Las inversiones extravagantes de los grandes magnates de la tecnología no se limitan a los vuelos espaciales privados y los medios de transporte vanguardistas. La biotecnología es un campo en el que florecen las startups, y las propuestas más rupturistas en el campo de la medicina y la fisiología eran unas de las 'niñas bonitas' de Silicon Valley hasta hace poco tiempo.
Dos acontecimientos han 'pinchado' hasta cierto punto la burbuja de las terapìas futuristas. Por un lado, la pandemia de Covid-19 ha llevado a concentrar la financiación en las tecnologías que han resultado más exitosas, como las vacunas de ARN mensajero. Por otro, el fraude de Theranos y su falsa revolución en los análisis de sangre ha vuelto a los inversores mucho más cautos.
Una de esas apuestas entroncaba a la perfección con la imagen popular de los multimillonarios obsesionados con su bienestar a costa de los demás y con prolongar su vida más allá de los límites humanos. La 'bomba' saltó con el anuncio de que Peter Thiel, empresario de origen alemán y exsocio de Elon Musk, invertía en Ambrosía, una startup cuyo plan de negocio era pagar a jóvenes entre los 16 y los 25 años para donar su sangre, que sería posteriormente inyectada en adultos mucho mayores.
La idea que sostenía el proyecto era la parabiosis, la interconexión de los sistemas circulatorios de dos individuos. "Han averiguado que esto tiene un efecto rejuvenecedor extraordinario", afirmaba Thiel en 2016 en base a un artículo publicado en la revista Science según el cual un ratón joven "conectado" a otro de mayor edad conseguían "rejuvenecer" los órganos internos del más anciano. La idea de millonarios avejentados 'vampirizando' a jovencitos triunfó: la serie Silicon Valley lo parodiaba con una escena que representaba precisamente esto.
Sin embargo, este artículo fue objeto de controversia por sus conclusiones, rebatidas por otros ensayos. Como en el caso de gemelos siameses, dos organismos interconectados pueden compartir las funciones vitales, lo que ayuda al estado general de salud del más mayor pero sin producir un "rejuvenecimiento celular". Por el contrario, en un inquietante reflejo de la idea de vampirización, los órganos internos del más joven sí se deteriorarían a marchas forzadas por el sobreesfuerzo.
Ahora, un nuevo estudio publicado en la revista Rejuvenation Research viene a confirmar que las trasfusiones de sangre joven no solo no ayudan a rejuvenecer: en caso de producirse la parabiosis y mantenerse en el tiempo, será el individuo más joven el que se verá abocado a un envejecimiento acelerado y una muerte prematura. Así lo han observado los investigadores al unir quirúrgicamente a dos ratones de diferente edad, y en los que se controló su longevidad a lo largo de los tres meses siguientes.
La parabiosis heterocrónica es una herramienta de investigación empleada para determinar los factores sanguíneos en los órganos de animales jóvenes y viejos. Los investigadores intervinieron a ratones de diferente edad que se mantuvieron conectados durante tres meses. A continuación los desconectaron y estudiaron los efectos de la transfusión en el plasma sanguíneo y la longevidad de los animales.
"El resultado más sólido e interesante de este estudio es el hecho de que los ratones jóvenes presentaban una reducción significativa de su esperanza de vida cuando se les emparejaba mediante parabiosis heterocrónica", indican los autores. "Estos datos sostienen nuestra tesis de que la 'sangre vieja' contiene factores capaces de inducir el envejecimiento en individuos jóvenes. Descubrir y suprimir selectivamente la producción de esos factores en el organismo podría abrir una nueva puerta a la investigación de la extensión de la vida", concluyen.
En un editorial, la Dra. Irina Conboy, profesora del Colegio de Ingeniería de la Universidad de California en Berkeley e investigadora principal del experimento de parabiosis heterocrónica publicado en la revista Nature en 2005 que inspiró el actual, asegura que esto "zanja" el debate sobre la longevidad y "su relación con la sangre joven o vieja". Concretamente, confirma que las transfusiones de plasma sanguíneo de una persona de menor edad no alargarán la vida de alguien mayor.
"Este nuevo trabajo establece que la esperanza de vida de un ratón envejecido no aumenta tras unirse mediante parabiosis a otro de corta edad. En contraste, los animales jóvenes que estuvieron unidos a otros más viejos sufrieron una muerte prematura incluso después de haber sido separados. Este descubrimiento es importante para establecer una dirección correcta para dirigir los enfoques antiedad y proporcionar evidencias científicas clave para desmontar el mito de las transfusiones de sangre joven como factor de rejuvenecimiento", concluye Conboy.