A todos nos ha ocurrido alguna vez que, al despertarnos con un leve catarro o un dolor de cabeza que no se va, el primer sitio al que acudimos es la farmacia. Sabemos que allí encontraremos no solo un remedio a nuestro malestar, sino el consejo de confianza de un profesional sanitario. El rol del farmacéutico ha dejado de ser únicamente el de proveedor de medicamentos, sino que adopta también un papel asistencial contribuyendo al cuidado de la salud de sus pacientes.
Esto lleva ocurriendo décadas en nuestro país, porque la farmacia en España es el recurso sanitario más cercano y accesible a los ciudadanos. Cuenta con la red más extensa de Europa (más de 22.000 establecimientos) y 9 de cada 10 españoles tienen una a menos de diez minutos de su casa. El amplio sistema y cualificación del sector han convertido estos establecimientos en lugares donde también se atienden necesidades sociales, pues se presentan cercanos y de confianza ante el paciente.
Muestra de esta dilatada experiencia en atender problemas de toda índole son las más de dos décadas de iniciativas, desarrolladas desde las farmacias y los diferentes Colegios de Farmacéuticos. Grandes campañas de vacunación, el impulso de campañas de cribado de enfermedades o actuaciones contra problemas sociales como la violencia de género se han llevado a cabo desde estos establecimientos durante años, realizando una importante labor en cuanto a la concienciación de la población sobre su salud y la confianza que los individuos depositan en el sistema sanitario.
Esta labor social ha resultado muy importante también durante la pandemia. Cuando el resto de recursos sanitarios se encontraban al límite, las farmacias se convirtieron en un espacio seguro donde los pacientes acudían en busca de información. Durante estos meses, tampoco se dejaron de lado las necesidades sociales de una parte de la población. Se llevaron a cabo iniciativas, por ejemplo, como Mascarilla 19, que surgió del Instituto Canario de Igualdad con los Colegios de Farmacéuticos de Canarias y que se extendió a 12 comunidades autónomas y 20 países de cuatro continentes. A través de este proyecto, las mujeres maltratadas podían pedir ayuda durante el confinamiento pidiendo una “Mascarilla-19” para activar los protocolos de ayuda oficiales.
También se firmó en este tiempo un convenio de colaboración entre el Estado de Seguridad del Ministerio del interior y el Consejo Farmacéuticos para detectar a las personas pertenecientes a colectivos vulnerables que habían dejado de retirar su medicación habitual durante los meses de confinamiento. Y se pusieron en marcha muchas otras iniciativas para cuidar de los pacientes más vulnerables, enfermos crónicos o mayores principalmente, como la entrega de medicamentos a domicilio, de la que se beneficiaron más de 850.000 pacientes solo durante marzo de 2020.
Impulso al papel asistencial del farmacéutico
Mantenerse como un importante agente en el cuidado y bienestar de la población sigue siendo un objetivo prioritario para el sector, por ello el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos (CGCOF) ha presentado recientemente su Estrategia Social de la Profesión Farmacéutica. El documento presenta trece acciones dirigidas a promover la innovación social, mirando hacia los pacientes, la protección del medioambiente y la cooperación y alianza con otros organismos.
Las líneas de acción de dicha estrategia se han articulado según sus beneficiarios, divididos en cinco grandes grupos. En primer lugar están los pacientes, a los que se tratará de involucrar más en el cuidado de su propia salud mediante iniciativas de sensibilización. Para ello se ha puesto en marcha una Escuela con Pacientes en colaboración con distintas asociaciones para contribuir a la figura del paciente activo. También se desarrollarán innovadores mapas asistenciales para enfermedades crónicas, mostrando la necesaria participación de los farmacéuticos en el cuidado de estos pacientes.
Otros grupos a los que se dirige son las mujeres, a través del apoyo de la Red de Farmacias contra la Violencia de Género y un plan específico de inclusión para promover políticas corporativas desde la perspectiva de género.
También la infancia, los colectivos vulnerables (como personas en riesgo de exclusión social) y, el último grupo al que se hace referencia en esta Estrategia Social, los mayores, a los que se pretende ayudar detectando situaciones de soledad aprovechando la cercanía de los farmacéuticos con sus clientes habituales, muchos de ellos mayores. Esta parte del programa se llevará a cabo a través de la Red de Farmacias contra la soledad y se desarrollarán actividades dirigidas a las personas de mayor edad que puedan encontrarse en una situación de vulnerabilidad y aislamiento.
Otro de los propósitos de esta estrategia es que el trabajo de los profesionales farmacéuticos sea un instrumento social vital en España, y que asimismo contribuya a cumplir los retos previstos en la Estrategia de Desarrollo Sostenible 2030 del Gobierno de España, cuyos puntos más importantes son los derechos de las personas y la sostenibilidad. Este último punto ya era de vital importancia para el sector, como ejemplifica el proyecto SIGRE que, desde 2001, se encarga de garantizar la correcta gestión medioambiental de los envases y los residuos de medicamentos procedentes de los hogares. El aspecto medioambiental también forma parte del mapa de programas de la recién presentada Estrategia Social del CGCOF. Así, junto a Sigre se ha lanzado Ecofarmacia una guía de 77 buenas prácticas para que los establecimientos puedan cuidar del medioambiente en su actividad diaria.
Sobre la puesta en marcha de esta estrategia, el presidente del Consejo General de Colegios Farmacéuticos, Jesús Aguilar, ha señalado que “esta emergencia global ha puesto sobre la mesa con mayor peso aún, la necesidad de que todos los actores sanitarios desarrollemos nuestra dimensión social para lograr alcanzar los difíciles retos que tenemos como país y como sociedad. Los farmacéuticos somos agentes sociales de primer orden dispuestos a contribuir a alcanzar estos retos con nuestro compromiso sanitario y firme vocación social, como se ha visibilizado en esta pandemia. En este contexto, la red de 22.137 farmacias, que atiende diariamente a más de 2,3 millones de personas, es un aliado sociosanitario esencial para el conjunto de la sociedad”.
La farmacia es un servicio público esencial que adquirirá a partir de ahora nuevos compromisos en su labor social para hacer frente a los retos del futuro, coordinando iniciativas que cuidan de toda la comunidad, pero con especial atención a los pacientes y colectivos vulnerables. Aquí será esencial el papel asistencial no solo del sector de la farmacia como conjunto, sino del de cada uno de sus profesionales como garantes del derecho a la salud.