Aunque las medicaciones más comúnmente asociadas con el Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) suelen ser los derivados de las anfetaminas, como el Concerta en España o el Ritalin en Estados Unidos, no siempre son el tratamiento más eficaz. En tales casos se requieren fármacos alternativos, como los antipsicóticos.
Esto se empezaron a usar en niños y adolescentes para tratar trastornos como la esquizofrenia en la infancia, pero han demostrado ser una buena opción contra el TDAH cuando la primera línea de tratamiento fracasa. Sin embargo, no dejan de tener efectos secundarios, y un trabajo publicado en JAMA Psychiatry sugiere que debería tenerse en cuenta uno más: aumento de peso en forma de grasa corporal, y mayor riesgo de diabetes que esto conlleva.
Según las conclusiones del equipo de Ginger E. Nicol y sus colegas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis, los antipsicóticos han demostrado ser de gran utilidad en los trastornos del comportamiento como el TDAH, pero en tan solo 12 semanas serían capaces de aumentar hasta un 46.5% la tasa de sobrepeso y obesidad entre los niños y adolescentes a los que les han sido recetados.
Para llegar a tal conclusión, los investigadores analizaron a 144 menores de entre 6 y 18 años del área de St. Louis que recibían tratamiento con antipsicóticos por trastornos de conducta. Los chavales fueron seleccionados al azar, y todos tomaban alguno de los siguientes fármacos: aripiprazol, olanzapina o risperidona. Gracias al uso de escáneres DEXA, los investigadores midieron la grasa corporal total de todos los pacientes antes de que recibiesen estos fármacos.
Las mediciones se repitieron a las seis y doce semanas transcurridas, momento en el que concluyó el estudio. También se midió su grasa subcutánea y grasa visceral (o abdominal) mediante resonancia magnética antes y después del estudio, ambos factores conocidos de riesgo de diabetes, aumento de presión arterial y enfermedades cardiovasculares en general. Finalmente, también se midió la sensibilidad a la insulina de los jóvenes al inicio y final del trabajo.
Según los datos recogidos inicialmente alrededor del 30% de los participantes sufrían sobrepeso u obesidad, un porcentaje similar a la población general de la zona estudiada. Sin embargo, doce semanas después, esta tasa había aumentado hasta un 46.5%, lo que significa que en lugar de tener cerca de uno de cada tres niños con sobrepeso, ya eran prácticamente uno de cada dos.
De forma particular, la olanzapina fue el antipsicótico que mayor incremento de grasa corporal producía de los tres. Además, se detectó que el aumento de peso era mitad grasa y mitad agua, por lo que también se producía retención de líquido.
Los estimulantes no contrarrestan los efectos
Por otro lado, los investigadores también detectaron que se producía una ganancia de grasa corporal y un aumento de la resistencia la insulina, un factor de riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. Esto ocurrió independientemente de que los menores tomaran también fármacos estimulantes, los cuales suelen hacer perder peso e incluso disminuir el crecimiento del niño a largo plazo.
Por tanto, según los investigadores, a pesar de que los fármacos antipsicóticos han demostrado un gran potencial para modular los trastornos del comportamiento, sería necesario pautarlos siempre de forma informada, incluyendo todos los riesgos junto a los beneficios potenciales, para que los padres de estos niños puedan decidir con todos los datos en la mano.