Matthew Perry falleció el pasado 28 de octubre por los efectos de la ketamina, tal y como ha revelado la reciente autopsia. El actor de Friends consumía esta droga psicodélica para tratar la depresión y la ansiedad. Su uso terapéutico no es tan común en España, por eso hay especialistas que creen que se puede generar cierta confusión acerca de una terapia que ya ha demostrado beneficios psiquiátricos.
"En absoluto es representativo del tratamiento con ketamina", asegura el psiquiatra Joan Obiols, en referencia a la causa de muerte de Matthew Perry. "Además de consumir dosis desmesuradas, mezclaba la ketamina con buprenorfina", prosigue. Esta última sustancia, de hecho, se encontró en el organismo del actor, según el informe forense.
No obstante, este psiquiatra señala en declaraciones a EL ESPAÑOL a un factor de riesgo más importante por el que se debería haber suspendido el tratamiento: "Tenía complicaciones cardiovasculares, un criterio para no administrar ketamina o, al menos, hacerlo con prudencia".
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Los forenses descartan que la droga hallada en el estómago fuera de la terapia de infusión de ketamina que Perry estaba siguiendo desde hacía un tiempo. Y es que desde 2019 las clínicas de Estados Unidos pueden recetar esketamina, una variante de la ketamina que se administra en un spray nasal.
Ketamina en España
Este fármaco, que se comercializa bajo el nombre de Spravato, recibió el visto bueno de la sanidad pública en España el pasado año. Entre sus ventajas, se encuentra el rápido efecto, que comienza en las primeras 24 horas, y su aplicación como pulverizador nasal.
Para los especialistas, el anuncio supuso una gran expectación, ya que se produjo tras décadas sin ningún avance farmacológico contra las depresiones más graves: "Los que nos dedicamos a la depresión resistente estamos que no nos lo creemos", comentó Víctor Pérez Solá, director del Instituto de Neuropsiquiatría y Adicciones del Hospital del Mar (Barcelona) y presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental, en este artículo de ESPAÑOL.
Hay psiquiatras, eso sí, que se muestran escépticos ante los efectos tan positivos que pueda tener estas sustancias psicodélicas para acabar con la depresión: "Cuando se analizan los estudios científicos, surgen bastantes dudas", opina José Valdecasas, psiquiatra del Hospital Universitario de Canarias y vicesecretario de la Asociación Española de Neuropsiquiatría.
Valdecasas cita un reciente estudio que demostró que el el uso de la ketamina no fue más eficaz que el placebo para reducir los síntomas depresivos en pacientes quirúrgicos. "Tiene un efecto antidepresivo rápido que desaparece en seguida", señala. También advierte de los efectos disociativos que pueden causar este tipo de sustancias. Se trata de un riesgo que se da en algo más del 20% de los pacientes con las primeras dosis.
Estos tratamientos pueden llegar a tener un coste de hasta 20.000 euros por paciente al año. Aunque, como indica el Ministerio de Sanidad, su financiación está limitada para aquellos pacientes con trastorno depresivo que no han respondido al menos a tres estrategias diferentes con antidepresivos.
Cuál es el perfil
Obiols es director médico de la clínica Synaptica, uno de los pocos centros en España que ofrece ketamina con fines terapéuticos, y confiesa que no se plantean administrarla cuando el paciente presenta serias complicaciones cardiovasculares. "También tenemos en cuenta que no se hayan producido aneurismas recientemente o que la presión alterial no sea excesivamente alta, porque la ketamina puede inducir un ligero aumento de la tensión", explica.
Aunque también se puede utilizar para el dolor crónico o el estrés postraumático, Obiols reconoce que el perfil predominante es el de un paciente con depresión grave "que ha probado todo tipo de antidepresivos sin resultado alguno". Por eso les extraña que la ketamina ofrezca una respuesta tan rápida.
Para el tratamiento, se programa entre seis y ocho sesiones. "Si vemos que a la tercera o a la cuarta no estamos obteniendo resultado, le comentamos al paciente que quizás [la ketamina] no es la mejor opción", apunta Obiols, quien recuerda que es una terapia asistida debido a los efectos alucinógenos.
El propio Perry contó en sus memorias, Amigos, amantes y aquello tan terrible (Contraluz, 2022) cuál fue su experiencia: "Me llevaban a una habitación, me sentaban, me ponían auriculares para que pudiera escuchar música, me vendaban los ojos y me ponían una vía intravenosa. Esa era la parte difícil: siempre estoy un poco deshidratado porque no bebo suficiente agua (sorpresa), por lo que encontrar una vena no resultó nada agradable".
La ketamina terapéutica normalmente se inyecta, ya que la aparición de los efectos son más veloces. "Pueden ser inyecciones intravenosas o intramusculares, en nuestro caso utilizamos esta última, con una dosis que varía del paciente", explica Obiols.
Sin riesgo de muerte
Obiols reconoce que la terapia con ketamina no es 'la panacea': "No funciona para todo el mundo". Estima que de los 150 pacientes que han pasado por su clínica en los dos años que lleva abierta, alrededor del 70% de los casos responde de manera positiva. "En general, está dando buenos resultados, pero ningún tratamiento puede asegurar el 100% de efectividad".
Pese a "la mala fama que tienen", Obiols defiende que la ketamina es el anestésico más seguro que existe porque es muy fácil de usar y la toxicidad es mínima. Valdecasas, de hecho, cree que en un futuro se seguirá usando como anestésico, pero duda que se extienda como antidepresivo.
Ambos psiquiatras coinciden, eso sí, en que la ketamina no tiene un riesgo apreciable de mortalidad. "En nuestras sesiones utilizamos dosis mucho más bajas que las anestésicas y también se hace un control riguroso para saber si existe cualquier enfermedad concomitante. Por tanto, [la muerte de Perry] no tiene nada que ver con el uso médico de la ketamina", remacha Obiols.