Las gafas de sol se han convertido desde hace tiempo en un artículo de moda. Esto no es malo, pero no hay que descuidar sus funciones de salud. Además del lado estético hay que tener muy en cuenta la protección de nuestra salud visual. Así, los materiales de las lentes pueden ser de varios tipos, todos son igual de buenos, pero se diferencian en sus características físicas, según precisa Antonio Carlos García Ruiz, óptico optometrista y miembro de la red de ópticos independientes de CECOP.
El cristal de las gafas de sol puede ser mineral, es decir, de vidrio oftálmico, más pesado, resistente a los arañazos, pero delicado frente a los impactos, y que por seguridad no debe usarse en gafas de uso deportivo. U orgánico, hecho con materiales oftálmicos derivados del plástico, de peso ligero, resistentes al impacto, pero sensibles a las ralladuras y arañazos. Recomendables para uso deportivo.
El experto recuerda que el mejor lugar para adquirir unas gafas de sol es un establecimiento sanitario de óptica, ya que el comprador tendrá la seguridad de que el producto cumple con todas las normas sanitarias y de seguridad, además de la garantía legal, al estar además aconsejado por un profesional óptico optometrista, que le recomendará la mejor opción en función de sus necesidades.
"No es lo mismo utilizar las gafas de sol en una ciudad, que usarlas en la montaña o en la playa, por ejemplo, dado que los índices de UV son diferentes y por lo tanto se necesitará una protección adecuada a cada caso", afirma el experto.
En este sentido, resalta que no hay una edad a la que empezar a utilizar gafas de sol, sino que estas se deben utilizar bajo las mismas premisas en adultos y en niños. Además, García llama la atención sobre el hecho de que teniendo en cuenta que los ojos de los niños están en evolución y crecimiento, es conveniente una atención mayor, especialmente a la hora de prevenir "sorpresas desagradables".
Problemas de visión
De hecho, lamenta que pueden surgir problemas variados en nuestra visión unas gafas de sol de mala calidad, desde mareos o dolor de cabeza hasta más graves por la exposición a la radiación UV.
"Para defenderse de la radiación ultravioleta, además de los párpados y de las pestañas, el ojo humano cuenta con estructuras que bloquean gran parte de esos rayos, logrando que muy pocos de ellos puedan alcanzar la retina. La córnea y el cristalino se ocupan de que apenas llegue esta radiación a la retina, donde podría causar daños irreparables", advierte el miembro de CECOP.
García insiste también en que los problemas más comunes son queratitis superficial, que provoca fotofobia y una sensación de arenilla en los ojos que suele mejorar permaneciendo con los ojos cerrados durante unas horas. "Este cuadro puede evitarse usando lentes protectores correspondientes", avisa.
Otros problemas que pueden surgir por no llevar unas gafas en buen estado son las cataratas (opacificación del cristalino), que se observan con mayor frecuencia en las personas que viven en zonas ecuatoriales o zonas elevadas: "Las evidencias epidemiológicas acerca de la relación causal entre UV y catarata nos permiten asegurar que la protección contra estos rayos no solo es conveniente sino necesaria para evitar el desarrollo de la catarata senil".
Es más, mantiene que, a pesar de que el cristalino y el epitelio pigmentario protegen en gran medida a la retina, hay radiaciones que la afectan, como en la típica "quemadura" de los fotorreceptores de la retina foveal, por ver un eclipse solar sin la protección adecuada. También hay estudios que aseguran la relación causal entre la radiación solar y la degeneración macular asociada a la edad.
Las gafas adecuadas
Con todo ello, el miembro de CECOP remarca que hay que valorar en primer lugar el tipo de protección: "En cuanto a la protección hay que valorar dos tipos. La cantidad de luz que pasa a través de la lente, es decir, el tono de oscuridad. Y la cantidad de radiación ultravioleta que filtra".
Además, dice que en las monturas se debe observar: el marcado CE, que nos garantiza que cumple con la normativa europea en cuanto a fabricación y protección, el nivel de protección luz visible transmitida en una escala de 0 a 4 o bien con letras A, B, C, D y protección de 100% UV.
"Las gafas de sol se deben elegir en función de la actividad que se pretenda realizar con ellas. Las lentes polarizadas y las no polarizadas deben tener máxima protección igual ante el paso de la luz y ante la agresión ultravioleta. Ahora bien, las lentes polarizadas eliminan la luz reflejada molesta, por lo que para situaciones de luminosidad con mucha reflexión son ideales, por ejemplo, para la playa y para la montaña, fundamentalmente con nieve", agrega.
Dice que las gafas con cristales polarizados también son muy recomendables para conducir ya que, cuando se utilicen, no se apreciarán los reflejos del sol en el parabrisas del coche que nos precede, o la sensación de agua que aparece en verano en el asfalto, por ejemplo.
"Incluso dentro de las lentes polarizadas existen calidades y procesos en el tratamiento de las lentes que las completan y las mejoran, como por ejemplo la potenciación de la visión del color o el antireflejante", aclara el óptico optometrista. Sobre la elección de los tonos de coloración de las lentes, eso sí, el miembro de CECOP sostiene que es un aspecto "muy subjetivo", ya que cada persona debe elegir el color con el que se encuentre más cómodo y le proporcione un mayor contraste.
"Bien es cierto que algunos colores pueden modificar ligeramente los colores de los objetos que miramos. Así el marrón atenuará los tonos azulados y potenciará los rojizos, quizás por eso se recomienda más para conducir. El gris y el verde son colores más neutros que apenas modificaran las coloraciones. Existen también variaciones de colores como en las coloraciones degradadas (más oscuras por arriba que por abajo). Cada tono es recomendable para una actividad. Para conducir no se recomiendan los niveles '4' o 'D', ya que son lentes demasiado oscuras", sentencia García Ruiz.
Igualmente, apunta que en las lentes de sol es "absolutamente necesario" que se aplique una protección 100% UV: "Normativamente está regulado, y el perjuicio que puede provocar a medio y a largo plazo puede ser irreparable. Además, hay que tener en cuenta que la mayoría de las lesiones de retina no cursan con dolor, por lo que si durante mucho tiempo estamos aplicando radiación nociva a nuestro sistema visual, las molestias no las tendremos inmediatamente, pero el daño se irá acumulando y cuando dé la cara, posiblemente tengamos una lesión de importancia".