En España se han puesto más de 1,2 millones de dosis adicionales de la vacuna contra la Covid hasta el momento. De ellas, 1.044.472 son del suero fabricado por Pfizer y BioNTech y 160.414 del desarrollado por Moderna. Esto quiere decir que más de un millón de personas ha recibido tres dosis de los 11 millones que se prevé que la necesiten.
Hay una parte de ellos para los que la situación no acaba ahí. Y es que no todas las terceras dosis son iguales. El Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas acordaron inocular nuevamente a personas que vivan en residencias, a personas con condición de muy alto riesgo y a aquellas mayores de 70 años (aunque parece que se acabará incluyendo a los mayores de 65).
De estos grupos, uno de ellos recibirá con gran probabilidad una dosis más de la vacuna. La estrategia nacional de vacunación no ha llegado a este punto, pero la lógica de la inmunización dirige hacia allá y ahora cuenta con el apoyo de una de las grandes instituciones mundiales de control de enfermedades.
Se trata de aquellas personas inmunocomprometidas, es decir, con un sistema inmune deficiente, bien sea por tener una enfermedad que le afecta o recibe medicamentos que lo comprometen de algún modo u otro.
En este grupo entran tanto las personas afectadas por VIH como aquellas con diferentes enfermedades inflamatorias, los pacientes de cáncer sometidos a quimioterapia o los receptores de trasplantes de órganos sólidos o de progenitores hematopoyéticos (conocidos como trasplantes de médula). En total, son más de 350.000 personas las que entran en esta descripción en nuestro país.ç
Pauta ampliada de vacunación
Las características inmunes de estos individuos hacen que su cuerpo no pueda fabricar el número suficiente de anticuerpos con dos dosis de la vacuna, por lo que se decidió incluir una tercera como parte de una pauta ampliada, de forma que puedan llegar a los niveles que consigue el resto de la población con dos.
Ahora, los Centros para el Control de Enfermedades de Estados Unidos, conocidos como CDC por sus siglas en inglés, han emitido la recomendación de añadir una dosis de refuerzo a esta pauta ampliada de tres inyecciones. En total, serían cuatro inoculaciones y la última se administraría a los seis meses de la tercera.
Esta cuarta dosis se corresponde con la tercera de los demás grupos, una dosis de refuerzo ya que se ha comprobado que la efectividad vacunal (es decir, su eficacia en la vida real, más allá de los ensayos clínicos) disminuye con el tiempo.
La recomendación de los CDC se apoyan en una recopilación de datos de ingreso por Covid en 187 hospitales de Estados Unidos entre enero y septiembre de este año. Se incluyeron unos 70.000 pacientes, de los que 20.000 estaban inmunocomprometidos y solo la mitad había recibido dos dosis de la vacuna.
El estudio concluye que la efectividad de las vacunas (de ARN mensajero, la de Janssen quedó fuera de la investigación) frente a la hospitalización por Covid-19 en este grupo de pacientes era del 77%, frente al 90% en el grupo de personas inmunocompetentes mayores de 18 años.
La efectividad en los vacunados con entre 18 y 64 años de edad variaba del 80% en el grupo de inmunocomprometidos al 93% en el de personas inmunológicamente sanas. Para los mayores de 65 años, los porcentajes eran del 75% y del 87%.
Al evaluar la efectividad de las vacunas según el tipo de suero, el fabricado por Moderna llegaba al 81%, mientras que el de Pfizer-BioNTech era del 71%. Siempre hablando, eso sí, de los pacientes inmunocomprometidos.
El estudio no acababa ahí, sino que también midió la efectividad de ambos preparados en los diferentes subgrupos de personas con algún tipo de inmunosupresión. Así, las que salían peor paradas eran las que habían sido sometidas a trasplante de órganos o de médula.
La eficacia frente a hospitalizaciones por Covid-19 en este grupo era del 59%, con notables diferencias según el tipo de vacuna: 70% en el caso de Moderna, 45% en el de Pfizer (con una variabilidad de entre el 13% y el 66%).
Donde también hay una notable variabilidad es en el caso de personas con condiciones inmunes que van más allá de los cánceres o las enfermedades reumatológicas. Mientras que Moderna ofrece una efectividad del 81%, Pfizer lo hace del 64%. En tumores hematológicos, la primera da una efectividad del 85%, mientras que la segunda da el 62%. Menos notables son las diferencias en tumores sólidos (85% vs 72%) y enfermedad reumatológica o inflamatoria (78% en ambas).
A la espera de mayor evidencia
A la vista de los resultados de este estudio y otros similares, al presidente de la Sociedad Española de Inmunología, Marcos López Hoyos, no le queda clara la necesidad de ofrecer un booster a las personas que tengan una pauta ampliada.
"No está demostrado que en todos [los inmunosuprimidos] esté fallando la inmunidad con las dos dosis", comenta a EL ESPAÑOL. Y aun comprobando esa escasez de anticuerpos, "no está aumentando el número de infecciones en relación a ese fallo en la producción de anticuerpos". Es decir, que no está habiendo el nivel de infecciones y hospitalizaciones esperado en este grupo de población al no conseguirse la suficiente inmunidad con dos dosis.
Por otro lado, la dosis adicional en algunos inmunosuprimidos ha generado un aumento en esa producción de anticuerpos mayor de lo esperado, porque lo que la necesidad de un refuerzo no estaría tan clara, explica.
"Lo que me preocupa de estos estudios es que transmitamos la sensación de que la vacuna no funciona", cavila, por lo que se muestra partidario de esperar a obtener más evidencia antes de plantear futuros refuerzos.
La respuesta de las vacunas en este grupo –ya de por sí muy variado– es heterogénea incluso dentro de un mismo subgrupo. "Hay una menor respuesta de anticuerpos y celular en trasplante pulmonar y renal respecto al cardíaco y hepático", indica.
A pesar de esa heterogeneidad, se muestra de acuerdo en haber generalizado esa dosis adicional en todos los inmunosuprimidos (habida cuenta de que no ha presentado efectos secundarios de gravedad). Sin embargo, antes de pasar al siguiente nivel pide prudencia.