La nueva variante del coronavirus, extremadamente contagiosa, ya está en China, pero los datos no parecen reflejarlo. Mientras países como Francia, Australia o España viven la mayor explosión de contagios de toda la pandemia, el país chino -con unos 1.400 millones de habitantes- apenas reporta una media de 175 nuevos casos diarios. Unas cifras oficiales que a algunos siguen sin convencerles.
Los números del gobierno de Xi Jinping se miran desde fuera con recelo. Igual que en un inicio se cuestionaba el origen real del coronavirus, numerosos expertos ponen en tela de juicio la veracidad de unos números que resultan ínfimos para un país de una extensión inmensa conocido por ser el más poblado del planeta. Su realidad, sin embargo, es más similar a la de los peores meses de la crisis sanitaria.
Ómicron fue detectado en el país asiático el pasado 13 de diciembre después de que un hombre que llegaba a la ciudad china de Tianjin diera positivo durante la cuarentena obligatoria de 14 días que impone el gobierno chino a todo el que vuele desde el extranjero. Poco después, se confirmaba un segundo caso en la ciudad de Cantón, al sur de China. También provenía de otro país. Sin embargo, los nuevos casos notificados oficialmente de Covid-19 no reflejan por el momento una incidencia descontrolada.
El ejemplo más claro es el de la ciudad de Los 7.000 Guerreros de Terracota, Xi'an, al noroeste de China. Mientras el mundo celebraba el nuevo año, allí, unos 13 millones de habitantes vivían un nuevo episodio al estilo de Wuhan. El 23 de diciembre, la metrópoli registró 54 nuevos casos de Covid-19. Desde entonces, todos los negocios no esenciales permanecen cerrados, cada familia sólo puede enviar cada tres días a una persona a comprar artículos de necesidad y las autoridades realizan pruebas masivas a la población.
Es la estrategia cero covid que lleva implantando el gobierno de Xi Jinping desde el comienzo de la pandemia en el país para acabar por completo con el virus. Sus fronteras llevan cerradas a los no residentes desde 2020, decretan confinamientos de ciudades enteras y con cada brote de apenas varias decenas de casos, se aplican las medidas más estrictas. Los ciudadanos que incumplan estas medidas se enfrentan a multas de miles de yuanes e, incluso, a penas de cárcel, según el caso.
Además, Pekín ha apostado por una estrategia paralela contra el coronavirus como es la de la vacunación masiva: al menos el 84% de la población ya cuenta con la pauta completa y alrededor del 8% ya dispone de una dosis de refuerzo. En el país chino, sin embargo, las vacunas que se están administrando, la de Sinopharm y CoronaVac (ambas de producción china), no parecen por ahora muy efectivas contra la nueva variante.
Un estudio realizado por investigadores de la Universidad Jiao Tong de Shanghai asegura que la vacuna china de Sinopharm tiene una actividad neutralizante "significativamente menor" contra ómicron. En concreto, sus resultados -aún preliminares- apuntan que es 20,1 veces menos efectiva con esta nueva variante que con la cepa de Wuhan. Otro estudio de la Universidad de Hong Kong muestra en sus resultados iniciales que CoronaVac tampoco refuerza lo suficiente la respuesta inmunitaria contra la nueva variante.
No obstante, más allá de las vacunas, China sigue notificando cifras que palidecen al compararlas con las que presenta cualquier otro país. Desde que comenzó la pandemia, apenas se han registrado oficialmente 103.121 contagios y 4.636 muertes. España, por ejemplo, acumula ya la friolera de 6,92 millones de casos y 89.837 fallecidos por coronavirus. Y eso teniendo en cuenta que dispone de unas cifras de vacunación del 81%, muy cercana a la realidad china.
La Comisión Nacional de Salud china se mantiene así en su posición y asegura que la tolerancia cero a la Covid-19 será capaz de acabar con ómicron. De hecho, ante la avalancha de contagios en Xi’an, se piensa intensificar la estrategia de cero covid aplicando más confinamientos, cuarentenas más extensas (actualmente de 21 días) y un mayor rastreo de los contactos de los casos positivos.
Del cero covid a la mitigación
La estrategia de hermetismo frente al coronavirus que sigue manteniendo China ha demostrado tener algunos beneficios en otros países como Australia. Allí, después de dos años de cierre total con una política muy estricta frente a la Covid-19, se llegaron a notificar los ansiados cero contagios de coronavirus en todo el territorio. Unas cifras que, unidas a la vacunación de la población, permitieron una relajación de las medidas.
