Raro es el caso en el que no hayamos escuchado a nuestras madres relatar alguna anécdota tierna de cuando estaba embarazada de nosotros: cómo pataleábamos alegremente en su vientre al oír la voz de determinada persona o alguna canción en concreto. Es un hecho constatado que, a partir de los siete meses de gestación, el bebé distingue la voz de su madre y se familiariza con ella, y aprende a discernir el ritmo. Pero, por mucho que se haya ensalzado la educación musical temprana, los efectos reales sobre el desarrollo del cerebro no estaban probados.
Un nuevo trabajo que publica Science Advances ha logrado determinar que escuchar hablar predispone al bebé a asimilar su lengua natal ya desde el vientre. Así lo han demostrado investigadores de la Universidad de Padua (Italia) y de la Cité de París (Francia), trabajando con 33 bebés recién nacidos de familias que hablaban francés. Tras exponerlos al español y al inglés, los pequeños solo demostraban un incremento significativo en la oscilación neuronal en la zona del cerebro dedicada al lenguaje cuando escuchaban hablar en el idioma de su madre.
El equipo de Benedetta Mariani llegó a esta conclusión tras monitorizar mediante encefalografía la actividad neurológica de bebés entre un día y cinco de vida. Mientras dormían, enfundados en gorros dotados de electrodos, escucharon versiones en francés, inglés y español del mismo cuento, Ricitos de oro y los tres osos. Los investigadores leían pasajes en bloques de siete minutos, seguidos de pausas de tres, y entremezclando al azar los idiomas. Sólo al leer los pasajes en francés se advirtió un aumento de las correlaciones temporales a largo plazo, lo que indica que estaban desarrollando la capacidad de interpretar lenguaje con el idioma de su madre.
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"Hace tiempo que se sabe que las experiencias auditivas intrauterinas modulan la forma en la que los recién nacidos perciben el sonido. Por ejemplo, los bebés prefieren la voz de la madre a otras voces. Y los bebés de madres que cantan a diario o escuchan música por altavoces nacen con una mejor capacidad de codificar el tono de la voz", explican a Science Media Centre Jordi Costa Faidella, profesor agregado de Brainlab en la Universitat de Barcelona (UB) e investigador en el Institut de Recerca Sant Joan de Déu, y Carles Escera, catedrático de Neurociencia Cognitiva de Brainlab (UB) e investigador en el Institut de Recerca Sant Joan de Déu.
Los expertos apuntan, no obstante, que este trabajo debería ser replicado con "bebés nativos de los otros idiomas que aparecen en el estudio (español e inglés)" para corroborar la hipótesis de que la lengua natal se adquiere in utero independientemente del idioma. "Este estudio deja la puerta abierta a considerar otras cuestiones, por ejemplo, analizando las lenguas tonales en las que los patrones de entonación implican un cambio de significado que no se produce en las lenguas no tonales como las tres consideradas en este estudio", apunta Raquel Fernández Fuertes, directora del Laboratorio de Adquisición del Lenguaje de la Universidad de Valladolid (UVALAL).
Fernández Fuertes alaba en cualquier caso la "metodología meticulosa" que ha permitido determinar que los "bebés identifican con éxito la lengua a la que han estado expuestos prenatalmente (el francés)", distinguiéndola de "lenguas desconocidas prosódicamente similares (el español) o más distantes (el inglés)". Dicho de otro modo, el hecho de que la pronunciación y acentuación del español y el francés tengan similitudes no fue suficiente como para confundir a los niños.
"Además, los bebés son sensibles en este mismo estado inicial a las unidades prosódicas más grandes (es decir, las sílabas) y no a las más pequeñas (es decir, los fonemas), ya que son las unidades las que están expuestos en la lengua que han escuchado prenatalmente", concluye la experta. "El efecto de la experiencia lingüística antes del nacimiento resulta ser un factor determinante en el procesamiento y la adquisición del lenguaje ya durante los primeros días después del nacimiento".