Las pruebas de embarazo que venden las farmacias suelen ser precisas, rozando el 99% de aciertos según las compañías que las distribuyen. De hecho, dentro del Sistema Nacional de Salud de España, en determinadas comunidades ya no se repite el test mediante analítica de orina o de sangre cuando ya ha dado un resultado positivo en casa.
Sin embargo, las investigaciones realizadas al respecto durante los últimos diez años aseguran que ese nivel de precisión no es real, y que no fallarían solo en el 1% de los casos como suelen sugerir. Existiría hasta un 5% de falsos negativos por los que la prueba de embarazo indicaría que no hay gestación cuando en realidad sí se está produciendo, con el consiguiente riesgo tanto para el feto como para la madre.
Solo en Estados Unidos se realizan anualmente hasta 20 millones de pruebas de embarazo caseras, siempre con la advertencia de que no se deben hacer durante las dos primeras semanas de falta de menstruación por peligro de falsos negativos reales. Las hormonas que deberían elevarse durante el embarazo y que detecta el test no habrían alcanzado niveles significativos por entonces.
Con estos datos en mente, Ann Gronowski, profesora de Patología, Inmunología, Obstetricia y Ginecología en la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis y directora médica de los servicios de laboratorio en el Hospital Barnes-Jewish, empezó a estudiar estos posibles falsos negativos incluso semanas después, cuando los niveles hormonales deberían ser suficientemente altos para que las pruebas de embarazo caseros no fallen.
Inició las investigaciones en 2009, pero no ha sido hasta recientemente cuando ella y sus colegas han publicado un nuevo estudio en la revista Clinical Chemistry, evaluando la probabilidad de falsos negativos en diferentes dispositivos. Según Gronowski, su curiosidad respecto a las pruebas de embarazo se inició hace diez años, cuando una mujer acudió a Urgencias asegurando que estaba experimentando calambres y manchando, síntomas de un posible aborto espontáneo.
Sin embargo, la prueba de embarazo del hospital resultó negativa. Según Gronowski, en los servicios de urgencias de su departamento las pruebas de embarazo utilizadas son similares a las que pueden adquirirse en una farmacia. Pero, cuando se le realizó un análisis de sangre y una ecografía, se confirmó un embarazo real. Posteriormente, se dieron hasta dos casos similares incluso entre diferentes centros médicos.
Los tests detectan los niveles de gonadotropina coriónica humana o hCG en una muestra de orina: un anticuerpo captura la hormona y otro la sirve como "señal". Posteriormente, se produce un color determinado si se detectan niveles suficientes de hCG: existe una primera línea azul o rosa más intensa o línea de control, que indica que el test funciona; cuando se produce una segunda línea (aunque sea de menor intensidad) el test de embarazo es positivo e indica que el anticuerpo está "presentando" la hormona.
El problema es que también pueden existir formas degradadas de la hormona hCG en orina. En algunos dispositivos el primer anticuerpo capturará esta forma degradada, también conocida como fragmento de núcleo de hCG, cuyos niveles van aumentando durante el embarazo. Sin embargo, el segundo anticuerpo que "presenta" la hormona y produce un test positivo no reconoce correctamente este fragmento, por lo que en este caso no se produciría un cambio de color en los test de embarazo, a pesar de que sí existiría un embarazo real. Se trataría de un falso negativo.
Aunque la precisión para que ocurra esto difiere entre dispositivos, los cuales usan anticuerpos diferentes, Gronowski y sus colegas analizaron hasta 11 pruebas de embarazo hospitalarias para saber hasta qué punto podrían dar lugar a falsos negativos. En total, 7 de las pruebas eran algo susceptibles a los falsos negativos, 2 eran muy susceptibles, y tan solo 2 pruebas no obtuvieron falsos negativos como consecuencia del fragmento de hCG.
La peor de las pruebas analizadas produjo hasta un 5% de falsos negativos en las muestras de orina de mujeres realmente embarazadas. Resultó que era la misma prueba que había usado Gronowski en su día en la mujer que acudió a Urgencias por un posible aborto espontáneo.
Cómo solucionar el problema
Según Gronowski, la Foods & Drugs Administration de los Estados Unidos -la principal autoridad sanitaria- ya ha reconocido la necesidad de realizar pruebas de embarazo con un porcentaje menor de falsos negativos. De hecho, la FDA ahora exige que la prueba salga positiva incluso cuando se reconocen fragmentos de hCG elevados. Sin embargo, este requisito no se aplicaría a pruebas de embarazo más antiguas ya aprobadas en su momento por la misma FDA.
Por otro lado, Gronowski comenta que algunas mujeres se han hecho eco de su investigación y han estado hablando en foros sobre embarazo sobre cómo comprobar si una prueba de embarazo realmente es negativa, mediante un método que la profesional sugiere que sería efectivo: cuando la prueba es negativa, diluir la orina en agua y volver a intentar la prueba. Dicho método podría funcionar porque reduce los niveles de fragmentos de hormona hCG lo suficiente como para que el primer anticuerpo pueda detectar la hormona intacta nuevamente.
Aún así, Gronowski no recomienda usar este método de forma común. La mejor forma de comprobar un embarazo, cuando existen dudas, es realizar un análisis de sangre previa valoración médica.