"Es muy importante que digas que vuelas". "Para mí, es cojonuda". "Es como cuando vas ciego de alcohol, no enfocas bien y parece que todo se mueve. Estás como volando". Estas son algunas de las frases de Carlos, Esteban y David, tres amigos que describen así sus noches de fiesta con un cuarto acompañante, la ketamina, una sustancia que parece suma cada vez más adeptos en nuestro país.
La ketamina es un anestésico de curso legal empleado, principalmente, en veterinaria, aunque también se puede llegar a usar en intervenciones con humanos. "Sobre todo, se utiliza en animales porque se puede aplicar en concentraciones mucho más altas y es bastante segura. Por eso, se la conoce como la anestesia de caballos", detalla a EL ESPAÑOL Gorka Allende, farmacéutico.
Sin embargo, bajo este inocente uso médico, se esconde una cara B, la de las fiestas, la del ir "volandillo", la de la ketamina como droga de uso recreativo. Su irrupción se remonta al estallido de la contracultura durante los años 70. Es el momento del punk y del grunge y, acompañando a las letras de los Sex Pistols, que paradójicamente hablaban de un mundo anestesiado, muchos recurrían a ella para sentir ese efecto en su cuerpo. Y, si bien no triunfó tanto como otras sustancias, sí que llegó a ganarse un término chic entre sus habituales, la Special K.
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La trayectoria de esta droga se relaciona más con países como Estados Unidos, pero como evidencia el testimonio de estos tres amigos, la ketamina ha atravesado el charco y su consumo empieza a plantear un problema para países como el nuestro.
Una droga emergente
Así lo reflejan los datos de la última Encuesta sobre Alcohol y otras Drogas en España (EDADES), que publica bienalmente el Ministerio de Sanidad y cuyos datos se han conocido esta semana. Según este informe, entre las nuevas sustancias psicoactivas analizadas, la ketamina es la que ha obtenido una mayor prevalencia de consumo, con un 0,9% de la población. Teniendo en cuenta que el estudio mide a población de entre 15 y 64 años, casi 3.000 personas de nuestro país consumido de nuestro país ha consumido esta sustancia alguna vez en la vida.
La cifra dista mucho de las que pueden observarse en el cannabis o la cocaína, por eso está catalogada en nuestro país como una droga emergente. Aun así, como refleja el EDADES, su consumo parece que va en aumento, como también ha destacado la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes en varios informes: "El uso indebido de ketamina es cada vez mayor en los países de Europa, en particular en España y Reino Unido".
El problema es que, a diferencia de las otras drogas mencionadas, la ketamina es complicada de perseguir por su mencionado empleo legal con fines médicos. Asimismo, en los últimos años, se ha desarrollado paralelamente una línea científica que apoya con fuerza su utilización para el tratamiento de la depresión.
Como explica Allende, una de las particularidades de la ketamina respecto a otros antidepresivos convencionales, que actúan sobre los niveles de serotonina, es que afecta al glutamato, un neurotransmisor que se ha relacionado con el estado de ánimo. "A diferencia de otros medicamentos, la ketamina tiene un efecto mucho más rápido y los pacientes notan los efectos antes", prosigue el experto.
Clínicas de ketamina
Esto mismo es lo que demostraba una investigación publicada este 2022 en la British Medical Journal y que avalaba que el empleo de ketamina en pacientes con ideación suicida conseguía remitir esas ideas en un periodo mucho más corto de tiempo, con el añadido de que sus efectos se sostenían en el tiempo.
Tras la publicación de estudios como éste, profesionales de la psiquiatría miran con esperanza a esta sustancia. De hecho, en Estados Unidos, país en el que desde 2019 está aprobado el uso de un fármaco a base de un derivado de la ketamina, esketamina, han comenzado a aflorar "cientos" de clínicas de ketamina, como confesaba en The New York Times, Chris Walden, cofundador de una empresa proveedora de esta sustancia.
Si bien, en el mismo artículo, se denunciaba la posibilidad de que esto terminase derivando en un negocio fatal. "Dada la falta de datos a largo plazo, los potenciales efectos secundarios preocupantes y su posibilidad de abuso, creo que la ketamina todavía no está lista para un uso general seguro", denunciaba Carolyn Rodríguez, la directora del laboratorio de Terapéutica de la Universidad de Stanford.
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Precisamente, lo que destaca Allende es que la ketamina es "una de las drogas más adictivas" y pone un ejemplo para entender el mecanismo de esta acción: "Si tú comes mucho y enseguida lo gastas, vas a querer seguir comiendo y comiendo, entrando en un círculo vicioso que deriva en dependencia".
"A mí, personalmente, no me ha producido ese enganche, pero sé de buena mano que a mucha gente sí que se lo ha causado. Es una droga bastante adictiva". El que habla ahora es Marcos, otro joven que ha probado la ketamina. A diferencia de los otros testimonios, sus palabras son más crudas, pues una experiencia cercana le quitó las ganas de seguir coqueteando con ella. "Vi a un amigo al borde de un ataque de esquizofrenia por culpa de abusar de ella".
Allende también habla de los efectos secundarios. Entre ellos, destaca las alucinaciones y el riesgo de caer en un coma o, incluso, tener un infarto. Esto, sobre todo, porque la ketamina se suele mezclar con otras sustancias estimulantes, como cocaína y MDMA. "Con todo esto, tenemos ahí un componente desastre que, muy malamente dicho, nos puede llevar a un mal viaje que se nos escape de las manos", sentencia el profesional.