Las vacunas no son cosa de niños, aunque a veces lo parezcan: si las coberturas en población infantil son del 95% o superiores, a medida que vamos creciendo estas coberturas disminuyen notablemente. Las diferencias son aún más notables en los grupos de riesgo, las personas más vulnerables, aquellas que padecen enfermedades crónicas, cáncer, trasplantados de médula ósea y un amplio etcétera, que a pesar de presentar un mayor riesgo de padecer enfermedades vacuno-prevenibles y de contar con un amplio abanico de vacunas recomendadas, presentan coberturas vacunales de apenas un 20%. Y no vacunarse puede dar lugar a complicaciones importantes en la enfermedad del paciente.
"Con los tratamientos tan espectaculares que tenemos para prolongar la vida de nuestras pacientes, sería un horror que, por una infección, tuvieran un evento y no por su propia enfermedad", explica Ana Lluch, catedrática emérita de la Universidad de Valencia y coordinadora del Grupo de Investigación de Biología en Cáncer de Mama del Incliva, el Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital Clínico de Valencia. "No podemos permitirnos que, por no vacunar a nuestras pacientes, puedan tener un evento fatal".
Lluch ha participado en la mesa redonda 'Vacunas en los más vulnerables: empezar de cero', organizada por EL ESPAÑOL en colaboración con GSK. Ha hecho hincapié en lo que supone que una infección, que se podría haber prevenido, empañe los resultados espectaculares que pueden lograr las nuevas terapias para el cáncer.
Por eso pide a los profesionales sanitarios, tanto a nivel de hospital como de atención primaria, que se impliquen, que sean conscientes de que estos pacientes necesitan cumplir las recomendaciones de vacunación debido a su predisposición a sufrir infecciones, y que es importante que les refieran a los servicios de medicina preventiva para que les informen de las vacunas disponibles. Y enfatiza que cualquier momento es bueno para recibir una vacuna, no es necesario esperar a iniciar o finalizar tratamientos, siempre que esta sea inactivada y no viva atenuada.
Desde 2019 hay establecido un calendario vacunal para toda la vida en España, en el que se recogen las vacunas recomendadas en la población en función de la edad. Además, desde ese mismo año también se publican calendarios anuales en los que se incluyen las vacunas recomendadas para los distintos grupos de riesgo. "La mayoría de enfermedades crónicas, y las graves como el cáncer, acarrean una alteración de nuestro sistema inmune que hace que tengamos mayor probabilidad de padecer enfermedades infecciosas", explica Ángel Gil de Miguel, catedrático de Medicina Preventiva de la Universidad Rey Juan Carlos.
"Por eso es tremendamente importante subrayar que deben ser vacunadas las personas con cáncer, trasplantadas de médula, con enfermedades neurológicas como la esclerosis múltiple, enfermedades crónicas como la artritis reumatoide, etc. con tratamientos farmacológicos fantásticos, pero en las que una enfermedad infecciosa puede acarrear muchos problemas".
Costes y eficacia
Gil de Miguel explica que las vacunas son coste-efectivas: la inversión necesaria para vacunar a una persona a lo largo de toda su vida se sitúa en torno a 700 euros, cifra por debajo del umbral que se establece, por regla general, para determinar si el beneficio (en salud) supera al gasto (económico), situado en algo menos de 30.000 euros anuales.
Por su parte, el director general de la Plataforma de Organizaciones de Pacientes, Pedro Carrascal, admite que los pacientes tienen muchas dudas sobre si deben vacunarse o no, qué vacunas deben ponerse, en qué casos, etc.
Sin embargo, muchas veces esperan a que sea su médico el que les diga algo sobre el tema, "cuando a veces ni el propio médico lo conoce". Por eso enfatiza la necesidad de que "los pacientes sepan [que existen estas vacunas], los profesionales las conozcan y deriven a los pacientes a los servicios de medicina preventiva, donde serán informados y vacunados.”
El portavoz de los pacientes justifica este sano escepticismo en las diferencias entre comunidades autónomas sobre la organización de las vacunaciones. El calendario es común pero la forma de gestionarlo puede ser diferente.
Desconocimiento y falta de información
De hecho, el caso de la Covid es muy ilustrativo de lo que puede pasar en este tipo de pacientes. Había un grupo específico de personas priorizadas en los inicios de la vacunación, el de individuos con enfermedades crónicas que quedaban fuera de las priorizaciones por edad. Sin embargo, "en muchas comunidades no se daban vacunas a pacientes vulnerables porque pensaban que tenía que llamarles el especialista".
Lo que más preocupa a profesionales y pacientes es precisamente las lagunas en la organización. Que un médico desconozca el calendario vacunal, que no informe al paciente y que no derive al mismo a quien debe vacunarle.
"Un oncólogo no tiene necesariamente que vacunar al paciente", ejemplifica el preventivista Ángel Gil de Miguel, "pero sí saber que tiene un servicio de medicina preventiva para que le expliquen qué vacunas tiene que ponerse".
Un reciente documento de consenso avalado por varias sociedades médicas (de hematología, nefrología o trasplante) y de pacientes (de cáncer y enfermedades renales), financiado por GSK, hace un llamamiento a "entender y exponer las problemáticas específicas que pueden estar impactando en el proceso de vacunación de las personas incluidas en grupos de riesgo".
Entre las propuestas de optimización figuran la definición de circuitos asistenciales que contribuyan a incrementar las coberturas de vacunación en el momento adecuado, disponer de vacunas "en el momento del contacto del profesional sanitario con el paciente para facilitar su captación" y, además, poner especial énfasis en la revacunación en los pacientes que la requieran.