Los 30 años son una época de cambios. Con la llegada de la madurez muchas personas también comienzan a notar un cambio físico. Eso incluye un cambio del color del pelo permanente y siempre hacia el mismo color: el gris. Las canas son el resultado de un proceso biológico de nuestro cuerpo. Culturamente, los cabellos encanecidos han simbolizado la sabiduría que solo puede conceder el paso del tiempo, pero desde el punto de vista estético, hay a quienes les gusta y a quienes no. Unos tratan de lucirlo y otros buscan esconder estos mechones.
Existe incluso una regla en relación a esta alteración, la del pulgar, que estipula que a los 50 años, la mitad de la población habrá perdido el color del 50% de su cabello. Cuando los investigadores pusieron a prueba esta regla, encontraron que el 74% de las personas de entre 45 y 65 años tenían el cabello gris, con una intensidad promedio del 27%. En general, los hombres tienen más canas que las mujeres. Y los asiáticos y los africanos tienen menos que los europeos.
¿Qué determina el color del cabello?
Antes de conocer a qué se debe que nuestro pelo se vuelva con el paso del tiempo ceniciento, es importante conocer cómo surgen los diferentes tonos de pelo. El cuero cabelludo promedio posee entre 100 mil y 150 mil cabellos. La probabilidad de que se vuelva gris incrementa entre 10% y 20% cada década después de los 30 años. Según los científicos, las canas grises son el resultado de una disminución de pigmento, mientras que el cabello blanco se produce por una ausencia de él.
Inicialmente, todo cabello es blanco. Obtiene su color natural de un pigmento denominado melanina. El color del pelo es producido por células conocidas como melanocitos, que migran hacia el bulbo capilar a medida que los folículos pilosos se desarrollan en el útero. Los melanocitos producen pigmentos que se incorporan a las fibras del cabello en crecimiento para producir cabellos en una sorprendente variedad de tonos naturales.
Que seamos rubios, morenos, castaños o pelirrojos depende de la presencia y las proporciones de dos grupos de melaninas: eumelaninas (pigmentos marrones y negros) y feomelaninas (pigmentos rojos y amarillos). Si bien las variaciones en la proporción de estos pigmentos pueden producir una gran cantidad de colores y tonos, los cabellos entre parientes guardan a menudo una correlación genética sorprendentemente similar.
No todo el vello que tenemos en el cuerpo tiene el mismo color, sin embargo. Dependiendo de su lugar tiene un tono u otro. Las pestañas, por ejemplo, son más oscuras porque contienen altos niveles de eumalanina. El pelo del cuero cabelludo suele ser más claro que el vello púbico, que a menudo tiene un tinte rojo, debido a la presencia de más pigmentos de feomelanina. Este tono rojizo también es común en el vello de la axila y la barba, incluso en personas con cabello esencialmente castaño en la cabeza.
Las hormonas, como la estimulante de los melanocitos, pueden oscurecer el cabello claro, al igual que los niveles altos de estrógeno y progesterona que se producen durante el embarazo. También los medicamentos influyen en el color del pelo. Algunos como el de prevención de malaria pueden aclarar el cabello y otros como los recetados durante la epilepsia pueden oscurecerlo. Los niños tienden a ver cómo se oscurece su pelo alrededor de los siete u ocho años. El mecanismo para esto es desconocido, aunque es probable que no esté relacionado con las hormonas, ya que el oscurecimiento precede a la pubertad por varios años.
La proteína MTF, responsable del color gris
El último informe publicado en la revista PLOS Biology, y llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Alabama en Birmingham, han descubierto la que podría ser la respuesta definitiva a por qué el cabello se vuelva gris. Los expertos analizaron el pelaje de un grupo de ratones teniendo en cuenta una proteína llamada MITF, que controla los genes (tenemos aproximadamente unos 24 implicados en el desarrollo del color) para crear el pigmento implicado en la coloración capilar. Observaron que los ratones con niveles más bajos de esta proteína terminaron perdiendo melanocitos y, por lo tanto, desarrollaron más pelaje gris.
La autora principal del estudio, Melissa Harris, profesora en el Departamento de Biología de la Facultad de Artes y Ciencias de la UAB, asegura que este mismo mecanismo funciona en los seres humanos. "Tal vez, en una persona que es sana pero predispuesta a tener canas, si padece cualquier tipo de infección viral crónica a lo largo de su vida, eso sea suficiente para que ello cause una disminución importante de melanocitos. Y por ello, pueden desarrollan más cabellos grises de forma prematura", concluye. Sin embargo, el proverbio que atribuye al estrés la facultad de broten las canas es uno de esos mitos que todavía no han sido probados satisfactoriamente".
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