España se ha consolidado como referente internacional en el campo de los ensayos clínicos. Está a la cabeza en número (se realizaron más de 18.000 en 2022) y, después de Estados Unidos, es el destino preferido por las grandes compañías farmacéuticas para hacer sus inversiones. Para encontrarse en este punto ha sido esencial la labor de los más de 700 hospitales y centros sanitarios especializados que avalan toda la trayectoria de un país en investigación clínica.
Centros como el Centro Integral Oncológico Clara Campal HM CIOCC, que en 2008 abrió las puertas de una unidad pionera en España. El objetivo de la Unidad de Ensayos Clínicos en Fase Temprana START-HM CIOCC era acercar a los pacientes oncológicos tratamientos innovadores que pudieran mejorar sus perspectivas, su calidad de vida y posibilidades de curación. Desde su puesta en marcha se han completado alrededor de 350 ensayos clínicos que han ofrecido tratamiento a más de 2.500 pacientes.
En estos últimos diez años la Unidad de Ensayos Clínicos de HM CIOCC ha influido de manera relevante en campos como la inmunoterapia o las terapias dirigidas a dianas moleculares del cáncer, un éxito del que puede enorgullecerse el doctor Emiliano Calvo Aller, oncólogo con más de veinte años de experiencia como investigador clínico, en su papel como director al frente de esta unidad desde su inicio.
¿Cómo surge la creación de la Unidad de Ensayos Clínicos de HM CIOCC?
En aquella época (2008) en la sanidad privada no había programas de ensayos clínicos, la investigación clínica era exclusivamente realizada en los hospitales públicos. Ya desde el nacimiento del CIOCC, en 2007, se buscaba apoyar el tratamiento de los pacientes con la parte de investigación y docencia. Con la creación del programa de ensayos clínicos quisimos hacer un planteamiento diferente para hacer un abordaje más completo de la asistencia oncológica, incluyendo el acceso para nuestros pacientes a tratamientos con fármacos innovadores en desarrollo investigacional que, potencialmente, podrían convertirse en fármacos comercializados y de acceso general unos años después.
Hicimos un acuerdo con el grupo estadounidense START, líder a nivel mundial en ensayos clínicos de Fase I, o en Fase Temprana, y generamos la primera unidad de estas características fuera de los Estados Unidos, en España.
Han renovado 10 años más el acuerdo con el grupo START y, además, se está trabajando para ampliar el programa de ensayos en Fase Temprana a Barcelona, ¿qué supone esto para vuestra investigación y para los pacientes?
Efectivamente, en Barcelona, con la doctora Tatiana Hernández y su excelente equipo al frente, ya hemos arrancado con el primer ensayo clínico hace unos días, de hecho, lo que nos abre las posibilidades de facilitar el acceso a fármacos oncológicos innovadores a los pacientes de Cataluña. Creemos que también será un referente internacional y de gran ayuda para los pacientes oncológicos de la región, como ha ocurrido aquí.
¿En qué consiste la Fase I de los ensayos clínicos y en qué aspectos radica su importancia?
En términos generales, el tratamiento dentro de un ensayo clínico sería como cualquier otro tratamiento que reciben los pacientes oncológicos, pero, como diferencia conceptual fundamental, los fármacos que se administran al paciente no están todavía comercializados, están en una fase de desarrollo clínico previa a su potencial comercialización.
En los ensayos en Fase 1 se intenta demostrar el mecanismo de acción del fármaco y optimizar la dosis y el esquema ideal de administración. En esta fase inicial del desarrollo clínico del fármaco sabemos poco del medicamento porque es la primera vez que se da en seres humanos: dicho lo cual, como en los últimos años se conoce mucho mejor la biología tumoral y del sistema inmune del paciente, estos nuevos fármacos tienen un diseño y potencialidad superior y, de hecho, ya se intenta en estas fases iniciales que los pacientes se beneficien de ellos, es decir, que haya una actividad del fármaco contra su cáncer.
