¿Podrías estar tres minutos a 110º grados bajo cero? Si sufres algún tipo de lesión deportiva o dolor crónico, la crioterapia podría ayudarte a aliviar los síntomas. Es un tratamiento que utiliza las bajas temperaturas para provocar una respuesta fisiológica en el cuerpo con efectos beneficiosos.
El uso terapéutico del frío tiene una larga tradición en la historia de la medicina, aunque la crioterapia moderna (o crioterapia de cuerpo entero) no apareció hasta la década de 1970 en Japón. El doctor Yamaguchi usaba el frío para tratar la artritis reumatoide y pronto le sucedieron multitud de investigadores que profundizaron en los beneficios de la crioterapia, contribuyendo con la mejora y desarrollo de nuevas técnicas.
En la actualidad, la crioterapia tiene multitud de aplicaciones en el campo de la medicina, pues consigue desencadenar una respuesta positiva en el sistema endocrino, nervioso e inmunológico. Está indicado en patologías como dolor reumático, fibromialgia, para conseguir una rehabilitación más rápida, mejora de la psoriasis o la dermatitis atópica, tratamiento de estrés y agotamiento físico tras entrenamientos, entre otras, por lo que también es habitual su utilización para la optimización del rendimiento deportivo. Y desde el año pasado, España cuenta con la primera sala de crioterapia de cuerpo entero (Ice Lab), en Olympia, el centro médico del grupo Quirónsalud especializado en medicina deportiva y funcional.
Tratamiento del dolor
Quizá la aplicación más común de la crioterapia siempre ha sido el tratamiento de lesiones deportivas, ya que “puede ayudar a reducir la inflamación y el dolor asociados a estos daños, como esguinces, lesiones musculares y tendinitis. El frío extremo ayuda a disminuir el flujo sanguíneo en la zona afectada, lo que puede reducir la hinchazón”, explica el doctor Manuel Leyes, jefe de servicio de Traumatología y Cirugía Ortopédica de Olympia Quirónsalud.
Algunos atletas, además, “utilizan la crioterapia para acelerar la recuperación muscular después de entrenamientos intensos”, ya que la exposición al frío “ayuda a reducir la fatiga muscular y mejorar el rendimiento atlético”, cuenta el especialista. Después de exponerse al frío, “se produce una vasodilatación reactiva que aumenta el flujo sanguíneo hacia la zona tratada, lo que puede mejorar el suministro de nutrientes y oxígeno, ayudando a la recuperación muscular”, añade.
Asimismo, cabe destacar el efecto beneficioso de la crioterapia para el dolor crónico, ya que el frío adormece los nervios y contribuye a reducir la sensación de dolor. El tratamiento puede utilizarse “para tratar el dolor asociado a osteoartritis, artritis reumatoide, fibromialgia, migrañas y neuralgia del trigémino”, declara el doctor.
En un plano estético, la crioterapia también se utiliza para mejorar la apariencia de la piel. “Alivia el acné, la rosácea o la dermatitis. Ayuda a reducir la celulitis, a tonificar la piel, a mejorar la circulación y a estimular la producción de colágeno. La crioterapia incluso eleva el estado de ánimo, proporciona una sensación de bienestar y reduce el estrés”, asegura el especialista.
Beneficios de la crioterapia
- Reducción de la inflamación
- Recuperación muscular
- Mejora del rendimiento deportivo
- Alivio del estrés y mejora del bienestar
- Reducción del dolor
¿Cómo funciona?
Ice Lab se puso en marcha en junio del año pasado en Olympia, coincidiendo con la inauguración del centro médico. Consta de tres cámaras comunicadas entre sí con diferentes temperaturas, en las que se utiliza nitrógeno líquido o dióxido de carbono para enfriar el ambiente. La primera y la segunda cámara están a -10ºC y -60ºC respectivamente, para aclimatar el cuerpo durante veinte segundos antes de entrar al tercer y principal habitáculo, que se encuentra a -110ºC, donde se permanece un máximo de tres minutos, aunque esto “depende de la forma física del paciente”, apunta el doctor Leyes.
En la cabina, “el paciente entra con las manos, los pies y las orejas protegidas y no debe llevar consigo ningún objeto que se pueda congelar. Además, es aconsejable que camine dentro de la cabina durante la duración del tratamiento”, continúa el traumatólogo. Aunque los beneficios de la crioterapia sean múltiples, el tratamiento no está exento de riesgos y no está recomendado para algunos pacientes, como pueden ser aquellos con “enfermedades cardiovasculares, problemas circulatorios, hipertensión no controlada o embarazo”.
Además de las cabinas cerradas, existen otras técnicas de crioterapia que se utilizan para aplicar frío en diferentes áreas del cuerpo. Algunas de las más comunes son las compresas frías, que consiste en aplicar “compresas o paquetes de hielo en áreas específicas del cuerpo para reducir la inflamación y el dolor”. Es quizá la técnica más sencilla y se puede realizar en casa con bolsas de hielo o paquetes de gel frío.
Los baños de hielo también se consideran una técnica de crioterapia. La utilizan a menudo los deportistas para aliviar el dolor muscular después de una lesión o un entrenamiento intenso, sumergiendo el cuerpo o una parte específica en un recipiente con agua fría y hielo. Otras técnicas de crioterapia son el spray de frío, “que contiene sustancias refrigerantes como el nitrógeno líquido y se aplica directamente sobre la piel en áreas específicas para proporcionar un enfriamiento localizado” o la crioterapia focalizada, “una técnica más reciente que utiliza equipos especializados para enfriar selectivamente áreas específicas del cuerpo”. Esta se aplica, principalmente, continúa Leyes, “en procedimientos estéticos como la criolipólisis para reducir la grasa localizada”.