Con la llegada de ómicron, la explosión de casos que sufre el país australiano ahora es similar a la que viven otros países como Estados Unidos, al que -por el momento- superan en número de casos diarios confirmados. Sin embargo, la estrategia de covid cero ya no es una opción. En ciudades como Melbourne, donde incluso se llegó a ostentar el récord -algo dudoso- de confinamientos desde marzo de 2020, los ciudadanos llevan apenas unos meses disfrutando de una nueva normalidad.
A pesar de la nueva variante, no hay cabida al confinamiento, pero sí a otras medidas estrictas como parte de una nueva estrategia contra el coronavirus en el país: la de mitigación. Es la que se está aplicando en la mayoría de países europeos, por ejemplo, y entre ellas, se incluyen las cuarentenas obligatorias de 14 días para poder entrar al país o la obligatoriedad de la vacunación.
Por esto último ha sido muy sonado el caso del tenista serbio Novak Djokovic, al que los agentes fronterizos australianos le denegaron la entrada al negarse a revelar si se había vacunado o no. Pero lo cierto es que se trata de un país que aún vive serias restricciones por la Covid-19 y donde aún está prohibido viajar -salvo excepciones- si no se es ciudadano australiano o residente.
Como Australia, otros países que aplicaron estrategias de cero covid como Corea del Sur, Taiwán, Singapur, Vietnam o Nueva Zelanda también han sucumbido a otras políticas de mitigación del virus. El objetivo ya no es tanto acabar con el virus sino conseguir aplanar la curva de contagios hasta el punto de que no suponga una presión para el sistema sanitario. En palabras del primer ministro conservador Scott Morrison: "No nos queda otra alternativa que surfear la ola". Y es esta precisamente la estrategia que se está siguiendo en la mayoría de países europeos.
China, sin embargo, persiste en su estrategia. Pekín, de hecho, cree que manteniendo esa política de intolerancia hacia el coronavirus se podrán conseguir beneficios económicos a largo plazo. Sin embargo, como aseguró la profesora experta en China, Sean Yuji, a The Guardian, hay varias razones por las que el país mantiene aún hoy esos controles tan estrictos.
La alta densidad de población y una menor inmunidad colectiva en la población debido a la exposición limitada al virus y unas vacunas menos efectivas pueden llegar a colapsar su sistema de salud. No hay más que recordar el hospital adicional que se construyó en China en apenas unos días cuando el país vivía sus peores momentos de la pandemia. Además, el posible costo humano de la apertura también tiene una dimensión política. Abandonar la estrategia de cero covid podría enfrentar al gobierno chino a críticas sobre un liderazgo deficiente o una mala toma de decisiones.
No obstante, ya hay científicos que advierten que incluso el autoritarismo o medidas de control estrictas pueden no ser suficientes para mantener a raya a variantes altamente transmisibles como ómicron. Tulio Oliveira, director del Centro de Respuesta e Innovación ante Epidemias de Sudáfrica, aseguró en sus redes sociales que incluso China tendrá grandes dificultades contra ómicron con una política de cero covid. El dilema está servido.
¿Es suficiente con la mitigación?
La nueva variante está dejando la mayor ola de contagios en los países europeos desde los inicios de la pandemia. Francia, Reino Unido, Italia y España notifican cada día más de 100.000 nuevos contagios. Pero lo cierto es que cada país está tomando sus propias medidas de mitigación del virus.
Portugal ordena el cierre de bares y discotecas. Otros como Finlandia o Suecia establecen horarios reducidos en los establecimientos. En Bélgica, los teatros, cines y salas de espectáculos permanecerán cerrados. Reino Unido ha optado por no llevar a cabo más restricciones. Y en otros como España, se impone de nuevo la mascarilla obligatoria en exteriores, a pesar de que la ciencia ha constatado ésta como una medida ineficaz en la mitigación del virus.
Aún con medidas más estrictas que otras, los países tratan de convivir con el coronavirus y con sus distintas variantes. Se adaptan y, en general, se toman medidas de mitigación de la enfermedad, aunque esto es algo que mayoritariamente ocurre cuando los casos de covid vuelven a dispararse.
Pero lo cierto es que, además de medidas de contención del virus en cada territorio, hace falta mirar más allá de nuestras fronteras. Concretamente, al territorio africano. Allí, la población apenas está vacunada. En Sudáfrica, por ejemplo, apenas un 26% de la población ha recibido la pauta completa.
Las consecuencias pueden ser devastadoras para el continente africano, pero también para el resto del mundo. Como ha advertido la Organización Mundial de la Salud en repetidas ocasiones, la falta de vacunas convierte al territorio africano en un lugar donde el virus puede mutar hacia variantes más peligrosas en un futuro y más resistentes a las vacunas que ya se están administrando contra la Covid-19 en países de occidente.