El ácido acetilsalicílico, más conocido por su nombre comercial "Aspirina", es uno de los fármacos más estudiados y usados en todo el mundo en el momento actual. Inicialmente su principal uso se basaba en sus efectos antiinflamatorios, es decir, un uso similar al ibuprofeno y sus derivados contra dolores de origen múltiple. Sin embargo, pronto se descubrió que la toma de aspirina a bajas dosis (desde 100 mg hasta 300 mg) tiene un efecto protector y preventivo en aquellos individuos que ya han sufrido un accidente cerebrovascular o un ataque al corazón, ya que la aspirina tiene un potencial antiagregante y evitaría la formación de nuevos trombos sanguíneos.
De hecho, durante años se aconsejaba el uso de aspirina incluso en individuos sanos que no habían sufrido ningún evento cardiovascular o cerebrovascular, pero que sí tenían riesgo de ello. Estudios recientes han desmentido la necesidad de dicha toma: la aspirina en personas sanas no alarga la vida. Por tanto, dicho consejo es erróneo.
Como cualquier fármaco, la aspirina tiene efectos secundarios, y uno de los más conocidos es el aumento de riesgo de sufrir lesiones gastrointestinales e incluso úlceras de estómago o hemorragias gastrointestinales, sobre todo en el caso de necesitar tomarla a diario. Por si esto fuese poco, un nuevo meta-análisis ha rizado el rizo: tomar aspirina y, además, sufrir una infección por Helicobacter pylori aumentaría hasta 2,5 veces el riesgo de sufrir una hemorragia gastrointestinal
Más del doble de hemorragias estomacales
Aunque el efecto antiagregante de la aspirina es precisamente el que le otorga su potencial protector contra nuevos ictus o infartos, también se trata de un arma de doble filo, pues aumenta el riesgo de sangrado general y de sangrado gastrointestinal en particular. De hecho, cada vez se registran más casos de hemorragia gastrointestinal secundaria a la toma de aspirina, dado que el uso de este fármaco de forma diaria también ha ido en aumento.
Por su parte, la bacteria Helicobacter pylori es una de las infecciones más comunes del mundo, dado que reside en el 50% de los tractos gastrointestinales superiores de la población mundial. Desde la década de 1980 se sabe que existe una relación directa entre la infección por H. pylori y el riesgo de úlcera gástrica, siempre y cuando existan síntomas asociados, pues también se sabe que la mayoría de personas infectadas ni desarrollan síntomas ni sufren úlceras. Lo que se sabe es que, si hay síntomas y se detecta la bacteria, el riesgo de úlcera es mayor que si no está.
Ahora, el nuevo estudio publicado en The Medical Journal of Australia relaciona ambos factores de riesgo: tanto la aspirina a bajas dosis de forma diaria, como la bacteria Helicobacter pylori aumentan el riesgo de úlcera y de hemorragia gástrica secundaria. Pero, si ambos factores se encuentran juntos en un mismo individuo, el riesgo aumenta hasta dos veces y media.
En esta revisión sistémica, donde se analizaron hasta 7.599 estudios, pero tan solo siete cumplían los requisitos adecuados, se llegó a confirmar por un lado que la bacteria H. pylori aumenta significativamente la probabilidad de sufrir una hemorragia digestiva por sí sola. Pero, si se produce en alguien que ya toma aspirina de forma diaria por el motivo que sea, dicha probabilidad se dispara. Sin embargo, no se ha podido desgranar la naturaleza de la combinación: no se sabe a ciencia cierta por qué ambos factores se potencian.
Aún así, los autores del estudio sospechan que no se produce una sinergia -potenciación-, sino un antagonismo: la infección por H. pylori aumenta la producción de unas sustancias llamadas prostaglandinas en la mucosa intestinal, y la aspirina hace justo lo contrario.