La luz al final de la Covid: de los peores tratamientos a los nuevos fármacos que abren la esperanza
Una gran parte de las terapias usadas en estos meses han sido descartadas, pero nuevos medicamentos se están abriendo camino.
22 junio, 2021 01:23Noticias relacionadas
El éxito cuasi absoluto de la investigación de vacunas contra la Covid-19 desde el inicio de la pandemia, que hace que podamos vislumbrar el final de una enfermedad que ha contagiado a más de 178 millones de personas en todo el mundo, contrasta con los tímidos pasos dados hacia un tratamiento eficaz de la propia enfermedad. Tanto es así que, hasta el momento, solo un fármaco ha recibido indicación para la patología causada por el SARS-CoV-2.
El último de los fármacos que acaba de estrellarse contra el muro se llama AZD7442, una combinación de anticuerpos que se administraba tras la exposición (al contrario que una vacuna, que debe inocularse antes) y que no lograba reducir la aparición de síntomas de una forma considerada significativa por la comunidad científica.
"Conocemos muy poco la enfermedad y eso hace muy difícil diseñar la terapéutica", reconoce Emilio Alegre, farmacéutico del Hospital Universitario de Puerto Real y miembro del grupo de evaluación de fármacos de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria. "Un año de experiencia es muy poco. Además, hay que tener en cuenta que el sistema inmune es bastante eficaz contra el virus, la mayoría de personas pasa la enfermedad sin pena ni gloria".
¿Qué ocurre en aquellas en que la enfermedad se agrava y requieren de tratamiento hospitalario? "Se trata de un problema específico del paciente que hace que caiga en formas graves de la enfermedad. Por ahí han ido muchos estudios", apunta, pero todavía no hay conclusiones sólidas.
Hay otra razón por la que están tardando tanto en llegar tratamientos para aquellas personas ya infectadas. "Hay muchos antibióticos para todo tipo de bacterias, pero antivirales tenemos muy pocos", reconoce José Manuel Ramos, coordinador del grupo de enfermedades infecciosas de la Sociedad Española de Medicina Interna. Por lo que no es raro que no se haya encontrado algo realmente eficaz contra la Covid-19. "Solo hemos sido capaces de hacerlo frente al VIH y la hepatitis. Los virus son muy complejos de tratar".
Tratamientos descartados
De hecho, la mayoría de medicamentos utilizados por su actividad antiviral desde el inicio de la pandemia han acabado desechándose: el tratamiento actual en personas que requieren hospitalización se basa en el uso de corticoides, principalmente la dexametasona, que actúan contra la inflamación que provoca el virus.
Los fármacos que se han intentado lanzar contra el propio virus han acabado en desuso. En los primeros meses de pandemia, el estándar de tratamiento era la combinación de antivirales lopinaviru y ritonavir, utilizados frente al VIH. Un ensayo realizado en China en los albores de la pandemia con 199 pacientes mostraba algunos datos secundarios que eran más favorables en personas que habían recibido esta combinación. A pesar de que los propios investigadores no observaron beneficios, estuvo utilizándose "hasta que se descartó a finales de abril del año pasado", comenta Ramos.
Fue un macroensayo con más de 11.000 personas realizado en Reino Unido, llamado Recovery, el que dio la puntilla a estos antivirales: no habían mostrado beneficios en la mortalidad, el tiempo de estancia en el hospital o la necesidad de ventilación mecánica.
Sin embargo, el caso más sonado sigue siendo el de la hidroxicloroquina. No se trata estrictamente de un antiviral, pues está dirigido contra la malaria, enfermedad provocada protistas (organismos unicelulares que no son bacterias) del género Plasmodium.
Recibió bastante publicidad después de que el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, afirmara tomarla para tratarse la Covid que contrajo en mayo de 2020. "Más del 80% de los pacientes llevaron hidroxicloroquina en las primeras olas del virus porque pensábamos que podía ser eficaz, aunque no teníamos ensayos que lo confirmaran", explica Emilio Alegre.
Sola o en combinación con el antibiótico azitromicina, pasó a utilizarse masivamente esa primavera, hasta que llegó el jarro de agua fría: tanto el macroensayo Recovery como el coordinado desde la Organización Mundial de la Salud, Solidarity, evidenciaron que el fármaco no proporcionaba beneficio alguno a las personas hospitalizadas por Covid. Al añadirle azitromicina no solo no era eficaz sino que además se le añadían posibles riesgos de arritmia.
Al igual que la hidroxicloroquina, la ivermectina es un antiparasitario, no un antiviral, pero también se ha usado para combatir el SARS-CoV-2, y con el mismo nulo resultado. "En España no se llegó a utilizar pero sí se hizo en Latinoamérica", comenta el doctor Ramos.
El problema con la ivermectina es que no es inocuo. Interactúa con otros medicamentos como los anticoagulantes y puede llegar a producir, en caso de tomar dosis superiores a las recomendadas, diarrea, vómitos, hipotensión, convulsiones e incluso ser mortal en ciertos casos.
Un estudio realizado en Colombia y publicado en el Journal of the American Medical Association, una de las revistas médicas más prestigiosas, concluyó el pasado marzo que no había evidencia de que este fármaco diera beneficios en el tratamiento de formas leves de Covid-19. La OMS no recomienda su uso más allá del contexto de los ensayos clínicos.
