Tras más de un año de pandemia, España se encamina hacia la cuarta ola del coronavirus Sars-CoV-2 con cierta incertidumbre. Todo parece indicar que los contagios irán en aumento en los próximos días y que la Semana Santa podría provocar un mayor incremento de la transmisión. Sin embargo, no menos cierto es que la mayor disponibilidad de vacunas permitirá a España acelerar su plan de vacunación e incrementar el porcentaje de población inmunizada contra la Covid-19.
Durante estos días festivos, serán muchas las personas que se echen a las calles y decidan disfrutar de una comida en compañía de amigos y familiares en bares y terrazas antes del toque de queda. Como todo el mundo sabe a estas alturas de la pandemia, el lugar más seguro para ello es una buena terraza al aire libre. Sin embargo, no todo lo que encontramos frente a los bares. Estos días, algunos médicos y especialistas han denunciado que algunas terrazas que instalan bares y restaurantes, cubiertas y protegidas por lonas en el techo y en los laterales, no son precisamente un lugar seguro para los clientes sino, más bien, "incubadoras de virus", "terrazas burbuja" o, como algunos las han bautizado, "incovidoras".
"Las terrazas burbuja. Todo lo que no se debe hacer. Todo cerrado menos una entrada", denunciaba a través de su cuenta de Twitter Vicente Baos, médico de familia, divulgador y profesor de Patología Médica y Salud Pública en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). "Incovidoras. El paripé hostelero para que los clientes piensen que están seguros en plena pandemia porque están en el 'exterior' y abrigaditos (aunque, en realidad, sea un espacio interior más)", respondía a Baos la doctora en Medicina Regenerativa y divulgadora Esther Samper.
En realidad, otros expertos como Ignacio Rosell, profesor de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Valladolid, ya había alertado del problema que representan estas inversiones de la hostelería en el actual contexto. "Para el coronavirus esto no es una 'terraza', sino más bien una 'pecera', en la que se mueve como pez en el agua. Cuidado. Me preocupa que en un año tan difícil, la gente de hostelería invierta en instalaciones que luego podrían verse limitadas", explicaba Rosell a través de su cuenta de Twitter.
Lo cierto es que, por mucho que nos pese, los restaurantes son los lugares en los que existe un mayor riesgo de contagio. Según un estudio publicado en la revista Nature, existe un riesgo mayor que en gimnasios, cafeterías, hoteles o supermercados, por ejemplo. El motivo, como ya saben, es que se trata de lugares cerrados, más pequeños, concurridos y en los que se charla a una corta distancia y sin mascarilla, por lo que es mucho más fácil que una persona acabe inhalando las gotículas y aerosoles que expulsamos al hablar.
Hace unos meses, otro estudio realizado por investigadores de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) sobre un restaurante de la ciudad de Guangzhou (China) advirtió del peligro que supone el aire acondicionado de los locales. El trabajo, publicado en la revista Emerging Infectious Disease, demostraba cómo un solo sujeto asintomático acabó provocando un brote que afectó a nueve personas más de tres familias distintas que se encontraban en la misma planta del restaurante que él. La transmisión de partículas del virus a través de la recirculación del aire acondicionado en un local cerrado fue la clave.
"Las gotas pequeñas en aerosol cargadas de virus y de menos de cinco micras pueden permanecer en el aire y viajar largas distancias de más de un metro", apunta el estudio. "Concluimos que en este brote, la transmisión de gotitas fue provocada por la ventilación con aire acondicionado. El factor clave para la infección fue la dirección del flujo del aire", concluían los investigadores. Con las llamadas "incovidoras" ocurre prácticamente lo mismo. Están lejos de ser lugares seguros porque, precisamente, la disposición de las lonas evita que el flujo de aire fluya con normalidad. Cosa distinta sería si estas lonas se retiraran y la terraza quedara al aire libre.
Algunos trabajos han demostrado que la única forma de controlar la calidad del aire en los locales cerrados es a través de la ventilación continua y de los medidores de CO2, una herramienta esta última que ha intentado imponerse en distintas comunidades con desigual suerte. "En caso de que la concentración de CO2 supere las 800 partes por millón, se recomienda incrementar la ventilación o disminuir el aforo hasta que se sitúe por debajo de ese indicador", señala un informe del Gobierno de Navarra. Así, por el momento, lo mejor sigue siendo acudir a una terraza tradicional en el exterior, sin parapetos de ningún tipo, donde el riesgo de contagio, pese a seguir existiendo, será mucho más bajo.