La última pandemia que declaró la Organización Mundial de la Salud (OMS) antes de denominar así este miércoles a COVID-19, la patología causada por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2, fue la de la gripe A, una gripe causada por un patógeno que apareció por primera vez en 2009 y que saltó del cerdo al hombre, por lo que en un principio se llamó gripe porcina.
Once años después de aquello, el H1N1 -así se llamaba el virus- está instalado como uno más en nuestro catálogo de enfermedades y, de hecho, ha sido el mayor causante de gripe estacional este año. Ya nadie ve a la gripe A como un gran peligro pero, en aquel entonces, causó casi tanta alarma como el nuevo coronavirus.
Por esta razón, el director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha declarado a la prensa que "describir la situación actual de pandemia no implica que cambie lo grave que se considera COVID-19", una enfermedad altamente transmisible pero con una letalidad relativamente baja, mucho menor que la de otras epidemias recientes como el SARS.
En realidad, la definición de pandemia no tiene nada que ver con la gravedad y es muy simple: según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se llama pandemia a la propagación mundial de una nueva enfermedad. Por ejemplo, se produce una pandemia en el momento en que aparece un nuevo virus de la gripe y se extiende por el mundo porque casi nadie tiene defensas frente a él. La razón: al no haber convivido nunca con él, las defensas no lo reconocen como enemigo y se dejan infectar con más facilidad.
Ha sido el tozudo comportamiento del nuevo coronavirus lo que ha hecho a la OMS cambiar de criterio. En las dos últimas semanas, los casos de COVID-19 fuera de China se han multiplicado por 13 y el número de países afectados se ha triplicado. Ahora hay más de 118.000 casos en 114 países y han muerto 4.291 personas.
Pero también el comportamiento de los Gobiernos -o, mejor dicho, la falta de él- ha influido en esa decisión. "La OMS ha estado evaluando este brote a lo largo del tiempo y estamos muy preocupados tanto por los niveles elevados de transmisión y gravedad como por los elevados niveles de falta de acción", ha declarado Ghebreyesus.
A pesar de haberse convertido en pandemia, la de COVID-19 tiene ciertas características que la hacen única. En primer lugar, se asume que las cifras van a continuar aumentando durante "días y semanas", o sea, el cambio de definición no ha llegado a última hora. También se presuponen más muertos y más países afectados.
La segunda característica única es que es la primera vez que un coronavirus desencadena una pandemia. No es que este tipo de patógenos se desconozcan. De hecho, han sido responsables de dos epidemias preocupantes recientes, el SARS y el MERS pero, hasta ahora, no habían cumplido las características necesarias para declararse pandemia.
La tercera, bastante peculiar, es que la OMS todavía cree posible que el nuevo coronavirus pueda contenerse, por lo que se da una situación paradójica: es una pandemia, pero ni mucho menos se ha asumido que vaya a quedarse entre nosotros. En definitiva, hay que seguir trabajando para intentar que no se incorpore a nuestro catálogo de enfermedades.
En este sentido, el director de la OMS ha declarado: "Describir la situación como una pandemia no cambia lo que la OMS piensa de su gravedad; tampoco lo que está haciendo y lo que los países deben hacer".
También ha advertido contra el uso "ligero" de esa palabra. Si se utiliza mal, advierte, puede provocar miedo irracional o una aceptación injustificada de que la lucha ha terminado, lo que llevaría a un "sufrimiento innecesario" y a "más muertes".