Alejo Vidal-Quadras, expresidente del PP de Cataluña, recibió un disparo en la cara el jueves 9 por la mañana por parte de dos individuos que se dieron a la fuga en el barrio de Salamanca de Madrid. Fue estabilizado rápidamente por los servicios de Emergencia y trasladado al Hospital Gregorio Marañón de Madrid, donde permanece "sin riesgo vital." El también fundador de Vox fue intervenido quirúrgicamente esa misma tarde, y se encuentra en estos momentos en cuidados posquirúrgicos según el último parte médico.
Los testigos que le auxiliaron en el momento relatan que, pese a que Vidal-Quadras sufrió una doble fractura mandibular a causa de la bala que le atravesó el rostro, se encontraba consciente y fue capaz de hablar, previniendo sobre si sus atacantes "podrían volver". "Ha tenido muchísima suerte, lo más frecuente es que una herida a esa distancia sea letal", confirma a EL ESPAÑOL Felipe Pareja, Jefe de Sección de Cirugía de Urgencias del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla. "Lo que le salvó pudo ser que girara la cabeza. La bala entra y sale por ambos pómulos, las lesiones solo son de partes blandas y óseas, no afectan a la vía aérea y el sangrado es controlable".
Un metaanálisis publicado este mismo mes de septiembre en The Journal of Craniofacial Surgery confirma la gravedad con datos de EEUU. Las heridas de bala no han parado de incrementarse ahí en la última década, tocando techo en 2021 con casi 50.000 muertes. Los casos de balazos en la cabeza o el cuello suponen el 15,9% del total, 16.140 heridas de un total de 101.300, e implican un riesgo muy superior de sufrir secuelas de extrema discapacidad, un 33,4% frente a un 18,3%. La mortalidad es igualmente muy superior, un 27,0% frente al 11,3%.
[La última foto de Vidal-Quadras antes del atentado: en Arévalo un día antes con sus amigos]
La cabeza y el cuello son extremadamente sensibles al trauma por la cantidad de órganos vitales que pueden verse afectados. El análisis reveló que un 19,2% de los balazos en esta región afectaban al cerebro, un 14,4% a los ojos, el 69,6% implicaban una fractura facial, un 18,6% provocaban lesiones cervicales y un 2,9% llegaban al nervio craneal. Y cuando la bala alcanza al cerebro, la tasa de mortalidad se eleva al 90%, según la Sociedad Americana de Neurocirugía: la mitad de los que llegan con vida a la sala de operaciones no sobreviven.
"Detener el sangrado en casos de disparo en la cabeza es francamente difícil y únicamente se pueden controlar en la escena", confirma Pareja. Ese sangrado puede obstruir las vías respiratorias, o la laringe y tráqueas pueden haber sido dañadas por la bala, todo lo cual obstaculiza la oxigenación. Además, "lo normal es que haya afectación del suelo de la base del cráneo, de estructuras cerebrales y cerebelosas, o del troncoencéfalo". Afortunadamente nada de esto ha ocurrido en el caso de Vidal-Quadras.
La revista Codman Speciality Surgical recopiló los factores que determinan la supervivencia a una bala en la cabeza en base a la experiencia hospitalaria en EEUU. En base a ellos, el pronóstico de Alejo Vidal-Quadras rozaría lo "milagroso". Para empezar, solo un 30% de los pacientes de más de 60 años presentan buen pronóstico. Los disparos con pistola, además, tienen una mortalidad que roza el 60%, ya que pueden realizarse muy cerca de la cara. Una única herida en la cabeza provocada por asaltantes como le ocurrió al veterano político sería mortal en el 74% de los casos según esta revisión.
La reconstrucción
En cuanto a las lesiones mandibulares, son un reto que involucra tanto a la cirugía reconstructiva como a la traumatología y prostética. Es necesario reconstruir una región que no solo es delicada sino muy móvil, y su recuperación determinará la calidad de vida del paciente, recogía otro trabajo de 2010. "Las fracturas mandibulares conminutadas por impacto de proyectil balístico son un desafío terapéutico debido a la presencia de múltiples fragmentos óseos y el compromiso a nivel de periostio, plano muscular y mucoso", publicaban médicos chilenos en el International Journal of Odontostomatology.
Además, una revisión a cargo de especialistas mexicanos avalaba el tratamiento temprano de la herida tal y cómo recibió Vidal-Quadras, en función del "tipo de arma, características deformantes de la bala, energía cinética, lugar de impacto y estado sistémico del paciente". Tras limpiar la herida y fijar el hueso mandibular, una operación habitual es la introducción de una placa de reconstrucción mandibular sobre la que cicatrizará la herida. Si todo procede con normalidad, el paciente puede recibir el alta en una semana. La rehabilitación incluirá el implante de las posibles piezas dentales perdidas.