Mucho antes de la pandemia de Covid-19 y de que los procedimientos de desarrollo de vacunas se convirtieran en tema de conversación cotidianos, Pfizer ya tenía un fármaco 'superestrella' en cartera: el sildenafilo, más conocido por su nombre comercial de Viagra. No se trata, como a menudo se plantea, de un afrodisíaco que se pueda consumir a placer: en 2018, Reino Unido batió un récord de 19 muertes relacionadas con esta medicación para la disfunción eréctil.
Las medicaciones para los problemas de erección están basadas enfármacos inhibidores de la PDE-5, un tratamiento que tiene efectos vasodilatadores. A causa de las posibles alteraciones radicales de la circulación sanguínea, no se aconseja a hombres que han sufrido un infarto u otros problemas cardíacos, así como a los que tienen problemas crónicos de riñon o de hígado.
Precisamente por este motivo, las alertas sanitarias sobre productos de herboristería que prometen recuperar la virilidad con ingredientes 'naturales' pero que en realidad esconden sildenafilo sin declarar son tan delicadas: precisamente los hombres con problemas de corazón son los más suceptibles de buscar alternativas no farmacológicas, poniéndo en peligro su salud en el proceso.
Por otra parte, las alteraciones circulatorias ligadas a la Viagra se relacionan con llamativos trastornos neurosensoriales, como la sordera que sufrió Hugh Hefner, dueño de Playboy, o la 'visión roja' de un joven neoyorquino. Frente a todos estos antecedentes, un estudio del Instituto Karolinska de Suecia publicado en el Journal of the American College of Cardiology viene a cambiar el relato: los pacientes con una enfermedad coronaria estable que toman Viagra contra la impotencia viven más y tienen menos posibilidades de sufrir nuevos ataques al corazón.
La aparición de los problemas de erección, de hecho, puede ser un indicativo de que un varín están sufriendo una enfermedad cardiovascular. El tratamiento local puede consistir en alprostadil, un vasodilatador que incrementa el riego en el cuerpo cavernoso del pene y favorece la erección, o con los ya mencionados inhibidores de la PDE-5, que se toman como pastilla antes del sexo e inactivan a la enzima fosfodiesterasa 5 (PDE-5).
Con la PDE-5 inhibida, se produce una bajada súbita de la presión arterial que, como hemos visto, ayuda a la erección, pero puede tener toda clase de consecuencias en el organismo. Por ese motivo, no se recomienda a pacientes con problemas coronarios por temor a un incremento del riesgo de ataque al corazón. Sin embargo, en 2017, el equipo del Dr. Martin Holzmann demostró que los hombres que tomaban Viagra pese a haber sufrido un accidente cardiovascular no solo la toleraban bien, sino que vivían más años y con mejor salud.
Para su siguiente estudio, los investigadores se plantearon comparar los efectos del alprostadil frente a los de los inhibidores de la PDE-5 en pacientes que habían padecido un infarto, una angioplastia con balón o una cirugía de bypass coronario al menos seis meses antes de comenzar el tratamiento contra la disfunción eréctil. "El riesgo de un nuevo accidente cardiovascular es mayor durante los seis primeros meses, a partir de los cuales consideramos a la enfermedad como estable", explica Holzmann.
Tras recopilar datos de 16.500 hombres tratados con inhibidores de PDE-5 y de 2.000 con alprostadil, los investigadores determinaron que los pacientes del primer grupo vivían más años y tenían menores probabilidades de terminar sufriendo nuevos problemas y/o intervenciones de corazón. A mayor frecuencia en la toma de Viagra, de hecho, mayor era la reducción del riesgo.
"Los problemas de potencia son comunes en los hombres mayores", recuerda Holzmann. Aunque la relación causal entre la toma de Viagra y la mejora de la salud cardiovascular en comparación con otros fármacos no ha sido establecida en este estudio, el especialista espera que estos efectos cardioprotectores animen a los pacientes a recurrir al tratamiento médico.