La enfermedad de Alzheimer se vuelve más prevalente con la edad: al cumplir los 85 años, la mitad de las personas inicia este proceso neurodegenerativo. Sin embargo, otros llegan a los noventa manteniendo una buena memoria y suficientes capacidades cognitivas como para valerse solos. Un equipo de la Universidad de California en Irvine (EEUU) ha descrito por primera vez qué hace diferentes los cerebros de los nonagenarios que resisten a la demencia.
El resultado del estudio, publicado en la revista Journal of Alzheimer’s Disease, llega a una conclusión sorprendente: estas personas con una capacidad cognitiva superior a los noventa años tienen en su cerebro las mismas lesiones que los pacientes de alzhéimer. Sin embargo, la enfermedad no se manifiesta sintomáticamente en su caso, provocando pérdida de memoria, demencia y finalmente la muerte, al verse libre de otros marcadores neurodegenerativos.
"Nuestros descubrimientos indican que los cambios neuropatológicos y vasculares en el cerebro vinculados con la enfermedad de Alzheimer son comunes en los cerebros de las personas de esa edad", explica Roshni Biswas, investigador posdoctoral en el proyecto The 90+ Study. Sin embargo, "hay individuos que son menos susceptibles de padecer otros cambios neurodegenerativos como la demencia de los cuerpos de Lewy".
La edad es el principal factor de riesgo para la demencia, y el alzhéimer es la principal causa en países como España. En los países desarrollados, además, el número de nonagenarios se ha triplicado en las últimas décadas, y se prevé que se cuadriplicará en los próximos 40 años. Esto implicará un mayor impacto de estas enfermedades, argumentan los investigadores, y subraya la importancia de desentrañar por qué hay personas que se mantienen inmunes pese a su avanzada edad.
"Algunas personas pueden mantener un alto rendimiento de sus funciones cognitivas pese a ser muy mayores", explica por su parte María M. Corrada, profesora del Departamento de Neurología de la Escuela de Medicina de la UCI. "Profundizar en la investigación de los factores que permiten que estos individuos retengan su capacidad cognitiva podría ofrecernos indicios para proteger la salud cerebral a medida que envejecemos".
Para ello, emplearon datos del '90+ Study', un trabajo longitudinal sobre el envejecimiento y la demencia que arrancó en 2003. El objetivo del estudio es centrarse en la población de mayor edad en los Estados Unidos, el grupo demográfico que crece con mayor rapidez en estos momentos. Cuenta con 2.000 participantes enrolados y es uno de los mayores de mundo, con resultados aplicables al estilo de vida, la salud y las prácticas para conservar las habilidades cognitivas.
Los participantes legaron su cerebro a la ciencia en el momento de su fallecimiento, lo que permitió a los investigadores realizar 102 autopsias de personas que murieron con una edad media de 97,6 años, y gozaron de buenas capacidades mentales hasta el final. Para ello, contrastaron los resultados con las puntuaciones obtenidas por los mayores en las pruebas cognitivas realizadas entre dos y doce meses antes de su muerte. Tenían una media de 97,1 años cuando las resolvieron.
"En el futuro, examinaremos cómo los hábitos de vida y las condiciones de salud asociados con la cognición superior de las personas que tienen más de 90 años contribuyen a la estabilidad mantenida de las funciones cerebrales", concluye Biswas.
El riesgo decrece a los 90
"La gran mayoría de las deterioros degenerativos son a causa de la enfermedad de Alzheimer, no de la vejez en sí", corrobora a EL ESPAÑOL Isabel Güell, neuróloga del Centro Médico Teknon de Barcelona. "Y un pequeño porcentaje corresponden a otro tipo de lesiones histológicas, a otras proteínas anómalas que dañan el cerebro como los cuerpos de Lewy". La placa amiloide, explica, es un residuo natural en el cerebro que se acumula con la edad. Lo que ocurre con el alzhéimer, y lo que lo transforma en enfermedad, es una mayor acumulación, con mayor rapidez y en zonas específicas.
Un dato "curioso", según Güell, es que las personas que alcanzan los noventa años sin alzhéimer tienen más probabilidades de no sufrirlo nunca, en contraste con la enorme prevalencia en la década anterior. "Lo que sabemos es que las capacidades cognitivas ejercen mejor cuando se mantiene uno activo, trabajando mucho la memoria. Cada vez que aprendes algo, dos neuronas se unen, crean sustancias químicas y desarrollan el cerebro".
Por otro lado, el nuevo estudio resalta el componente vascular de los procesos neurodegenerativos. "Hay que controlar todos los factores de riesgo: el colesterol, el azúcar, el alcohol que provoca mucho daño, el tabaco que por supuesto hay que erradicar...Y luego, hay que andar. Parece que oxigena el cerebro y que viene muy bien", recomienda la especialista.