Los aliados desconocidos de los tumores: así influyen los hongos en el desarrollo del cáncer
Un estudio publicado en la revista 'Cell' descubre la presencia de estos microorganismos en tejido de pacientes con la enfermedad.
24 octubre, 2022 01:26El papel de los hongos dentro del microbioma humano es un campo muy estudiado. Comprender cómo funcionan estos organismos en nuestro cuerpo es muy importante para entender enfermedades tan extendidas como la candidiasis. Sin embargo, también puede servir para abrir nuevas líneas de investigación en otras dolencias, las cuales, a priori, no tienen tanta relación con ellos, como puede ser el cáncer.
A día de hoy, se sabe que la alteración de las bacterias que habitan en el intestino es algo que acompaña a la progresión tumoral de ciertos tipos de cáncer, como el de colon, pulmón y páncreas.
Sin embargo, poco se ha reparado en los hongos, microorganismos que también componen el microbioma y que, además, son mucho más complejos que los virus y las bacterias. De hecho, las células de los organismos fúngicos (también conocidos como micobiota) son eucariotas, al igual que las de los animales y las plantas, mientras que las bacterias son procariotas.
Hay dos tipos de hongos principales: hongos ambientales, como pueden ser la levadura o el moho y que no representan ningún peligro para la mayoría de las personas sanas, y hongos que viven dentro o sobre el cuerpo humano.
Esos últimos puede brindar beneficios a los seres humanos, como mejorar la salud intestinal. También desempeñan un papel en la configuración de la inmunidad de su huésped, por lo que, para bien o para mal, cobran mucha importancia en personas inmunodeprimidas, como los pacientes con cáncer.
En esta línea, en 2019, una investigación publicada en Nature dio un gran paso y comprobó, en un experimento con ratones, que un género de hongos era capaz de acelerar la progresión del cáncer de páncreas. Ahora, una nueva investigación publicada en Cell va más allá.
35 tipos de cáncer
Desarrollada por un equipo internacional de científicos, dirigidos por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de California en San Diego (Estados Unidos), han conseguido trazar un 'atlas de micobiomas' que relaciona distintos tipos de hongos con distintos tipos de cáncer. "La existencia de hongos en la mayoría de los cánceres humanos es, a la par de una sorpresa, una esperanza", ha anunciado Rob Knight, coautor principal del estudio.
A través del análisis de 17.401 muestras de tejidos, sangre y plasma de distintos pacientes con cáncer, abarcando un total de 35 tipos de tumores, los investigadores encontraron presencia de células fúngicas en muchos de los principales cánceres humanos.
Los autores, asimismo, constataron que había diferencias en la composición de cada comunidad de hongos y los distintos tumores y que estos viven junto a las células cancerígenas en una situación de permisividad, en lugar de competitividad.
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Así, por ejemplo, se encontró que una especie de hongo determinada estaba presente en pacientes de cáncer de mama mayores de 50 años, mientras que otra era abundante en muestras de cáncer de pulmón.
Nuevas dianas terapéuticas
"Estos hallazgos validan la teoría de que el microbioma en su totalidad es una pieza clave de la biología del cáncer", explicaba el otro coautor de la investigación, Gregory Sepich-Poore, fundador de Micronoma, una empresa especializada en el desarrollo de biomarcadores microbioanos en sangre y tejidos para diagnosticar y tratar cánceres.
Además de trazar ese mapa, los investigadores hallaron otros resultados. Por un lado, también dan cuenta de que existen correlaciones significativas entre el tipo de hongo que se desarrolla y factores como la edad, el tabaquismo, la respuesta a la inmunoterapia, los subtipos de tumores y la supervivencia.
Lo único que, de momento, no se ha podido discernir si esta asociación es simplemente una correlación o, en cambio, hay una causalidad entre ellos. Lo que sí creen es que su describrimiento puede presentar importantes oportunidades en la investigación del cáncer. Ya no sólo a la hora de detectarlo, también podría utilizarse en el desarrollo de fármacos para combatirlo.