El desarrollo de una vacuna es un proceso complejo que, en la mayoría de los casos, suele tardar años. Por poner solo un ejemplo reciente: el año pasado se consiguió por primera vez en una década que un prototipo de vacuna del VIH llegase a la fase III de los ensayos. La pandemia ha hecho que la comunidad científica internacional tenga a día de hoy disponibles no una ni dos, sino varios tipos de vacunas que tienen una altísima eficacia a la hora de contrarrestar la enfermedad que provoca el coronavirus Sars-CoV-2 y que tienen menos efectos adversos que la mayoría de medicamentos que guardamos en casa.
A pesar del incuestionable éxito científico, las vacunas de Janssen y AstraZeneca han sido puestas en tela de juicio después de que se detectaran casos de coágulos "raros y graves" en algunas personas. Este miércoles, la Unión Europea ha anunciado que no renovará los contratos con Janssen y AstraZeneca de cara a 2022, y Dinamarca ha dicho que suspende definitivamente la vacunación con el fármaco anglosueco. A ello hay que sumar que Francia y Alemania han sido los dos primeros países en decidir que, al margen de lo que diga la OMS, la Agencia Europea del Medicamento y la evidencia científica, van a poner una segunda dosis de Pfizer o Moderna a las personas que hayan recibido la primera de AstraZeneca.
En nuestro país, el Ministerio de Sanidad decidió limitar el uso de esta inyección a las personas de entre 60 y 69 años. Sin embargo, hay un importante grupo de población -alrededor de dos millones de docentes, policías, bomberos y demás personal esencial- que fueron vacunados con AstraZeneca, deberían recibir la segunda dosis en las próximas semanas y actualmente se encuentra en un limbo. ¿Qué va a ocurrir con ellos? La ministra de Sanidad, Carolina Darias, dijo hace una semana que el Ejecutivo valoraba la opción de poner una segunda dosis de otra vacuna, pero que se trataba de una cuestión que "está aún por determinar" que se resolvería "en las próximas semanas". Lo cierto es que el tiempo pasa, algunos países empiezan a mover ficha y España sigue sin tomar una decisión.
¿Qué debería hacer nuestro país? Cada vez son más las voces que apuntan que el proceso de vacunación debería seguir su curso, tal y como se había diseñado, ya que "no hay ni un sólo ensayo clínico que avale la utilización de dos o más vacunas distintas". Quien habla con contundencia es el científico Eduardo López-Collazo, director del Instituto de Investigaciones Sanitarias del Hospital Universitario La Paz de Madrid.
La posición de Collazo tiene sentido si ponemos en una balanza la urgencia que existe por inmunizar a la población y el riesgo que ofrecen estas vacunas. "Los científicos en general somos un colectivo humano muy heterogéneo que podemos tener diferentes opiniones, pero no me he encontrado a ninguno que esté en contra de estas vacunas que se están retirando debido a los trombos que se han detectado. Es algo que entraba dentro de lo esperado", dice el especialista.
"Los medicamentos no son perfectos"
Por poner sólo un par de ejemplos. Un estudio publicado en The Lancet en 2017 señalaba que sólo en Reino Unido se contabilizan unas 20.000 hemorragias y alrededor de 3.000 muertes al año asociadas a la práctica de tomar una aspirina cada día. La famosa píldora anticonceptiva está desaconsejada a mujeres mayores de 35 años, con obesidad y fumadores, precisamente por su riesgo de tromboembolismo. Y lo que va más allá: algunos estudios calculan que la Covid-19 es una enfermedad que puede causar trombos en el 10-15% de los infectados.
"Los medicamentos no son perfectos y no lo serán nunca y se nos está pidiendo que sean ultraperfectos. Estamos viviendo un reality científico en tiempo real que, si lo hubiéramos hecho con otros fármacos, no habríamos tenido ninguno. Las vacunas, tanto la de Janssen como la de AstraZeneca, son mejores que muchos medicamentos que tenemos, y están salvando muchas vidas", insiste.
Fernando Moraga-Llop, vicepresidente de la Asociación Española de Vacunología (AEV), es de la misma opinión que Collazo y apunta que hay tres escenarios posibles para las personas que recibieron la primera dosis de AstraZeneca: en dos de ellos (poner una segunda dosis de Pfizer o Moderna, o dejar a los vacunados con la primera) no hay evidencia científica. "Suspender la segunda dosis no es adecuado, no es correcto porque no existe evidencia científica que lo avale. En la ficha técnica se establece que los pacientes deberán recibir dos dosis y que la vacuna es más efectiva si la segunda se suministra a las 12 semanas", apunta.
Moraga-Llop reconoce que la intercambiabilidad de vacunas, pese a ser una alternativa que tiene visos de funcionar, tampoco es una opción dada la desconfianza que se ha generado alrededor de Janssen y AstraZeneca. "Este segundo escenario a día de hoy tampoco tiene evidencia científica. Las vacunas de la Covid-19 no son intercambiables. Si la primera dosis es de AstraZeneca, la segunda ha de serlo también. Igual ocurre con Pfizer", advierte el experto. Algunos estudios en animales han sugerido que esta alternativa podría ofrecer una respuesta inmunitaria reforzada, pero por el momento son sólo eso, estudios en animales. El ensayo que se está realizando en Reino Unido para probar la intercambiabilidad de vacunas puede tardar todavía algunos meses en terminarse.
Para el vicepresidente de la AEV, poner la segunda dosis de AstraZeneca es "el único" escenario correcto. "Así lo dice la ficha técnica, así lo recomienda la EMA, así lo recomienda la OMS, la agencia reguladora de medicamentos de Reino Unido y otras muchas sociedades científicas. Es el único escenario que tiene una evidencia. Madrid y Andalucía han solicitado que las personas que recibieron la primera dosis puedan recibir la segunda de la misma vacuna con un consentimiento informado", remacha.
Pero Moraga-Llop y López-Collazo no son los únicos científicos que se han posicionado en contra de apostar por una segunda dosis de otra vacuna en España. Hace unos días, Margarita del Val, la prestigiosa viróloga e investigadora del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CSIC-UAM) también se posicionaba en el debate y resumía el sentir general de la comunidad científica española. "No hay riesgo cero [a la hora de aplicar una vacuna], pero lo que no se puede hacer son experimentos de algo que no está demostrado, como es combinar vacunas para intentar evitar un riesgo mínimo".
"Probablemente no haya problemas en mezclar dos vacunas, pero si somos estrictos, no hay ningún ensayo clínico que lo avale. Estamos desacreditando ensayos clínicos bien hechos y, sin embargo, estamos a favor de mezclar vacunas, cuando no se ha hecho nunca. Lo más probable es que no pase nada, pero seamos estrictos", dice López-Collazo. "No creo que se deba retrasar la vacunación por esto", finaliza.