Es posible que la serotonina sea de las pocas hormonas que conocemos por su nombre. Su popularidad se debe a que siempre ha sido conocida como la hormona de la felicidad. Y es cierto. A pesar de considerar que este apodo es "poco científico", Pablo Barrecheguren (@pjbarrecheguren en Twitter), neurocientífico y divulgador, también reconoce que es "indiscutible su implicación en los estados de ánimo".
El triptófano es el aminoácido fundamental a la hora de elaborar la serotonina. Sin embargo, se trata de un aminoácido esencial, lo que significa que el cuerpo no lo produce y debe incorporarlo a través de la alimentación. Se encuentra presente en alimentos como el pollo, el huevo, las almendras, el plátano o el chocolate.
Las farmacéuticas han desarrollado suplementos alimenticios de triptófano siguiendo la siguiente lógica: cuanto más triptófano, más serotonina y, cuanta más cantidad de esta hormona haya en el cuerpo, mejor estado de ánimo.
Por un módico precio (cerca de 8 euros por 30 comprimidos) y sin la receta de un médico, los consumidores pueden acercarse a una farmacia y 'comprar un poco de felicidad'. Sin embargo, este producto no convence a los especialistas que advierten de que las emociones, por desgracia, son un poco más complicadas.
"No me parece oportuna su venta libre. No existen suficientes estudios científicos que animen a los clínicos a recomendarlo. Para ello deberían comparar sus efectos con un placebo y dejar claros los efectos secundarios. Estos suplementos tienen interacciones con los antidepresivos", explica Claudio Garay, miembro de la Sociedad de Psiquiatría de la Comunidad Valenciana, a EL ESPAÑOL.
Publicidad engañosa
El suplemento de triptófano más conocido es Triptomax. En el anuncio se puede ver a un hombre de dibujos animados que comienza el día de bajón (como la mayoría de los seres humanos). De repente, a golpe de pastilla, el hombre se siente mucho mejor y con ganas de bailar por la calle y de hacer carantoñas a los niños. Cualquiera diría que se había drogado, pero no, según el anuncio, le faltaba triptófano.
Garay asegura que la idea que venden es equivocada: "la publicidad de estos suplementos viene a decir que ciertos momentos de apatía o de tristeza no son normales. Parece más bien una caricatura de lo que realmente son las emociones, las cuales son más complejas y por tomar triptófano no van a cambiar". El psiquiatra añade que es muy difícil definir lo que es el buen humor o cómo medirlo. "De hecho, si se realizase algún estudio sobre esto, desconfiaría de él".
"En algunos estudios se ha observado que los pacientes con depresiones melancólicas y psicóticas tienen niveles bajos de triptófano. Sin embargo, la relación entre triptófano y depresión no parece muy contundente. Los estudios también son escasos en esta materia", explica Garay.
Pablo Barrecheguren, también desconfía de la imagen que da este producto en la televisión y en otros medios. "En la publicidad de estos suplementos parece que comes triptófano y te pones de buen humor. Sin embargo, con una dieta normal ya tienes todo el que necesitas y, por más que introduzcas en tu cuerpo, no vas a producir más serotonina. Sólo sirven para que te gastes el dinero".
Más triptófano no significa más serotonina
El neurocientífico lo explica de esta manera: imagina que tu cuerpo es una fábrica, el triptófano es acero y la serotonina es el producto final, por ejemplo, piezas de coche. Si tu fábrica sólo puede producir 10 piezas de coche al día, por más acero que le des no va a producir más de lo que acostumbra. "Es un concepto básico en biomedicina".
Además, aquí va un aspecto curioso sobre la serotonina: el 90% de la que existe en el cuerpo se encuentra en los intestinos. Mientras que en el cerebro tiene una función de neurotransmisor y se relaciona con el estado de ánimo, en estos conductos digestivos la serotonina favorece la motilidad gastrointestinal.
"Significa, básicamente, que mueve la porquería que hay dentro del intestino. Si este suplemento tuviese algún tipo de efecto se notaría en esa zona más que en el cerebro. Cuando recibe triptófano, el cuerpo no discrimina si va a enviarlo al cerebro o al intestino; lo reparte", aclara el neurocientífico.
Ahora bien, Barrecheguren afirma que, si la gente mejora su humor se debe, principalmente, al efecto placebo. "Estos suplementos, desde el punto de vista teórico de la biomedicina, no funcionan. Si se basan en el efecto placebo, te daría exactamente igual que estas pastillas fuesen de azúcar".
Mejor un especialista que un suplemento
El problema de estos suplementos alimenticios es que se venden sin receta médica y de forma libre. El cliente que se siente apático acude a la farmacia buscando Triptomax pero, en realidad, no sabe si se siente así por la falta de triptófano (probablemente no) o por otra razón (probablemente sí). "Si una persona considera que su estado anímico es un problema, debería consultarlo con un médico o con un psicólogo. Es un peligro confiar en estos suplementos y evitar la ayuda profesional", aconseja Barrecheguren.
Claudio Garay explica que diagnosticar una depresión es una tarea que está muy estandarizada y que realizan profesionales sanitarios. "Para establecer una depresión los psiquiatras debemos encontrar pruebas suficientes de ello. El sentimiento de tristeza debe de contar con, al menos, dos semanas en las que debe estar presente durante todos los días y la mayor parte de la jornada". Además, se deben de percibir problemas para conciliar el sueño y para descansar apropiadamente, ideas de muerte e incapacidad para percibir placer, entre otros síntomas.
En definitiva, los expertos señalan que las sensaciones de abatimiento y apatía son emociones completamente normales y, si alguien sospecha que esos sentimientos pueden ser algo más, debe consultar a un profesional sanitario.
Garay aconseja: "El médico de atención primaria puede derivar a quienes presenten estos síntomas a un psiquiatra. La depresión es una de las afecciones que causa más discapacidad en el día a día y muchas personas que la padecen no van a la consulta del psiquiatra porque la interpretan como una debilidad. La verdad es que vale la pena tratarla".
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