Los nacidos por gestación subrogada son tan felices como los niños concebidos de forma natural
El estudio de Cambridge resalta que la relación familiar mejora cuando los niños conocen su origen biológico desde pequeños.
13 abril, 2023 02:43Los niños nacidos por fecundación artificial o gestación subrogada llegan a la edad adulta con el mismo bienestar psicológico que aquellos concebidos de forma natural. Esta es la principal conclusión de un estudio coordinado por la Universidad de Cambridge, en el que se realizó el seguimiento durante 20 años de 65 familias que se sometieron a una técnica de fecundidad (22 casos de subrogación uterina, 17 de donación de óvulos y 26 de donación de semen) en comparación con 52 familias que no requirieron tratamientos de fertilidad.
Sin embargo, según el trabajo que publica la revista Developmental Psychology, existen matices en las relaciones maternofiliales en función del momento en el que los niños nacidos por reproducción asistida conocieron las circunstancias de su concepción. La comunicación familiar y la aceptación parental (los sentimientos de la madre hacia sus hijos que entran en la edad adulta) presentaba menos problemas en las familias que habían abordado el tema antes de que los niños cumplieran los siete años.
Esta información temprana se relacionaba con una incidencia de estos conflictos familiares de solo un 7%, en comparación con los hogares en los que se informó a los niños más tarde. En esas familias, los problemas aparecieron en un 22% de los casos. La mayoría de progenitores de niños por reproducción asistida tuvieron la conversación con sus hijos sobre los cuatro años, con resultados por lo general positivos.
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"Hablar abiertamente con los niños sobre su origen cuando todavía son pequeños, antes de que vayan al colegio, parece tener un efecto positivo que ya se había observado en estudios sobre familias adoptantes", explica Susan Golombok, profesora emérita y exdirectora del Centro de Investigación Familiar de la Universidad de Cambridge. Así, al cumplir los 20 años, muchos de las personas así concebidas recordaban que la conversación les había hecho sentir "especiales".
"No me impactó realmente, la gente nace de muchas maneras diferentes y la mía fue un poco distinta a las demás. Está bien, lo entiendo", explicaba uno de los veinteañeros nacidos por subrogación. "Mi padre es mi padre, mi madre es mi madre, nunca he pensado que nada fuera diferente. Es difícil de explicar, pero en realidad me ha dado igual", sentenciaba otro nacido por donación de semen.
"Los resultados demostraron que no había diferencias entre familias formadas por donación de óvulos, donación de semen, gestación subrogada y reproducción no asistida en la ansiedad o depresión materna, ni en la calidad de las relaciones de las madres con sus parejas", explica Rocío Núñez Calonge, embrióloga, directora científica del Grupo Internacional UR y profesora en el Máster de Reproducción de la Universidad Complutense y Sociedad Española de Fertilidad, a Science Media Centre.
Asimismo, tampoco se identificaron diferencias en la crianza de los niños, la aceptación de las madres de sus hijos adultos, el éxito de las relaciones familiares o la calidad de la comunicación familiar más allá de un cierto margen de eficiencia en aquellas en las que los niños conocieron antes su origen. Sin embargo, sí se detectó una menor aceptación por parte de las madres cuando sus hijos procedían de donación de óvulos, algo que se relacionó con la inseguridad derivada de la ausencia de relación genética.
También se percibieron mayores problemas de comunicación en las familias con niños nacidos por donación de esperma. Esto se achaca al secreto que rodea al donante e incluso a la propia reticencia de los padres a admitir que el semen responsable de la fecundación no era el suyo. Esto a su vez interferiría en la capacidad intrafamiliar para mantener conversaciones sobre temas íntimos.
"Hace veinte años, cuando comenzamos el estudio, las actitudes eran muy distintas", rememora Golombok. "Se pensaba que la vinculación genética era lo más importante y que en su ausencia, las relaciones no iban a funcionar. Lo que demuestra esta investigación es que la manera en la que los niños llegan al mundo no interfiere con las relaciones familiares. En realidad, lo que realmente importa es el deseo de tener hijos. Eso lo supera a todo".