De tanto hablar de los efectos adversos de las distintas vacunas, va a acabar pareciendo que coger la Covid-19 es como torcerse un tobillo. Aparte de la sintomatología propia de la enfermedad y las posibilidades inmediatas de que se complique gravemente, es importante que tengamos en cuenta sus consecuencias, es decir, los efectos adversos que el virus provoca en nuestros cuerpos.
No nos referimos solo al llamado “Covid persistente”, es decir, a aquellos síntomas que se prolongan en el tiempo y hasta cierto punto se cronifican -dificultad para respirar, tos intensa, fatiga muscular, sensación de fiebre constante, pérdida del olfato y el gusto…- sino a la aparición de nuevas patologías que pueden tener relación con el hecho de haber pasado el virus, aunque haya sido de forma leve o incluso asintomática.
Un estudio publicado por el instituto Fair Health en Estados Unidos, calcula que el 23,2% de los enfermos de Covid-19 han tenido después secuelas que han requerido nuevas visitas al médico por síntomas que no presentaban antes de contagiarse. El reparto según la gravedad del caso es desigual: uno de cada dos hospitalizados tiene que lidiar con nuevos síntomas o ha desarrollado patologías de mayor o menor gravedad.
En cuanto a los que pasaron la enfermedad con un cuadro moderado, el 27,5% ha tenido o tiene algún tipo de secuela. Incluso entre los asintomáticos, vemos que uno de cada cinco ha tenido que pasar por una consulta médica por problemas que no presentaban antes de contraer el virus.
Algunos van solo por síntomas que no cesan, otros van por complicaciones realmente inesperadas: diabetes, problemas de tiroides, insuficiencia renal… Parece claro que la Covid afecta a todos los órganos, aunque no siempre es fácil saber dónde empieza la causalidad y dónde empieza la pura casualidad.
Entre los más jóvenes se han disparado los problemas intestinales y entre los mayores, la hipertensión, aunque el estudio no aclara si esta presión arterial elevada se debe a una enfermedad vascular o simplemente a la ansiedad que provoca tanto haber pasado la enfermedad como el contexto social que la rodea.
Covid y pacientes crónicos
Los problemas respiratorios y de tiroides parecen darse más entre las mujeres, pero los cardíacos afectan más a los hombres en Estados Unidos: hasta el 65% de los estudiados con problemas de corazón eran de sexo masculino. ¿Cuál es la situación al respecto en España?
La cardióloga Cristina Sánchez Enrique nos explica: "Sí que se ha notado un aumento de consultas entre gente que ha pasado la Covid, especialmente con cuadros de taquicardia postural ortostática (el llamado Síndrome POTS), y miocarditis asociadas a casos graves. En su mayoría, curiosamente, son mujeres, y, sinceramente, aunque tenemos las consultas llenas, es complicado distinguir cuándo se trata simplemente de un problema de ansiedad porque en las pruebas no vemos nada raro".
En esa línea abunda la doctora Andrea Vélez, del Hospital Infanta Sofía: "Hay mucha gente que se ha quedado muy mal, sobre todo con problemas respiratorios y de intolerancia al ejercicio. Parte son por ansiedad y parte por secuelas claras del virus. Ahora bien, el verdadero problema es contextual en los pacientes que ya teníamos con patologías previas: gente que necesitaba pasear, comer bien, hacer ejercicio… y que durante mucho tiempo no ha podido hacerlo. Pacientes que, además, se han perdido pruebas, revisiones… que no han venido en su momento por miedo y que ahora, cuando vienen, vienen muy mal, muy descompensados".
En nuestro país, no hay un estudio semejante con la precisión del aportado por Fair Health, pero Vicente Baos, médico de familia conocido por su trabajo de divulgación durante la pandemia, huye del alarmismo: "La gran mayoría de los pacientes que seguimos en atención primaria pasan página y hacen una vida normal. El problema son, por un lado, los que han estado en UCI, que sí suelen arrastrar secuelas importantes … y por otro, los enfermos crónicos".
Asi, asegura Baos, "tenemos casos de diabéticos con ganancia de peso y descontrol que no se hacen una hemoglobina glicada desde hace más de un año. Retomar patologías pendientes es muy habitual. Personalmente, eso me parece que causa un mayor impacto que las secuelas de los pacientes que han sufrido Covid, pues la inmensa mayoría se recupera bien".
Como se ve, el regreso o el agravamiento de patologías previas parece preocupar más que la aparición de nuevas. La fisioterapeuta Tania Martín del Hierro, experta en dolor crónico, apunta un empeoramiento de los síntomas en pacientes que han pasado por la Covid, sea por una cuestión inflamatoria o por una cuestión psicológica, que siempre afecta a este tipo de sintomatologías. Entre sus pacientes, sí conoce casos de exenfermos de Covid que han desarrollado diabetes o algún tipo de enfermedad dermatológica, aparte, por supuesto, de problemas vasculares, sin poder establecer al cien por cien una relación de causalidad.
