Fin de semana complicado para todo el país, una vez más. Los números avanzan lentamente -ya llevamos días advirtiendo una tendencia a la baja en los crecimientos, que se consolida en torno al 10% semanal- pero alcanzan un volumen intolerable. Las cifras llaman la atención por todos lados: en apenas tres días, el ministerio de Sanidad ha incorporado 26.560 nuevos casos. Aunque sabemos que no todos pertenecen a PCRs realizadas este fin de semana -de hecho, probablemente sean una minoría-, la cifra no deja de impresionar, como impresionan los totales acumulados: 49.716 en los últimos siete días (7.102 por día) y 108.079 en los últimos 14 (7.719).
Teniendo en cuenta los enormes retrasos en notificación, la última semana que podemos dar como más o menos consolidada, que es la del 23 al 30 de agosto, nos deja 58.363 casos confirmados, es decir, una media diaria de 8.337 casos. Si a eso le sumamos los citados retrasos y la ligera tendencia al alza, no es aventurado pensar que la media actual de casos detectados pueda estar en torno a los 9.000-9.500 diarios. Sinceramente, es una barbaridad.
La ventaja de esta "segunda ola" -no hay consenso en si ese es el nombre preciso- es que nos hemos ganado más margen en todo. Me explico: gracias a la detección temprana y al aislamiento precoz de asintomáticos y casos leves, ya no nos pasa lo de marzo y abril, cuando prácticamente el 50% de los casos eran ya tan graves cuando se detectaban que requerían hospitalización inmediata.
En la actualidad, la media de ingresos por caso detectado está en torno al 10%, que sigue siendo una cifra respetable pero, insisto, da margen. El problema es lo que se haga con ese margen. Si el hecho de que el número de hospitalizados crezca a una velocidad distinta de la de detectados es motivo de complacencia, estamos apañados. Uno no puede asomarse al número de camas ocupadas y resoplar satisfecho al ver que aún no hay colapso. No hay que aspirar a ello ni esperarlo. Que incluso en estas circunstancias llegáramos a algo parecido al 30% de camas ocupadas por Covid, teniendo en cuenta el tiempo que hemos tenido para tomar medidas que corten la transmisión de los contagios, sería un sonoro fracaso.
Un 30% de camas Covid implica que un hospital solo disponga del 70% de su capacidad para el resto de enfermedades con las que normalmente tiene que lidiar. A eso hay que sumar cirugías que se posponen, revisiones que se dejan para más tarde y tenemos un cóctel sanitario que debería alertarnos. Las circunstancias del fin de semana, cuando las altas apenas se dan o al menos no se registran, ha hecho que Madrid pegue una importante subida hasta el 18%. Sabemos que hay hospitales del sur de la capital como el Infanta Leonor, en el barrio de Vallecas, en los que la ocupación puede llegar a superar el 50%, cifra que implica prácticamente el colapso. En la actualidad, hay 2.412 enfermos de Covid hospitalizados en toda la comunidad, de los cuales 265 están en UCI.
La cifra bruta no es dramática, pero no hay que esperar a que lo sea y parece que en eso estamos. Si seguimos esa norma del 10%, lo normal es que en Madrid haya pronto más de 300 ingresos diarios de media y en el total del país estemos rondando los 1.000. Son cifras intolerables que requieren de una movilización sanitaria de alto grado y dejan descansar todo el aparato de funcionamiento hospitalario en que los casos sigan siendo leves, las altas lleguen pronto y la prevalencia por lo tanto no se dispare. Es mucho confiar y estas cosas es mejor no dejarlas en manos de la costumbre. Mejor parar los ingresos y para eso, ya se sabe, lo suyo es parar el número de contagios. En una semana veremos si las medidas anunciadas por la comunidad tienen el efecto deseado.
Probablemente, mañana baje la cifra de prevalencia, tanto en todo el país como en su capital, pero si el número de ingresos se mantiene alto, no hay mucho que hacer. Es cuestión de tiempo. Para hacerse una idea, hay ahora mismo en Madrid los mismos hospitalizados que había el 11 de mayo, cuando la región aún luchaba por pasar a Fase 1. El problema es que el número de ingresos del pasado viernes ya se compara con el del 25 de abril... y cuando uno menciona "abril" en este tipo de comparaciones es como para ponerse nerviosos. Más que nada porque solo estamos a un paso de marzo. Y a ver si vamos a habernos pasado dos meses repitiendo que no estábamos en la misma situación de marzo como excusa para no hacer nada que evite estarlo a medio o largo plazo. Hemos tenido margen. Seguimos teniéndolo. Usémoslo con cabeza.
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