Un ictus o accidente cerebrovascular puede tener múltiples formas e intensidades: desde causar un leve hormigueo en un brazo, una pierna, o en toda la mitad del cuerpo, hasta dejar completamente paralizada dicha zona corporal, o incluso dejar sin habla de por vida al individuo en cuestión al que afecta. Si un ictus se convierte en una hemorragia cerebral, el desenlace puede llegar a ser fatal.
De hecho, ése era el diagnóstico de un hombre de Nebraska, cuyos médicos creían que había sufrido un intenso accidente cerebrovascular, por lo que decidieron intubarle para intentar salvar su vida. Sin embargo, sus hijos finalmente decidieron retirarle el tubo, según el medio local WKRN, dado que el pronóstico médico a largo plazo era pesimista. Por suerte, los profesionales sanitarios erraron en su diagnóstico, y el paciente empezó a respirar y moverse por sí mismo tras retirarle la ventilación asistida: no sufría un derrame cerebral, sino un síndrome de encefalopatía reversible posterior, una enfermedad que imita casi a la perfección a los ictus, pero que puede revertirse.
Una enfermedad reversible
T. Scott Marr, el paciente cuyo diagnóstico inicial era el de un ictus grave, empezó a respirar y a moverse por sí mismo tras retirarle el tubo endotraqueal. En ese momento sus médicos se percataron de que su dolencia no era un accidente cerebrovascular, sino una afección que provoca la inflamación global del cerebro. Y, si mejora dicha inflamación, pueden mejorar todos los síntomas que sufría el paciente.
Inicialmente, según el medio WKRN, Marr fue encontrado inconsciente el pasado 12 de diciembre en su domicilio. Posteriormente se le diagnosticó de ictus grave y se detectó una gran inflamación cerebral, temiendo que el daño fuese irreversible.
Sin embargo, el paciente empezó a mejorar tras retirarle la respiración asistida, por lo que tras ser reevaluado por parte del personal médico, su diagnóstico cambio al de encefalopatía reversible posterior o PRES. Dicha dolencia, en el 70% de los casos, tiene como causa un aumento extremo de la tensión arterial (al igual que ocurre con los ictus). Dicho pico puede alterar la barrera de los vasos sanguíneos y alterar el tejido cerebral, causando fugas y edema o hinchazón cerebral. En un ictus, el aumento de tensión arterial puede llegar o bien a destruir células de los vasos sanguíneos, o bien llegar a romper dichos vasos y causar graves hemorragias cerebrales.
Confundir un PRES con un ictus es bastante fácil. Los síntomas de esta dolencia implican dolor de cabeza, cambios en la visión e incluso llegar al coma, como también sucede en un ictus. Y precisamente los ictus son también más comunes que este síndrome, pudiendo verse apenas un caso por cada 100.000 visitas a urgencias. Por otro lado, en cuanto a las pruebas de imagen se refiere, realizar una tomografía computerizada o TC también puede inducir a error; las resonancias magnéticas o RM diagnostican mejor el PRESS el PRES, pero en muchos hospitales no es posible realizar tal prueba de urgencia, pudiendo dilatarse durante días, mientras el paciente ya está recibiendo tratamiento como si de un ictus se tratase.
Para tratar un PRES, hay que eliminar la causa del mismo, la cual suele ser la presión arterial elevada. Una vez se controle dicha presión arterial, poco a poco se reducen los síntomas. Así mismo, destaca el caso de algunos pacientes que sufren PRES por tomar fármacos inmunosupresores (como en el caso del SIDA o las enfermedades autoinmunes); en tales casos, el tratamiento es retirar estos fármacos de forma puntual o definitiva.
Qué es una muerte cerebral, y por qué no fue sucedió en este caso
Si bien es cierto que la familia de Marr llamó "milagro" a su recuperación, y que muchos medios locales llegaron a catalogar el caso de "casi muerte cerebral", la realidad es que se trató de un uso incorrecto del término que puede llevar a confusión: la muerte cerebral es una condición que implica daño cerebral irreversible, lo que implicaría que Marr no podría respirar por sí mismo, haciendo que la respiración artificial que usaba lo mantuviese con vida. Sin embargo, cuando se retiró dicha ventilación, continuó respirando, lo que destierra totalmente la posibilidad de muerte cerebral.
Y, aún así, Marr tuvo suerte: el PRES es reversible, pero no siempre inofensivo, y tiene sus complicaciones. Puede llevar al coma y la muerte si no se trata a tiempo, e incluso con tratamientos, es posible llegar a un desenlace fatal.
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