Uno de los mayores retos a la hora de abordar el tratamiento del cáncer es la detección precoz. Muchos de los casos tienen una alta supervivencia si se diagnostican a tiempo, como sucede con el cáncer de riñón. Lo mismo ocurre con los sarcomas óseos, que componen el grueso de los tumores de hueso malignos más comunes.
Los dos más predominantes son el osteosarcoma, que copa algo más de la mitad de los diagnósticos, y el sarcoma de Ewing, que supone una tercera parte. Menos del 10% de los casos son condrosarcomas y, de forma residual, aparecen el angiosarcoma, fibrosarcoma, cordoma, el adamntimoma y otros sarcomas.
Hay que tener en cuenta que los sarcomas óseos son tumores muy infrecuentes. La Sociedad Española de Oncologolía Médica (SEOM) estima que se diagnostica un paciente al año por cada 100.000 habitantes. En 2022, los tumores del hueso y de los cartílagos articulares causaron 328 muertes, según cifra la institución.
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Su problema está en la población a la que afecta, que es muy joven. A pesar de la baja incidencia señalada, constituyen la quinta causa de cáncer en adolescentes y jóvenes de 15 a 19 años. Si bien, el osteosarcoma tiene lo que se denomina una distribución por edades tipo bimodal, es decir, hay dos momentos vitales en los que se da con mayor frecuencia, entre los 13 y 16 años y a partir de los 65. Mientras, el sarcoma de Ewing sí que se considera un cáncer pediátrico, ya que el 90% de los casos aparece en pacientes entre los cinco y los 25 años.
Por qué en jóvenes
Se desconoce la razón exacta del porqué afecta sobre todo en esos rangos de edad. Una de las hipótesis apunta a que el osteosarcoma puede estar relacionado con el crecimiento del hueso rápido, algo que ocurre de forma más drástica en la pubertad. Mientras, la línea de investigación del sarcoma de Ewing apunta a unas alteraciones en los cromosomas 11 y 22, anomalía que genera una proteína anormal.
Como hemos referido, un diagnóstico precoz es una herramienta fundamental para luchar contra esta enfermedad. Como especifica la Asociación Española Contra el Cáncer, la esperanza de vida de los pacientes con cáncer de huesos ha aumentado considerablemente en los últimos 30 años gracias al desarrollo de la quimioterapia. Con un tratamiento multimodal (aplicación de cirugía y quimioterapia) se estima que dos tercios de los pacientes que no presenten metástasis superen la enfermedad.
En España no hay un registro específico de tasas de supervivencia, pero según la American Cancer Society, ésta es, a los cinco años, de un 77% para el condrosarcoma si está localizado. Algo más alta es la del sarcoma de Ewing, que se sitúa en el 82%. Las cifras se reducen drásticamente si éste se propaga por otras partes del cuerpo, por lo que conviene prestar atención a las primeras señales para poder acudir a un médico cuanto antes.
Síntomas de alarma
De forma general, los primeros síntomas con los que se manifiesta esta enfermedad son dolor de huesos, inflamación y dolor en los alrededores de la zona afectada, fracturas recurrentes en la misma zona, fatiga y pérdida de peso involuntaria.
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Según informa la Clínica Mayo, una de las señales de alerta que pueden ayudar es si el dolor es intermitente, es decir, va y viene constantemente, aumenta por las noches y no se alivia tras la prescripción de analgésicos.
Mientras, la Asociación Española de Afectados por Sarcomas especifica que el dolor también suele aumentar tras el ejercicio y que, en algunos casos, puede darse la aparición de una masa de tejido blando adherida al hueso, la cual al palparla causa dolor. Este bulto, además, puede afectar a la funcionalidad de una articulación, si está cerca de una.
La misma asociación señala que otros signos generales pueden ser fiebre, astenia o anemia. Al igual que la Clínica Mayo, también refieren a la "fractura patológica", la cual estiman que se da entre un 10 y un 15% de los casos.
Habitualmente, los síntomas se experimentan durante varios meses y es frecuente que exista un antecedente de traumatismo o sobrecarga ósteo-muscular en la zona, aunque esto no es una causa para el desarrollo de la enfermedad, sino más bien un desencadenante de los propios síntomas.
Factores de riesgo
Es conveniente, asimismo, revisar los factores de riesgo asociados a la enfermedad. En cuanto al osteosarcoma, se apunta el haber recibido radioterapia sobre el hueso en el pasado o la presencia de enfermedad de Paget, un trastorno óseo crónico que causa fragilidad en los huesos. Aunque no se sabe a ciencia cierta, se cree que hay un componente hereditario, por lo que, aunque no se desarrolla normalmente hasta la vejez, su presencia puede ser un riesgo para el osteosarcoma.
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Otros síndromes genéticos heredados también se han asociado con la presencia del cáncer de huesos, como el síndrome de Li-Fraumeni, una enfermedad rara que se caracteriza por la aparición temprana de múltiples cánceres primarios. No obstante, según la SEOM, esto ocurre en muy pocos casos.
Para el sarcoma de Ewing la localización también es un punto clave a la hora de determinar el riesgo. Según un artículo publicado por la Revista Española de Cirugía Ortopédica y Traumatología, si el tumor se localiza en la zona pélvica, el pronostico empeora bastante.
En el caso de dicha investigación, llegaron a la conclusión de que la esperanza de vida a los seis años para este tumor era inferior al 40%. Si bien, la muestra se compuso de pocos pacientes, 41, en comparación con la base de datos nacional a la que tiene acceso la American Cancer Society.
En lo que sí coincide esta investigación con el resto de datos es que la esperanza de vida ha mejorado sobremanera en los últimos años. Como señala Ignacio Durán, oncólogo e investigador en dicho campo, para la Fundación para la Excelencia y la Calidad de la Oncología (ECO) "con una adecuada política de prevención se podrían evitar [en términos de todos los cánceres] uno de cada tres cánceres y eso es definitivamente mucho".