Aunque muchos piensan que la historia de una mujer que perdió la pierna por el mal uso de un tampón es un rumor, lo cierto es que es verdadera. La protagonista de esta historia es Lauren Wasser, una modelo de Los Ángeles (Estados Unidos), que sufrió un síndrome shock tóxico cuando tenía sólo 24 años. Este fatal episodio sucedió en 2012 y, en ese momento, consiguió salvar una de sus piernas. Ahora, Wasser ha perdido ambas piernas, pero sigue trabajando como modelo y tiene más de 144 mil seguidores en Instagram, donde es conocida como The Impossible Muse.
En realidad, la terrible infección que vivió la chica de los pies dorados —llamada así por el color brillante de sus prótesis— es un peligro real y conocido de los tampones para la menstruación. Ahora bien, el síndrome del shock tóxico es un mal poco frecuente y, además, los tampones que se encuentran en el mercado están asociados a un riesgo bajo de infección. Esto se debe a que en las últimas décadas los controles sobre estos productos se han intensificado y se comprueba que no favorezcan el crecimiento de microorganismos.
Pero, ¿es el uso de tampones la única razón por la que puede producirse esta dolencia? No, si bien se calcula que algo más de la mitad de los casos se producen en mujeres que menstrúan, también puede producirse por cortes o quemaduras en la piel, una cirugía reciente, otros productos femeninos de higiene o anticonceptivos o, incluso, padecer una infección viral, como la gripe o la varicela, según explica la Clínica Mayo. El síndrome del shock tóxico es potencialmente mortal y es una enfermedad producida por las toxinas de dos bacterias: el Staphylococcus aureus —que representa la mayoría de casos— y el estreptococo del grupo A.
Los síntomas
Cinco años después de padecer este síndrome, Wasser contó a la prensa que en un principio pensó que tenía síntomas de una gripe cuando estaba en el cumpleaños de una de sus amigas. Sin embargo, la característica más grave de esta enfermedad es que empeora con mucha rapidez. A la mañana siguiente, la policía la encontró inconsciente en su apartamento con 42 grados de fiebre y cubierta en sus propias heces y vómitos. Cuando ingresó fue inducida en un coma y fue salvada de un fallo multiorgánico. De todas formas, presentó una gangrena en su pierna derecha y buena parte de su pie izquierdo.
¿Cómo empieza este síndrome? Los primeros síntomas suelen ser un aumento de la fiebre muy pronunciado y en poco tiempo y el propio shock. Un shock se caracteriza por una bajada crítica del flujo sanguíneo en todo el cuerpo, lo que provoca que los órganos del cuerpo no reciban la suficiente cantidad de sangre y, por lo tanto, de oxígeno. Esto puede dar lugar a un daño irreversible e, incluso, a la muerte. Este síndrome también tiene otros síntomas como los vómitos y la diarrea, sarpullidos, desorientación, convulsiones, dolores musculares, de cabeza y enrojecimiento de ojos, boca y garganta.
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Se recomienda que si se detectan estos síntomas se consulte con rapidez y, sobre todo, si se han utilizado tampones. Recibir atención médica cuanto antes es especialmente importante cuando se experimenta esta enfermedad porque avanza rápidamente en poco tiempo. Según recoge la página web de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), el síndrome del shock tóxico no suele ser contagioso y las estadísticas de muerte están en tres de cada diez afectados.
Medidas preventivas
¿Se puede evitar el síndrome del shock tóxico? Sí, si tenemos precaución con las medidas de higiene y limpieza. Los CDC recomiendan en su página web que lavemos de manera adecuada todas las heridas que nos hagamos, por muy pequeñas que sean. En el caso de las heridas más grandes, deberíamos ser atendidos por sanitarios y evitar piscinas, lagos, ríos, mares y bañeras si tenemos una herida abierta o una infección activa. Además, de las medidas de lavado de manos e higiene que aprendimos durante la pandemia de la covid.
Si bien es cierto que los tampones para la menstruación han reducido su riesgo de propiciar un síndrome de shock tóxico, se sigue recomendando tomar medidas de precaución al hacer uso de ellos. En primer lugar, se recomienda que al introducir y al retirar el tampón se haga un buen lavado de manos y que se cambien cada cuatro u ocho horas como máximo. Además, también es importante elegir los tampones con el menor grado de absorción posible. Estos son los que se relacionan en menor medida con el síndrome del shock tóxico.