A estas alturas, cuando las mascarillas se vuelven obligatorias para todos los mayores de seis años en España cuando se esté en un lugar público en el que no se puedarespetar la separación de dos metros, nadie tiene excusas para desconocer las reglas básicas para llevarlas. Es esencial que cubran boca y nariz, nada de dejarlas "asomando". Y si nos molestan porque llevamos gafas y se nos empañan, hay toda una serie de trucos para evitar este efecto.
Pero la prevención empieza antes, en el momento de ponernos la mascarilla. Gemma del Caño, divulgadora y especialista en Farmacología y Seguridad Alimentaria, mostraba con un vídeo que ya se ha convertido en un clásico del confinamiento cómo hay que hacerlo: limpiándose las manos primero, y tocando únicamente los elásticos que van tras las orejas o el cogote, nunca la parte que cubre nariz y boca. Si además estamos usando el tipo de mascarilla que se conoce como 'higiénica', hay que recordar que la parte azul va para afuera -algo que puede no resultar obvio al principio.
En ningún caso hay que confundir ambas superficies, la exterior y la interior que está en contacto con la cara, porque, hasta donde sabemos, el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 puede sobrevivir hasta dos días en superficies como la tela o la gasa con los que está hecha la mascarilla. Si estamos contagiados, estaríamos exponiendo a los demás al dar la vuelta a la pieza; si no, estaríamos invitando al patógeno a entrar en caso de que se haya depositado por contaminación ambiental. Y en cualquiera de los casos, debemos evitar el error más común y grave al ponérnosla: tocar el tejido con las manos en lugar de manipularlas por las gomas de sujeción.
Efectivamente, la superficie de la mascarilla es donde el coronavirus -y cualquier otro microorganismo o partícula contaminante, de hecho- se habrá depositado, ya provenga del exterior o lo hayamos exhalado nosotros al respirar. Al tocar esa parte con las manos, lo estaríamos arrastrando a nuestros dedos. No solo aumentaremos así el riesgo de contagiarnos si estamos sanos y la mascarilla ha servido de 'filtro' para cortar la entrada a través de nuestras vías nasales, sino que estaremos contribuyendo a su propagación mediante el tacto, por mucho que llevemos guantes .
La contaminación de los dedos por contacto es el mismo problema que conlleva el segundo 'pecado capital' más habitual al llevar mascarilla, por detrás de quienes se dejan la nariz o la boca fuera: tocarse o rascarse la cara a través del tejido. Aunque producen malestar y picores, especialmente cuando no estamos acostumbrados a llevarlas y arrecia el calor, hay que tratar de resistir y aguantar hasta que hayamos llegado a un lugar distanciado en el que podamos quitárnosla y lavarnos adecuadamente las manos antes de aliviarnos.
La mascarilla, por tanto, debe cogerse solo por las gomas (1), extenderse sobre la nariz y la boca (2), prenderse por detrás de las orejas (3) -cruzar el elástico sobre sí mismo para tensarlo es una técnica que 'sella' mejor el escape de aire, útil para quién lleva gafas- y finalmente ajustarse tocando únicamente los extremos superior e inferior, por la barbilla y el puente de la nariz (4).
Finalmente, para quitarla, hay que realizar la operación a la inversa, pero recordando primero higienizar las manos, como explica Pilar, una enfermera de Protección Civil, en este vídeo compartido por la cuenta oficial de Twitter de la Guardia Civil.