La esclerosis múltiple es una enfermedad neurodegenerativa que padecen alrededor de 55.000 personas en España y unos tres millones en todo el mundo. A pesar de que se trata de una enfermedad conocida desde hace más de un siglo, las causas que la producen y su cura son todavía un misterio. Sin embargo, este jueves se ha publicado un artículo que puede dar comienzo a una nueva era en la investigación de esta dolencia.
No es la primera vez que un estudio científico acusa como causante a una infección vírica, pero los autores de este sostienen que es el primero que reúne "pruebas convincentes" de la causalidad entre el virus de Epstein-Barr con la esclerosis múltiple. Es posible que este virus no nos resulte familiar por su nombre, sin embargo, se trata del mismo que produce la mononucleosis infecciosa, la famosa enfermedad del beso. Una vez se contrae este virus, el huésped es portador de por vida, aunque pasa a un estado latente y es muy raro que, al reactivarse, el paciente vuelva a enfermar.
La investigación ha sido llevada a cabo por un equipo de investigadores de la Harvard T. H. Chan School of Public Health y se ha publicado este jueves en la revista científica Science. Alberto Ascherio, autor principal del estudio y profesor de Epidemiología y Nutrición en la Harvard Chan School, explica que relacionar este virus con la esclerosis múltiple es un paso muy importante porque "sugiere que muchos de los casos de esclerosis múltiple podrían ser prevenidos si frenamos esta infección".
Una cura en el futuro
Pero, además, Ascherio también habla sobre la posibilidad de encontrar una cura para esta enfermedad poniendo el foco en el virus Epstein-Barr. La esclerosis múltiple afecta al cerebro y a la médula espinal; el sistema inmunitario ataca a la mielina —que es la vaina que protege las neuronas—, se produce una inflamación y, como consecuencia, los impulsos nerviosos se reducen o, incluso, se detienen. Al estar los nervios repartidos por todo el cuerpo humano, los síntomas pueden observarse en muchas de sus partes.
Establecer la relación entre el virus y la enfermedad fue todo un reto debido a que, mientras que la esclerosis múltiple es una enfermedad poco frecuente, el virus de Epstein-Barr puede encontrarse en más del 90% de los adultos. Además, los científicos observaron que los primeros síntomas de esclerosis múltiple se producían unos 10 años después de la infección. Por ello, los investigadores trabajaron con una gran muestra de pacientes: más de 10 millones de jóvenes adultos en activo en el ejército de Estados Unidos. Realizaron un seguimiento de los pacientes durante 20 años a través de la prueba del sida que esta institución hace cuando un nuevo soldado ingresa y, después, cada dos años.
De todos ellos, 995 fueron diagnosticados de esclerosis múltiple durante sus años de servicio, de los cuales se sabe que 800 estuvieron en contacto con el virus Epstein-Barr a través de muestras pasadas. Y de estos 800, 35 entraron en el Ejército sin el virus, pero el 97% lo contrajo mientras duró el seguimiento.
Con las pruebas bianuales, los investigadores analizaban una muestra de suero de estos pacientes: determinaban el estado del virus Epstein-Barr con respecto a la primera muestra tomada y la relación entre este y el inicio de los síntomas de la enfermedad neurológica. Entre los jóvenes que se habían infectado con este virus, el riesgo de presentar esclerosis múltiple en los años de servicio era 32 veces mayor.
La espera de la esclerosis
Infectarse con otros virus, sin embargo, no afectaba para nada en el desarrollo posterior de esta. Sólo tras la infección con el virus Epstein-Barr se observaba un incremento en el suero de cadenas ligeras de neurofilamentos, un biomarcador de la degeneración de los nervios típica de la esclerosis múltiple. Según el estudio, estos hechos no pueden ser explicados a través de otros factores de riesgo de la esclerosis múltiple y señalan, por tanto, a este virus como el principal responsable.
Pero, ¿por qué puede llegar a pasar una década entre la infección del virus y los primeros síntomas de la esclerosis múltiple? Ascherio apunta dos posibles explicaciones: la primera es que todavía no sepamos detectar los síntomas más tempranos de la esclerosis múltiple y que, por tanto, estén pasando desapercibidos; la segunda, que el retraso de los síntomas se deba a la evolución de la relación entre el sistema inmune del paciente y el virus —este sistema se estimula cada vez que el virus se reactiva—.
"Actualmente no existe una manera efectiva de prevenir o tratar la infección por el virus Epstein-Barr, pero, si llegan a desarrollarse vacunas o medicamentos antivirales específicos para este virus, esto cambiaría", sugiere Ascherio. Antes de este equipo de la Harvard Chan School, otros grupos de investigadores habían apuntado a la infección vírica como el posible desencadenante misterioso de la esclerosis múltiple. El primero de ellos se publicó en Brain Journal en el mes de marzo de 2021.
Sospechas tras la mononucleosis
En esa investigación se explicaba que quienes habían padecido una infección —relacionadas, en su mayoría, con los sistemas nervioso y respiratorio— tenían un mayor riesgo de presentar esclerosis múltiple en el futuro. Siete meses después, el mismo equipo de investigación publicó otro estudio en la revista JAMA Network Open y, en este, señalaron concretamente a la mononucleosis infecciosa como un precedente del desarrollo posterior de la esclerosis múltiple.
Este estudio investigó a cerca de 2,5 millones de personas en Suecia, de los cuales, 5.867 habían sido diagnosticados de esclerosis múltiple a partir de los 20 años —la edad media de diagnóstico fueron los 31 años—. Tras analizar los datos, concluyeron que los pacientes que habían padecido mononucleosis infecciosa entre los 11 y los 19 años tenían una mayor probabilidad de desarrollar esclerosis múltiple, y el riesgo todavía era mayor si la infección se había producido entre los 11 y los 15 años.