A través de este programa de ensayos damos a nuestros enfermos oncológicos esa posibilidad de tratarse con fármacos que quizás se conviertan en medicamentos estándar en cinco o seis años. Para los pacientes es una forma de acceder a esos potenciales tratamientos del futuro con unos años de adelanto.
Al ser una fase tan temprana de la investigación, ¿los pacientes pueden llegar a beneficiarse de los tratamientos?
Hasta hace unos diez años, con los fármacos que se disponían en esta fase clínica inicial había muy pocos pacientes que se beneficiaban objetivamente de los tratamientos más allá de las ventajas derivadas de la supervisión y atención minuciosa y continuada inherente a los ensayos clínicos. Hoy en día las cosas han cambiado para bien y, sobre la base de un mejor conocimiento del cáncer y avances en tecnología farmacológica, vivimos una auténtica revolución terapéutica en Oncología. De hecho, hay algunas publicaciones que muestran que los medicamentos en ensayos modernos en fase temprana ofrecen tasas de respuesta tumorales comparables a tratamientos que están comercializados. En términos generales, el beneficio clínico existe también en estos ensayos clínicos en fase temprana.
Actualmente cuentan con un centenar de ensayos clínicos activos en tumores sólidos y oncohematológicos, pero ¿qué tipo de fármacos se investigan en esta Unidad?
Nuestros ensayos tratan pacientes de todas las indicaciones oncológicas. Tenemos fármacos biológicos dirigidos a dianas moleculares del tumor, diversos tipos de inmunoterapia -que modulan el propio sistema inmune del paciente para que éste ataque el tumor- tanto con fármacos de nueva generación como terapia celular, y también la próxima revolución terapéutica en Oncología, que es la quimioterapia moderna. Son fármacos citotóxicos que, a modo de “caballo de Troya”, están transportados por un anticuerpo monoclonal dirigido específicamente a receptores concretos de las células tumorales, con lo cual la quimioterapia solo ataca a las células malignas y facilita que no haya toxicidad porque respeta las células benignas, en concepto.
¿Cuántas personas trabajan en el área de ensayos clínicos en el CIOCC?
En su día empezamos cuatro personas y hoy somos alrededor de sesenta personas dedicadas a tiempo completo a la Unidad de Fase I. De hecho las unidades de fases tempranas tienen mayor número de personal que las de fase III o fases tardías, porque son ensayos en los que hay que visitar a los pacientes con mucha más frecuencia porque, al conocerse menos el medicamento, es necesario realizar un mayor número de pruebas analíticas y radiológicas, biopsias tumorales, análisis para ver cómo se distribuye el fármaco en la sangre, controles de seguridad y tolerancia, etc.
¿Cuál es el perfil de paciente más indicado para acceder a este tipo de ensayos clínicos?
Los pacientes que más se pueden beneficiar de participar en estos ensayos clínicos tienen un estado de salud general adecuado, es decir, no tienen muchos síntomas o los que tienen son llevaderos como para tener un día a día bastante conservado. Sus órganos (riñones, hígado o médula ósea) funcionan adecuadamente y no tienen otros problemas de salud o comorbilidades relevantes añadidos.
¿Por qué es tan importante la fase temprana de los ensayos clínicos para la investigación en general de los tratamientos?
Porque condiciona totalmente el desarrollo posterior del fármaco. No sólo porque para dicho desarrollo posterior la administración del mismo se hará de manera óptima siguiendo lo aprendido en los ensayos iniciales, sino también porque según sean los resultados del estudio Fase I, el estudio Fase II o III se va a centrar en una población de pacientes oncológicos determinada con un tipo tumoral y características específicas.
Adicionalmente, los ensayos clínicos hacen que el sistema de salud nacional sea más sostenible ya que, al ser financiados por la industria farmacéutica, facilitan que la Seguridad Social y las aseguradoras de salud puedan financiar mejor otras áreas y aspectos del cuidado y tratamiento multidisciplinar integral de los pacientes oncológicos españoles.
El laberinto que tienen que atravesar los nuevos fármacos retrasa el tiempo que las innovaciones tardan en llegar al paciente, ¿qué ventaja ofrecen los ensayos clínicos en este aspecto?
