Enciendes la televisión —si es que eres de los que todavía sigue haciendo eso—, y te encuentras con la Tercera Guerra Mundial, un nuevo virus que infecta a humanos o el próximo debate de la política española. Así que, como estar obsesionado con las noticias genera más estrés, ansiedad y problemas de sueños, decides cambiar de canal en busca de un contenido menos denso, más divertido; entretenimiento, al fin y al cabo.
Lo más seguro es que termines viendo un capítulo repetido por no sé cuánta vez de La que se avecina o un programa de Callejeros viajeros. Quedémonos con este último. Su última emisión se produjo en 2013 y, casi 10 años más tarde, está entre lo más visto de Be Mad (la cadena en la que se emiten las reposiciones), según el portal FormulaTV, con 218.000 espectadores de media.
De hecho, el programa que se encuentra por encima no es otro que Viajeros Cuatro, un formato que, aunque cambia de nombre, no varía en cuanto a su contenido: gente viajando —así, sin más—. Sin embargo, este último no pertenece a la productora Molinos de Papel, la cual creó en 2009, tras el éxito de Callejeros, la versión viajera del programa.
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Aunque ambos dejaron de grabarse hace ya años, siguen generando tanto éxito que es la tercera productora líder en España en emisión de horas, como apuntan desde BLUPER. Pero, ¿cómo se explica que sigamos viendo este tipo de programa? ¿Acaso somos 'adictos' a Callejeros viajeros?
"En el momento en el que se produce un cambio en el día a día —ya sea abandonar las relaciones de amistad o incluso dejar el trabajo—, sí que podemos hablar de casos de adicción. Pero no todo el mundo pasa del uso al abuso". Quien resuelve esta duda es el profesor de la Universidad Complutense de Madrid y doctor en Psicología Guillermo Fouce. Ahora bien, descartada la adicción en términos científicos a estos formatos audiovisuales, ¿por qué los consumimos uno detrás de otro?
"¿Por qué los vemos?"
El director de cine Alejandro Amenábar realizó una crítica irónica en su ópera prima, Tesis (1996), acerca de ese momento en el que desde la televisión se escuchan estas palabras: "Atención. Las siguientes imágenes pueden afectar la sensibilidad de algunas personas". De manera prácticamente inconsciente, todos los miembros del hogar giran sus cabezas hacia lo que está a punto de emitirse por la pantalla.
Como apunta una revisión de estudios publicada en The Lancet, existe "una evidencia clara de que la imaginería violenta en televisión tiene un efecto a corto plazo sustancial en la excitación" de nuestros pensamientos y emociones. También hay estudios que demuestran el vínculo que puede existir entre ver en televisión un programa de cocina, como bien podría ser Masterchef, e incumplir con la dieta que se puede estar llevando en ese momento.
En el caso de un formato al estilo Callejeros Viajeros, Fouce señala dos motivos por los que entiende que se genera esta 'adicción'. El primero de ellos es que suelen contar con una entrevista que genera interés. "Existe un fenómeno de identificación con el entrevistado por parte del espectador". Este psicólogo lo compara así con programas en los que también hay pregunta-respuesta, como Mi casa es la tuya, Joaquín, el novato o La Resistencia.
Sin embargo, la diferencia con respecto a estos tres ejemplos se encuentra en el contexto. "A la entrevista se le añade la novedad del lugar en el que se realiza. Por ejemplo, de pronto aparece alguien siendo entrevistado en un avión". En este sentido, Fouce 'culpabiliza' al guion que se encuentra tras este tipo de contenido audiovisual.
Aunque Callejeros Viajeros se siga emitiendo pero no grabando, en la televisión se suceden nuevos programas que, para este doctor en Psicología, están todos basados en el fenómeno 'Gran hermano': "El espectador está inmerso en un proceso de autoengaño, por el que se cree que lo que está viendo bien podría ser su propia vida".
Se pone de moda, lo emiten en una franja horaria determinada o simplemente supone una novedad. Fouce no sabría con qué motivo quedarse para explicar que sigamos viendo estos programas que están exentos de cualquier tipo de análisis racional, pues solo "nos ofrecen entretenimiento y desconexión".
Y es que detrás de todos ellos se esconde un morbo que suele combinarse con una pizca de sexualidad, que se encuentra "en el centro de muchos enganches", comenta Fouce. En definitiva, sea con o sin sexo, sea en un plató de televisión o en la India, lo cierto es que programas como el de Callejeros viajeros sigue teniendo éxito aunque no se emitan nuevos episodios, aunque prácticamente nos conozcamos de memoria las intervenciones. Pero, como diría el personaje de Antonio Tejero en La que se avecina, "llámalo karma, llámalo energía o llámalo Dios", que nos mantiene pegados a la pantalla cuando haciendo zapping damos con este tipo de contenido.