Al cirujano Pedro Cavadas se le ha podido criticar por opinar en términos categóricos sobre la estrategia de vacunación contra la Covid-19 sin ser inmunólogo o epidemiólogo. Pero lo que no se le puede negar es su conocimiento de los problemas asistenciales en los países en desarrollo, de donde proceden muchos de los pacientes a los que opera cuando habrían quedado desahuciados en su lugar de origen.
Así, en septiembre de 2020, el especialista se mostraba escéptico ante las posibilidades de las nuevas vacunas contra la Covid-19 para poner fin a la pandemia. El grueso de su artillería, como era habitual en esa época, se dirigía contra el Gobierno de España. "Es más nocivo el resultado del mal manejo de las medidas para combatirlo que el virus en sí mismo, ya que es de baja mortalidad", denunciaba, exigiendo una auditoría para averiguar por qué España era entonces el líder mundial en mortalidad.
Sin embargo, era el resto del mundo lo que de verdad preocupaba a Cavadas. "El problema fundamental va a ser más económico que sanitario. La repercusión económica supone intentar controlar la expansión del virus genera un daño económico mucho más nocivo que el daño sanitario que provoca el virus. Es una situación de muy difícil manejo (...) Esto no va a acabar muy bien", explicaba en su visita a las instalaciones del Museo de la Fauna Salvaje de Valdehuesa (Castilla y León).
A continuación, formulaba su predicción: "Primero se vacunará a la parte rica de la población mundial y hasta que se vacune a los 5.000 o 6.000 millones de personas en el mundo pasarán años. Las partes pobres del mundo se vacunarán mucho más tarde y eso hará que la pandemia siga una evolución asimétrica en todo el mundo".
Ahora, cuando se han cumplido dos años desde el inicio de la pandemia y se acerca el segundo aniversario de los confinamientos en Europa, la Organización Mundial de la Salud (OMS) confirma el negro augurio: más del 80% de las poblaciones en regiones como África siguen sin vacunar contra la Covid y no tienen visos de recibir una dosis a corto plazo.
Según el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, esto pone en peligro las esperanzas de controlar la pandemia en 2022. "Por favor, cubran el vacío existente y acabemos con la pandemia", imploraba a los ministros de Finanzas del G20, pidiendo una inversión global de 60.000 millones de dólares.
Esa suma de dinero sería destinada para el Acelerador ACT, el programa con el que la OMS y otras agencias financian la distribución de vacunas, tratamientos, test y otras herramientas contra la COVID-19. "Nos encontramos ante un dilema y es que se necesitan inversiones significativas en un momento en el que muchos países están sintiendo la mordida [de la pandemia]”, añadía Tedros.
"La pandemia no ha pasado cuando hay 70.000 personas que mueren a la semana de una enfermedad que es tratable, cuando el 83 % de la población de África no ha recibido todavía ni una sola vacuna", insiste. "La salud es una inversión, no un coste", cerraba su llamamiento a los líderes políticos.
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