Con todo, siguen apareciendo estudios sobre la capacidad que tiene la ivermectina para, en altas dosis, combatir el SARS-CoV-2, el último de ellos aparecido hace escasos días en una de las revistas del grupo The Lancet. En España, la Clínica Universidad de Navarra y el Instituto de Salud Global de Barcelona realizaron un estudio en pacientes contagiados que mostraba una reducción de la carga viral y de la duración de algunos síntomas en aquellos tratados con una dosis del fármaco.
El caso de remdesivir
A estos fármacos se les suman otros antivirales que se han quedado en el camino, como favipiravir, desarrollado por Fujifilm y aprobado en Japón como fármaco de emergencia para la gripe; oseltamivir, el famoso Tamiflu que se compró en enormes cantidades para luchar contra la gripe A; o la combinación de darunavir y cobicistat que, al igual que lopinavir/ritonavir, provienen del VIH.
El único que ha llegado a buen puerto es remdesivir, desarrollado en primer lugar contra el ébola, ha encontrado un hueco de uso en el Covid-19: "Si el paciente ingresa con pocos días de evolución y necesita oxígeno, podemos darlo", apunta el internista José Manuel Ramos. "La enfermedad tiene dos fases: la de replicación, que dura unos siete días, y la de inflamación. Si ingresa con más de siete días desde el desarrollo de síntomas no tiene sentido dar remdesivir".
Este fármaco fue aprobado en España y en Europa a pesar de no haber demostrado una reducción de la mortalidad en los pacientes ingresados. Su principal baza es la de que, en el subgrupo de pacientes donde funciona, reduce el tiempo de estancia hospitalaria. Por eso, durante las olas tercera y cuarta del virus, se ha utilizado con intención de evitar el colapso de los centros.
Lo que está por llegar
La ristra de fracasos en los tratamientos contra el coronavirus parece estar llegando a su fin. Una serie de fármacos que están en las últimas fases de estudio –"pueden llegar en los próximos meses", afirma Emilio Alegre– han demostrado capacidad para evitar que la enfermedad empeore hasta que necesite ser tratada en hospital.
Pertenecen a una familia llamada anticuerpos monoclonales y generalmente se aplican de forma intravenosa. Se utilizan en cáncer y en enfermedades autoinmunes, entre otras patologías. Uno de ellos, tocilizumab, está actualmente indicado para la artritis reumatoide pero hay estudios que dejan entrever buenos resultados frenta a la inflamación provocada por la Covid-19.
"Actúa contra la interleuquina 6, que parece el principal responsable de la inflamación", indica José Manuel Ramos. "Cuando el paciente empeora y hay mucha inflamación, lo administramos, antes de que ingrese en UCI". No obstante, todavía hacen falta más estudios que aclaren la verdadera eficacia de este fármaco.
Frente a tocilizumab, que ya tiene una indicación para otra enfermedad, hay otros anticuerpos monoclonales diseñados específicamente contra el SARS-CoV-2, que se basan en potenciar el sistema inmune una vez ha entrado el virus en el cuerpo. Bamlanivimab, casirivimab-imdevimab o sotrovimab son los nombres de estos medicamentos que prometen enderezar una enfermedad ante la que los médicos, año y medio después de estallar la pandemia, siguen enfrentándose con impotencia.
Al igual que las vacunas, se dirigen a la proteína S del virus, la que permite que infecte las células humanas. Pero, al contrario que estas, los nuevos medicamentos se aplican una vez el virus ha entrado en el cuerpo, impidiendo que el invasor se reproduzca.
Aplidin, esperanza española
Pero las esperanzas no solo están puestas en los anticuerpos monoclonales. Aplidin, un fármaco desarrollado por la española PharmaMar, ha mostrado su eficacia en formas moderadas de Covid-19, permitiendo que el 74% de los ingresados fuera dado de alta en una semana.
También llamado aplidina, o por su nombre científico, plitidepsina, este fármaco tiene más de 20 años: fue el primer medicamento oncológico cuyo ensayo clínico de fase I se hizo en España. Tras recibir el visto bueno de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), se encuentra en un ensayo de fase III en varios países, incluido el nuestro, con vistas a una aprobación en pocos meses.
José María Fernández Sousa-Faro, presidente de PharmaMar, explicaba así a Invertia el funcionamiento del Aplidin: "Los virus son partículas muy simples y necesitan parasitar nuestra maquinaria para replicarse. Es como si dentro de nuestras células tuviéramos una fotocopiadora. Pero en esa fotocopiadora una proteína que es clave, no solo en este virus, sino en muchos, es la eEF1A. Aplidin la secuestra y la fotocopiadora deja de funcionar".
Por otro lado, Pfizer ha iniciado pruebas en humanos de un antiviral de administración oral, PF-07321332, que ha dado buenos resultados en el laboratorio. Avazada la vacunación, parece que la urgencia por tener nuevos medicamentos contra la Covid pasa a un segundo plano.
Pero no hay que olvidar que ninguna vacuna funciona al 100%, por lo que seguirán haciendo falta opciones para tratar a esas personas que, por una razón u otra, acudan a un hospital cuando esta enfermedad ya nos parezca una pesadilla del pasado.