocen. Uno de los principales motivos parece la 'occidentalización' del estilo de vida, sin embargo, es necesario llevar a cabo proyectos de investigación epidemiológicos en poblaciones amplias que estudien la relación entre factores ambientales. También realizar estudios moleculares que lo comparen con los casos de cáncer de aparición tardía, ya que se desconoce si son la misma enfermedad", apunta Patricia Nieto, directora de proyectos de la Fundación Científica de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC).
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"Es muy difícil, por no decir imposible, poder argumentar las causas claras de que esto ocurra", coincide Pérez Segura: "Podemos elucubrar con que en estas últimas décadas ha habido un cambio cultural importantísimo en los hábitos de vida y con que ahora hay menos miedo a ir al médico. También hay que hablar de los aspectos reproductivos, que incrementan el riesgo de tumores asociados a los hábitos de vida reproductiva, como el cáncer de mama".
Al hilo, una investigación editada en JAMA Network advertía que este era el tumor que más estaba incidiendo en jóvenes. Cifraba en un 7,7% el crecimiento que ha experimentado desde 2010 hasta 2019. Otros estudios, en cambio, piden atención para el cáncer de colon. Publicado en Annals of Oncology, otro trabajo estima que sólo en España las muertes por cáncer colorrectal aumentarán un 5,5% entre personas de 25 y 49 años. El texto teoriza sobre posibles causas, pero sigue sin estar claro por qué.
"Por qué" es, precisamente, una pregunta que tanto Jennifer Sánchez como Marta Gilart se han hecho. Al principio, una y otra vez. Es una parte natural del duelo tras el diagnóstico. Una vez se supera esa fase, toca vivir el proceso de la mejor manera que se puede. Curiosamente, una en Madrid y otra en Lleida, hablando por separado y sin conocerse, enumeran las mismas herramientas: terapia, apoyo del entorno y humor. "El 50% del cáncer es estar acompañada. El otro 50% cuidar de ti misma. Lo demás es cosa médica. Si te curas o no es algo que dirá la ciencia", responde con tranquilidad la joven madrileña.
"Nos une la vida"
A día de hoy, ella está a la espera de que le confirmen los resultados para iniciar una segunda línea de tratamiento. El primer ciclo de quimio dio una respuesta parcial, pero no total ante el cáncer. Mientras, Gilart ha pasado por quimio, radio y una mastectomía. Actualmente, se encuentra en tratamiento hormonal, ya que su tipo de cáncer de mama es hormonodependiente.
En este sentido, ambas aprovechan la conversación para pedir más investigación para el cáncer. "A alguien en mi situación le diría que esté tranquila, que la ciencia ha avanzado muchísimo. También que busque a personas que le hagan todo más fácil", prosigue la joven. Para Gilart, este punto fue crucial. "Yo me sentía muy sola hasta que empecé a conectar con un montón de chicas y chicos que estaban pasando por ello".
Con el cáncer, eso que decía Antonio Machado, caminante no hay camino, se hace camino al andar, es una gran verdad. Cada historia es diferente, pero tienen algo muy importante en común. Lo resume, muy bien, la frase que Gilart se ha tatuado junto a dos amigas, pacientes también: "Nos une el cáncer. Nos une la vida".