A ese respecto, recientemente, la Sociedad Española de Cardiología apuntó que uno de cada seis pacientes de Covid desarrollaban trombos(frente al famoso uno de 200.000 de la vacuna de Oxford y Astra Zeneca) de ahí que la pauta de Sintrom sea tan habitual, sobre todo para los que han presentado un cuadro grave. Entre los ingresados en UCI, la proporción aumenta a uno de cada cuatro, confirmando lo expuesto por el doctor Baos en el sentido de que es el grupo con diferencia más afectado y más vulnerable a las complicaciones post-Covid.
La salud mental, gran perjudicada
El aumento de cuadros de depresión y ansiedad, que en el estudio de Fair Health se dan en casi la mitad de los afectados, con especial prevalencia en las mujeres, es otro ejemplo de patología vinculada a la Covid… aunque aquí es fácil confundir la causa, pues sin duda los largos confinamientos y el distanciamiento social y familiar también tienen su importancia.
Según la psicóloga Alejandra Hernández di Bartolomei, se trata de "un repunte general en la sociedad, no específico de los que han pasado por la enfermedad. Quizá no tanto en Madrid porque la vida social se retomó relativamente pronto, pero sí que han aumentado las consultas asociadas a la incomprensión, al distanciamiento… y, sobre todo, a la convivencia en pareja. Problemas que ya estaban ahí, pero que el confinamiento, más que la enfermedad en sí, ha multiplicado”.
La percepción de una enfermedad cuenta a veces tanto como la enfermedad misma. En demasiadas ocasiones, los médicos y los propios pacientes no saben hasta qué punto los síntomas pueden interpretarse como secuelas de la enfermedad o son simplemente la continuidad de la misma incluso con resultado negativo en PCR. Residuos virales que quedarían en alguna parte del organismo, probablemente el intestino.
Ahora bien, como en buena parte de los procesos de este tipo, es muy difícil demostrarlo, de ahí que los pacientes lo vivan con verdadera angustia y los profesionales caigan a menudo en el escepticismo o, directamente, en la resignación.
La situación no cambia demasiado cuando hablamos de los más pequeños. Según la doctora Inés Leoz Gordillo, adjunta de pediatría y cuidados intensivos pediátricos del hospital Niño Jesús: "Yo veo a niños que han pasado por la UCI como un mes después de que les den el alta. Veo niños que han tenido Covid, que afortunadamente son muy pocos, y veo niños que han tenido algún otro tipo de enfermedad aguda. No veo diferencias entre ellos".
"Normalmente, lo que tienen es miedo: miedo a que les pase algo, a que les vuelvan a ingresar… pero es una cuestión psicológica que se da tanto en unos como en otros. Tampoco es fácil de distinguir a veces porque los niños tienden a somatizar mucho el estrés, así que a lo mejor te encuentras a un crío que le duele mucho la tripa y ha pasado por la Covid… pero no está nada claro que una cosa tenga que ver con la otra", concluye.
La precaución es aún necesaria
El virus es aún demasiado joven como para conocer al detalle todas sus consecuencias. Ni siquiera tenemos claro cuándo podemos hablar de "Covid persistente", en el sentido del mantenimiento durante meses de una sintomatología, y cuándo podemos hablar de una secuela, en el sentido de la aparición de una nueva enfermedad.
Tampoco podemos saber hasta qué punto esa nueva enfermedad está vinculada al cien por cien con la infección previa, por mucho que el paciente vea la relación causa-consecuencia como algo obvio.
Lo bueno del estudio de Fair Health es que nos ayuda a contabilizar una realidad que todos conocíamos en nuestros entornos. Casi uno de cada cuatro enfermos de Covid han tenido problemas de mayor o menor importancia en su recuperación. No es, por tanto, una enfermedad que se pueda tomar a la ligera ni siquiera en un momento como el actual en el que todos estamos muy contentos con la evolución de la incidencia.
Si tenemos en cuenta que sigue habiendo más de 20.000 casos cada semana en nuestro país, siguiendo la proporción del estudio estadounidense, 5.000 visitarán en el plazo de un mes a su médico refiriendo un síntoma o una patología que antes no sufrían. ¿Está preparado el sistema sanitario para absorber tantas peticiones? Como en el último año y medio, no le quedará más remedio.
Es hasta cierto punto natural congratularse por la bajada de hospitalizaciones y muertos, pero no podemos frivolizar la infección de unas tres mil nuevas personas cada día cuando aún no sabemos qué consecuencias tendrá esa infección a medio plazo en su salud. Puede que "todo haya pasado", como a veces nos decimos a nosotros mismos en nuestros ataques colectivos de optimismo, y puede que no.
Tiene que haber un punto medio entre el anuncio del apocalipsis y la complacencia absoluta. Contraer la Covid-19 sigue sin ser como contraer una gripe. Una gripe no te tiene meses con problemas neurológicos. Sigamos trabajando por un entorno más seguro… y mentalmente más sano.