Los ensayos son un catalizador de las innovaciones, tanto hospitalarias, como de la industria farmacéutica, e, incluso, las agencias regulatorias. Ya son una innovación en sí mismos, por los fármacos que desarrollan de manera conjunta, pero por otro lado hay unos requisitos de calidad, excelencia y eficiencia transversal en las partes implicadas que facilitan un círculo virtuoso de talentos, sinergias y potencialidades que dan lugar a la generación de innovación y oportunidades de nuevos desarrollos.
Desde una perspectiva clínica, el personal de un programa de ensayos clínicos de Oncología en fase temprana, así como el hospital donde se encuentra ubicado, funciona como una cadena cuya fortaleza es la del más débil de sus eslabones, que obliga a que todas las partes implicadas funcionen como una orquesta, perfectamente alineados para poder tocar una sinfonía. Hay que pasar controles muy exigentes de las compañías farmacéuticas, tener aprobaciones de las agencias regulatorias… Y si no hay ese nivel de excelencia en el centro y el programa donde se hacen estos ensayos clínicos no se puede realizar dichos estudios. En este sentido, el valor de nuestro programa reside en el personal que trabaja en el, en sus diferentes roles, todos verdaderamente comprometidos y excelentes en lo suyo, que hacen que el tratamiento de nuestros pacientes oncológicos con estos medicamentos sea posible.
¿Cómo afectó la pandemia a la investigación del cáncer en España?
En la investigación clínica fue también todo un desafío, porque si los pacientes oncológicos ya eran especialmente vulnerables a los efectos negativos de la pandemia, los pacientes en ensayos clínicos tenían una fragilidad adicional derivada de la sofisticación de las estructuras y funcionamiento multidisciplinario que requiere necesariamente un ensayo clínico para poder realizarse, todo ello amenazado fatalmente durante el primer año de la pandemia.
Nosotros fuimos muy proactivos desde el primer momento, con una ayuda institucional fundamental para ello. Realizamos muchos ajustes y cambios, de manera continua, para poder seguir tratando a nuestros pacientes con seguridad tanto para ellos como para nuestro personal y de la industria farmacéutica. Valga como ejemplo que ya en febrero del 2020 estábamos pidiendo precios para comprar test rápidos de anticuerpos COVID en China; de hecho, de los primeros que se trajeron a España fueron posiblemente a parar a nuestra unidad de Fase I, para nuestros pacientes y personal, creo que en abril de 2020. Durante toda la pandemia hemos estado concienciados, perfectamente alineados, trabajando en equipo para seguir tratando pacientes sin interrupción, ya que para ellos era una necesidad vital.
¿Cuáles diría que son los puntos débiles de la investigación en España?
España es actualmente el segundo país en número de ensayos clínicos en Oncología y el primero de Europa, así que a día de hoy estamos muy bien.
Dicho lo cual, hay un área de desarrollo que va a revolucionar la manera de hacer investigación clínica en el futuro, en la que vamos varios pasos por detrás y que deberíamos abrazar todos de manera proactiva: la aplicación de la Inteligencia Artificial en investigación clínica. Se basa en el procesamiento de metadatos (Big Data) de pacientes tratados de manera pragmática, que se analizan con unas herramientas y enfoque radicalmente diferentes a los actuales, sobre la base de algoritmos de software que tienen la capacidad de aprender de dichos datos de manera ilimitada y de hacer predicciones con una precisión que ningún análisis humano actual es capaz de alcanzar. Esto lo está transformando todo, y también ocurrirá con la investigación clínica hasta el punto, creo, de que, por ejemplo, hará innecesario los estudios randomizados para saber si un medicamento investigacional es mejor o no que un fármaco estándar, algo verdaderamente revolucionario en la historia de la investigación clínica.
Para poder liderar también este campo que cambiará profundamente el modelo de la investigación clínica en todo el mundo necesitamos implementar en nuestros hospitales y centros de investigación clínica la tecnología, la formación y la “cultura” necesarias, un verdadero desafío como país y que, a día de hoy, estamos lejos de alcanzar.