Las cifras de muertes que deja tras de sí la Covid a nivel mundial son escalofriantes: más de 5,3 millones de personas perdieron la vida en apenas dos años de pandemia según las cifras oficiales. Los peores efectos del virus parecen contenerse estos últimos meses en aquellos países en los que existe un acceso a las vacunas, pero incluso este privilegio podría ser solo un parche ante lo que podría estar por venir. Según el último informe del Global Health Security Index, el mundo "no está preparado" para la próxima pandemia.
Más del 90% de los países no tienen un plan para distribuir las vacunas o los medicamentos durante una emergencia sanitaria como la que provocó la Covid-19 y tampoco cuentan con una red de atención en hospitales, clínicas y centros de salud lo suficientemente equipada, al menos en un 70% de los casos. El índice, elaborado por Nuclear Threat Initiative y el Centro Johns Hopkins para la Seguridad de la Salud, demuestra así cómo casi la totalidad de los 195 países analizados son "extremadamente vulnerables" a las futuras emergencias sanitarias.
Los datos recopilados entre el mes de agosto de 2020 y junio de 2021 se analizaron en base a seis indicadores: prevención; detección y notificación temprana de epidemias de posibles preocupación internacional; respuesta rápida y control de transmisibilidad; sistema de salud suficiente y sólido para tratar a los enfermos y proteger a los trabajadores de la salud; compromisos para mejorar la capacidad nacional, planes de financiamiento para abordar las brechas y adherirse a las normas globales, y reconocimiento del entorno de riesgo general y vulnerabilidad del país a las amenazas biológicas.
España ocupa el puesto 17 del ránking de países más preparados ante una pandemia. No obstante, las puntuaciones recibidas dejan que desear. Con respecto al año 2019, nuestro país ha empeorado en aspectos como la prevención (donde ha obtenido un 47,5 sobre 100) y en la capacidad de respuesta (con un 54,6). Es también reseñable que uno de los ámbitos que obtienen peor nota que esta última es el sistema de salud (con un 52,9). Una deficiencia que se ha observado especialmente en los meses más duros de la pandemia, cuando profesionales de la salud reclamaban más fondos y recursos para atender la avalancha de pacientes en clínicas y hospitales.
En cuestión de prevención, hay una brecha importante en lo que tiene que ver con el tratamiento y la previsión de enfermedades zoonóticas, algo fundamental para evitar una transmisión a la población humana. De hecho, en este punto España se sitúa en el puesto 57 del total de países analizados. Asimismo, donde tampoco consigue un aprobado es en el indicador de bioseguridad. Como reconoce el informe, es fundamental que los países creen estructuras y sistemas para asegurar los materiales biológicos y la investigación, especialmente aquellos que involucran patógenos especialmente peligrosos, a fin de prevenir un uso indebido accidental o deliberado.
El ránking no sólo recoge las debilidades de los sistemas sanitarios de cada país, sino también da una idea de sus puntos fuertes. España destaca especialmente en el reconocimiento del riesgo a amenazas biológicas (con un 75,6) y en la detección y notificación temprana de epidemias (con un 70,8).
Anita Cicero, directora adjunta del Centro Johns Hopkins, cuenta que "puede ser difícil para los países saber cuál es la mejor manera de utilizar sus muy limitados recursos para protegerse de manera significativa contra futuras pandemias". Por este motivo, este índice viene a hacer de "guía para identificar y abordar las brechas de preparación con el objetivo final de reducir los impactos económicos y en la salud cuando se presente la próxima crisis de salud pública".
Luces y sombras del Índice
El informe señala que los países continúan desatendiendo las necesidades de preparación de las poblaciones vulnerables, lo que agrava el impacto de las emergencias de seguridad sanitaria. De hecho, solo 33 países cuentan con un plan general de preparación y respuesta ante emergencias que incluye consideraciones para estos grupos.
Los países analizados en este estudio tampoco estarían preparados para prevenir eventos biológicos catastróficos a nivel mundial que podrían causar daños mucho mayores que el Covid-19. Hasta 176 países no han publicado ni implementado un plan nacional general de respuesta a emergencias de salud pública para enfermedades con potencial epidémico o pandémico.
Aunque esto no es lo único llamativo. Los resultados han sorprendido a los expertos al descubrir el país que lidera el ránking. Estados Unidos, con una puntuación de 75,9, sería el país más preparado del mundo para afrontar una futura pandemia mundial. Y aunque es cierto que hasta ahora hay 19 países con mayores tasas de fallecimientos por cada millón de habitantes, estos datos llaman la atención después de un año en el que la atención sanitaria en el país norteamericano se ha calificado como fallida. De hecho, otros países como México o Italia, con menor tasa de decesos, reciben una puntuación mucho menor en este estudio (muy cerca de la puntuación 50).
La doctora Jennifer Nuzzo, investigadora principal del Centro Johns Hopkins, señala en declaraciones a The New York Times que el índice se diseñó para medir las herramientas y los recursos que una nación tiene a su disposición, pero tampoco es capaz de predecir la eficacia real con la que se utilizan esos recursos en una emergencia. "El hecho de que exista en papel no significa que vaya a funcionar", comenta.
No obstante, los expertos coinciden en la conclusión principal del informe: el mundo no está preparado para hacer frente a otra pandemia. Incluso los países que lideran el ránking ni siquiera alcanzan nota suficiente para dar respuesta a otra emergencia sanitaria de igual o mayor envergadura que la originada por la Covid-19.
Por este motivo, una de las recomendaciones que hace el informe es, precisamente, aumentar los fondos para seguridad sanitaria en sus presupuestos nacionales y revisar las acciones llevadas a cabo en la actual pandemia, de tal forma que se puedan enmendar errores en futuras emergencias. Como apunta Nuzzo, "los líderes ahora tienen una opción", y es que "pueden realizar inversiones dedicadas y sostenibles en las necesidades creadas durante la respuesta a la Covid-19 para preparar a sus países para el largo plazo; o pueden volver a caer en el ciclo de décadas de pánico y negligencia que dejará al mundo en grave riesgo ante futuras amenazas inevitables para la salud pública".