Todos los animales vertebrados tenemos células B que producen anticuerpos. Estos son proteínas en forma de Y muy específicas y capaces de neutralizar virus o toxinas bacterianas, reconocer células tumorales, etc.
Como vemos, sus beneficios son evidentes. Sin embargo, estas moléculas son muy grandes y no se sintetizan químicamente. Entonces, ¿cómo podríamos obtener algunos de estos anticuerpos específicos y en grandes cantidades?
Podemos hacerlo mediante la técnica original y revolucionaria desarrollada por los doctores Milstein y Köhler en 1975, gracias a la cual ganaron el Premio Nobel en 1984. Consiste en unir la célula que produce el anticuerpo que nos interesa junto a una célula similar pero tumoral (que es inmortal).
La célula híbrida (o hibridoma) puede mantenerse ahora de forma indefinida y producir así en grandes cantidades un monoclonal específico. Desde entonces, se han generado miles de anticuerpos monoclonales para emplearlos en técnicas de diagnóstico, investigación, purificación de compuestos y en terapia. Por ejemplo, para el cáncer, autoinmunidad, degeneración macular, alergias, etc. Esta técnica ha revolucionado la biomedicina y aún continúa desarrollándose. De hecho, se ha hablado mucho de ella en relación a la covid-19.
Los monoclonales han ido evolucionando para que nuestro organismo no los rechace durante una terapia: de murino a quiméricos, humanizados y más recientemente a tener todas las secuencias humanas. A todos ellos se los nombra con la palabra mab (del inglés, monoclonal antibody) para diferenciarlos de otros fármacos.
Técnicas utilizada antes de la pandemia
Algunos ejemplos de aplicaciones con éxito de los anticuerpos monoclonales anteriores a la covid-19:
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Técnicas de diagnóstico. Ayudan a detectar enfermedades e, incluso, a evaluar su pronóstico. Identifican tipos de tumores, niveles hormonales, componentes plasmáticos y fármacos, detección de microorganismos, etc. De esta forma, ayudan a los clínicos a conocer más sobre la enfermedad de un paciente.
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Purificación de compuestos. Por ejemplo, el factor de la coagulación necesario para un hemofílico. Ya no es necesario ir al hospital a recibir transfusiones de plasma, ya que pueden inyectarse en casa. Además, aquellas personas que reciben interferón u otras proteínas recombinantes también tienen que dar gracias a los monoclonales.
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Investigación. Está permitiendo el avance científico sobre los mismos no solo en biomedicina, sino en muchas otras áreas como ecología, neurociencias, botánica, etc. El objetivo es identificar nuevas dianas, diseñar experimentos y desarrollar técnicas innovadoras, entre otros.
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Terapia. Es usado para el tratamiento de enfermedades autoinmunes (artritis reumatoide, lupus eritematoso, enfermedad de Crohn, etc.), degeneración macular, asma y, sobre todo, en cáncer. La inmunoterapia del cáncer destruye directamente el tumor o “despierta” a linfocitos dormidos para que lo ataquen. Así, ha abierto la esperanza a la curación de muchos pacientes, siendo una de las grandes revoluciones recientes.
Aplicaciones durante la pandemia de covid-19
El desarrollo de anticuerpos monoclonales ha sido especialmente útil durante la pandemia.
Test de antígenos del SARS-CoV-2
Se parece al test del embarazo y ya todos lo conocemos. Es una técnica inmunológica basada en anticuerpo monoclonal que reconoce a proteínas del virus. Suelen emplearse nanobolitas de oro que dan el color rojo a las bandas.
Tratamiento de la tormenta de citocinas
La gravedad de esta enfermedad se asocia con una gran respuesta inflamatoria en el pulmón mediada por citocinas como interleucina 6 (IL-6), IL-1 y otras. Ya antes de la pandemia había comercializados algunos anticuerpos monoclonales para tratar artritis reumatoide, para aquellos que reciben un tratamiento de linfocitos modificados (terapia CART) u otras patologías.
Este es el caso de los inhibidores de la IL-6: Tocilizumab, Sarilumab y Siltuximab. Por eso se empezaron a usar de urgencia en pacientes con covid-19 grave. En algunos casos hubo éxito, pero los ensayos clínicos en marcha aún no son muy concluyentes.
Tratamiento neutralizante del SARS-CoV-2
Los monoclonales se utilizan para capturar al virus antes de que entre en nuestras células. Por eso sirven para prevenir o para tratar en etapas tempranas de infección. Hay ya varios desarrollados y comercializados.
El problema es que al ser tan específicos, si el virus muta pueden perder su reconocimiento. Esto ya ha ocurrido con algunos de ellos, por lo que se emplean de forma combinada en muchos casos.
La Agencia Europea del Medicamento (EMA) ha autorizado los siguientes:
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Imdevimab y Casirivimab (Ronapreve)
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Regdanvimab (Regkirona)
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Sotrovimab (Xevudy)
Los datos indican que el tratamiento con estos anticuerpos reduce el tiempo de hospitalización y muerte de pacientes infectados por SARS-CoV-2 y también que pueden prevenir la infección en contactos estrechos.
Sin embargo, otros como Bamlanivimab combinado con Etesevimab han sido desestimados al perder eficacia frente a nuevas variantes.
Actualmente, están en proceso de evaluación dos monoclonales más: tixagevimab y cligavimab (Evusheld), que tienen la ventaja de ofrecer protección de larga duración.
Estudio de la inmunidad frente al SARS-CoV-2
En los laboratorios de inmunología se emplean diversos anticuerpos monoclonales para estudiar la inmunidad. Se marcan con sustancias fluorescentes o unidos a enzimas y se usan en distintas técnicas inmunológicas.
Se puede hacer seguimiento de pacientes para conocer las poblaciones leucocitarias sanguíneas, evaluar su inmunidad celular y humoral y respuestas de memoria. Se emplea una larga batería de monoclonales dirigidos frente a proteínas del paciente CD4, CD3, CD8, CD19, etc., o del virus (proteínas S, N, M del SARS-CoV-2).
Investigación durante la pandemia
Los anticuerpos monoclonales permiten estudiar la respuesta inmunitaria, la interacción del virus con nuestras células y muchas cosas más. Los principales estudios en marcha al respecto durante la pandemia se centran en la búsqueda de terapias eficaces, en un mejor conocimiento del virus, variantes, mecanismos de entrada, transmisión y en el desarrollo de nuevas vacunas multivariantes.
Además, también se utilizan para investigación de vacunas que induzcan más larga inmunidad y estudios de la respuesta inmunitaria que se genera en nuestro organismo tras la infección por el SARS-COV-2 o por la vacunación.
Como vemos, los anticuerpos monoclonales ya forman parte del día a día de nuestras vidas y están siendo fundamentales también para combatir esta pandemia.
*María África González es catedrática de Inmunología de la Universidad de vigo.
**Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation.