Las olas de Covid-19 mutan como el propio virus: cada nueva subida de casos tienen unos condicionantes particulares. Así se explica que, cuando creemos que la situación está controlada, la realidad nos vuelve a echar un jarro de agua fría. Como se han cansado de explicarnos los especialistas, todavía estamos lejos de poner el punto final a la pandemia y todas las medidas importan para contener el SARS-CoV-2.
Durante el curso escolar, la eficacia de las medidas de prevención nos hicieron olvidarnos de los colegios, institutos y universidades. Ahora, la población que no está vacunada es la que está viviendo un aumento de casos con una velocidad que no se ha vivido antes.
Hace dos semanas, el jueves 17 de junio, se notificaron 4.197 casos en un día. Este jueves se han notificado más de 12.000. El lento incremento de la incidencia acumulada en los últimos siete días ya iba dando avisos de que algo se estaba cociendo entre bambalinas, hasta que se ha disparado 17 puntos en un solo día. El macrobrote de Mallorca, con unos 2.000 afectados, hizo saltar las alarmas, pero han sido los datos del Ministerio de Sanidad, ahora desglosados por edades, los que han hecho, como la niña del cuento del traje del emperador, que nos sea imposible mirar para otro lado.
Repunte entre jóvenes y ocio nocturno
Mientras las incidencias acumuladas a 14 días de las personas mayores de 50 años están plenamente integradas en lo que se llama nueva normalidad o acercándose a ella, las de aquellas entre 12 y 29 se han disparado: casi el triple de la media y 15 veces superior a los mayores de 70.
La franja de edad entre los 12 y 19 años tiene una incidencia de 345,26 casos por cada 100.000 personas. En un solo día, ha crecido nada menos que 60 puntos. Mientras, los individuos de entre 20 y 29 años notifican 366,74 casos, catapultando la tasa por encima de los 70 puntos. Por contraste, en menores de 11 años se sitúa en 83, y entre los 30 y 39 años, en 172 casos.
Desde mediados de junio, la gran mayoría de comunidades autónomas están viviendo un repunte drástico en este indicador. Así, en Andalucía se llega a 342 casos por cada 100.000 jóvenes; en Cantabria, a 738; en Cataluña, a 710; en Castilla y León, a 419, etc. Es decir, que no se trata solo de comunidades costeras o destino de los viajes de fin de curso. Solo hay cuatro comunidades con una incidencia menor a 200 y una sola, Castilla-La Mancha, en que los nuevos casos entre los jóvenes son menores a la media de la incidencia nacional total.
No se trata solamente del caso Mallorca. "Es un hecho que el fin de curso académico ha afectado a las cifras", explica a EL ESPAÑOL Jesús Molina, miembro de la junta directiva de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene. "Lo de Palma de Mallorca ha tenido que ocurrir en otros niveles sin que hayamos sido conscientes, porque habrá habido mucha fiesta ilegal, etc."
Se da la circunstancia de que, pese a este incremento salvaje, este indicador no se ve tan afectado por la bajísima incidencia de los mayores de 70 años, lo que justifica la apertura del ocio nocturno según el semáforo planteado por Sanidad.
Sin embargo, las franjas de edad que disponen de ese ocio nocturno son las que tienen la incidencia por las nubes, lo que no da una perspectiva halagüeña de este verano. Hay comunidades, como Cantabria, que están planteando el cierre de las discotecas para atajar esta grave crisis. No está claro que el resto tenga una respuesta tan tajante ante la dicotomía salud-economía.
La variante Delta y las vacunas
Hasta ahora, ha supuesto el 2,7% de los virus secuenciados en la última semana de la que hay datos. La variante B.1.617.2, conocida como Delta o india, está causando estragos en países tan cercanos como Reino Unido y Portugal, y el Centro Europeo para el Control de las Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés) ya ha avisado de que supondrá el 90% de los casos en Europa a finales de agosto.
La mayor parte de casos de esta variante se han dado en tres comunidades. Madrid avisó el 12 de junio de que había transmisión comunitaria de esta cepa en la comunidad. Se han identificado 46 casos según el último informe epidemiológico de la región. En Castilla y León ha habido cerca de un centenar de contagios asociados a ocho brotes. En Baleares ya supone el 24% de los casos positivos.
El ECDC estima que la variante Delta es hasta un 60% más transmisible. Pero el verdadero problema es la eficacia de las vacunas frente a la misma: si ya se ha comprobado que con la pauta completa la protección solo disminuye ligeramente, con una única dosis sí que hay un notable descenso de la efectividad.
El ritmo de vacunación en España no va mal. Ya hay casi 18 millones de personas que han recibido las dos dosis. Casi todos los mayores de 70 años tienen la pauta completa. Y de las personas entre 50 y 59 años, tres de cada cuatro tienen las dos dosis. La situación es más delicada en el tramo de edad de entre los 60 y 69 años. La mayoría de ellos se vacunaron con AstraZeneca, cuya segunda dosis se inocula a los tres meses de la primera por lo que, aunque casi todos tienen una dosis en su cuerpo, más de la mitad están esperando la inyección de refuerzo y, por tanto, tendrían mayor riesgo de contraer la Covid.
Una de cada diez personas de entre 20 y 29 años ya ha recibido la pauta completa de la vacuna. Esto es, por lo general, porque se trata de profesionales sanitarios o de otro tipo incluidos en los grupos de riesgo de la estrategia nacional de vacunación. Pero claro, esto indica que nueve de cada diez veinteañeros pueden contraer la enfermedad y, lo que es peor, transmitirla a los familiares mayores, cuyo riesgo de ingreso o mortalidad por Covid es mayor.
En el caso de los individuos entre los 12 y los 19 años, hay un 0,6% vacunado con pauta completa. Parte de esta población se priorizó por tener enfermedades crónicas graves incluidas dentro de la estrategia de vacunación.
"Ahora es prioritario incrementar el ritmo de vacunación", señala el preventivista Jesús Molina. Esta quinta ola Covid "va a depender mucho de ese ritmo, y parece que con el verano ese ritmo va a disminuir".
Las comunidades autónomas están empezando a inocular los sueros en personas a partir de los 30 años. El presidente del Gobierno anunció que los adolescentes se vacunarían dos semanas antes del comienzo del curso escolar, es decir, a medidados de agosto. En conclusión, la gran mayoría de individuos de entre 12 y 29 años pasará el verano sin estar vacunado con pauta completa. Esto, unido a la alta incidencia y al escape vacunal por la variante Delta, puede convertirse en una desagradable bomba de relojería.
Fuera mascarillas
El último factor que puede amargar el verano es el levantamiento de la obligación de llevar mascarillas al aire libre. No tanto por el peligro que puede generar este hecho sino por la relajación que puede provocar en otros ámbitos, ya sea espacios cerrados, transporte público o grandes aglomeraciones.
Fue el pasado sábado 26 de junio cuando la normativa eximía de llevar mascarilla en espacios abiertos, por lo que todavía es pronto para juzgar el efecto de esta medida en la pandemia. Hay especialistas que opinan que no afectará a la incidencia. "Es lo que menos me preocupa", sostiene Molina. "Tampoco ha sido un cambio de normativa tan grande, la gente tiene que seguir llevando mascarilla si no hay distancia de seguridad". Para él es más preocupante las fiestas ilegales donde, evidentemente, la mascarilla brilla por su ausencia.
Con todo, la buena noticia es que el colapso de los hospitales es algo ya del pasado. El porcentaje de camas ocupadas por pacientes Covid-19 en la actualidad roza el 2%, mientras que en la UCI hay algo más del 6% de camas dedicadas al coronavirus. Ojo, en tres comunidades se sigue superando el 10%: Cataluña (10,36%), Madrid (13,22%) y La Rioja (15,09%).
Ni que decir tiene que el otro gran punto positivo son las vacunas. Con la mayoría de la población más vulnerable vacunada de dos dosis es más que previsible que se repetirá la situación de la cuarta ola y no llegaremos a los escenarios de las anteriores. No obstante, entre repetir las primeras tres olas y la disminución de casos graves hay mucho espacio y es probable que las cifras se tambaleen y no hacia el lado que todos quisiéramos.
Hace poco más de una semana comenzó el verano. Quedan por delante dos meses llenos de incertidumbre, con una juventud que quiere olvidar de una vez por todas la pandemia, unas administraciones que buscan la reactivación económica del ocio y la amenaza de una variante más contagiosa y más escurridiza ante las vacunas. Definitivamente, estas serán unas vacaciones en las que no podremos olvidarnos del convidado de piedra del último año y medio.