Quien lo ha experimentado lo sabe, y en España son cientos de miles: las pruebas de detección del SARS-CoV-2 que emplean hisopos nasofaríngeos para extraer muestras de patógenos en las profundidades del tracto respiratorio superior, escondrijo privilegiado del coronavirus, son duras. Para el paciente, ya que son pruebas agresivas que, más allá de la incomodidad, pueden provocar dolor, y para los profesionales, que deben practicarlas con un equipo EPI completo al producirse estornudos, toses y otras producciones que aumentarían el riesgo de contagio.
La normalización de los tests en masa para poder volver a realizar actividades públicas con seguridad requiere de pruebas menos agresivas, argumenta un grupo de investigadores de la Universidad de Yale (EEUU) en la prestigiosa revista médica The Lancet. Su apuesta es la de generalizar el test de saliva como 'patrón oro' (gold standard) de la detección de la Covid-19 en el mundo. Es "mínimamente invasivo", las muestras pueden tomarse con un alto grado de fiabilidad en casa y sin asistencia de profesionales sanitarios, y eliminan la ingente necesidad de material y equipos de protección que requieren los tests basados en hisopos.
Se trata de una solución "confortable" para el paciente y "segura" para el profesional, escriben, pero según reconocen, todavía genera "controversia". No existe un estándar unificado para la recolección de muestras de saliva y su procesamiento como sucede con las PCR o los tests de antígenos, explican, por lo que los estudios que han tratado de determinar su eficacia han dado resultados "conflictivos", "dudosos" o "inconsistentes". Los autores lo atribuyen a que los primeros test se desarrollaron con pacientes hospitalizados y casos severos de Covid-19, que provocaban una salivación más espesa que dificultaba su procesado.
Sin embargo, para noviembre de 2020, 58 estudios habían evaluado la detección de SARS-CoV-2 en saliva en comparación con las PCR en países como Alemania, Corea del Sur, Japón y EEUU. El 69% valoró que la eficacia era superior o similar, mientras que un 7% determinó resultados variables y un 24% apreció una eficacia inferior. La conclusión general según los autores pasa por unificar los métodos del test en función de los resultados más rigurosos, de modo a poder garantizar por lo menos un margen de éxito equiparable a la PCR.
Esta metodología debería conducir a una homogeneización de la muestra, que debería ser de saliva clara y no esputo, ya que la viscosidad enturbia la sensibilidad del test. Por ese mismo motivo, se recomienda trabajar con saliva bucal y no orofaríngea -flemas de garganta-, y no forzar esta producción tosiendo o escupiendo. Tampoco se recomienda usar algodones para tomar las muestras: lo ideal, por decirlo llanamente, sería 'babear' en el tubo de muestreo.
De igual manera, se impone describir claramente para el usuario tanto el método de recolección de muestras como la extracción de RNA, y en qué volúmenes se aísla, ya que las diferencias de preparación pueden explicar las contradicciones en la eficacia de los test observadas anteriormente. Por último, también hay que tener en cuenta que el momento de la infección también puede alterar la efectividad. Los test de saliva servirían para detectar casos pasados en los que el paciente ya se ha recuperado, pero con un menor porcentaje de positivos que los nasofaríngeos.
"La saliva podría ser preferible para determinar infecciones activas en lugar de las históricas", apuntan los autores. Y medidas más precisas de infectividad pueden "evitar periodos de aislamiento innecesariamente largos", que "amenazan la salud mental y el bienestar económico", en combinación con el historial de síntomas y la trayectoria de recuperación del paciente. Desde el punto de vista de la investigación epidemiológica, añaden, el test de saliva puede ayudar desde a la trazabilidad de focos de contagio a determinar si una comunidad ha alcanzado la inmunidad de rebaño.
"Los métodos de análisis basados en la saliva y altamente sensibles a la detección del SARS-CoV-2 permiten test frecuentes y adecuados, compitiendo con los tests nasofaríngeos como 'patrón oro' del testeo. Al contrario que el resto de pruebas, la saliva es fácil de recolectar en casa, y no depende de complejas cadenas de suministros para establecer estrategias de análisis en masa", concluyen los autores. "Los métodos basados en la saliva estandarizados, baratos e implementables a nivel global, abren la puerta a pruebas frecuentes y confortables del SARS-CoV-2 para las comunidades de todo el mundo".