Más de cincuenta años después de que la talidomida dejara de recetarse legalmente a las embarazadas en España, el fármaco, que en su día produjo miles de abortos y nacimientos de bebés con malformaciones en todo el mundo, vuelve a ser noticia.
Lo es por el estudio que acaba de publicar en eLife un equipo de investigadores del Instituto del Cáncer Dana-Farber, situado en EEUU. En él, demuestran cuáles pudieron ser las causas biológicas que condujeron a la catástrofe, más allá de las incorrecciones burocráticas que también tuvieron lugar.
La talidomida fue sintetizada por primera vez en 1954, en una pequeña compañía farmacéutica alemana. Los primeros ensayos con modelos animales no mostraron ni rastro de toxicidad, ni siquiera a dosis elevadas. Por eso, dos años más tarde comenzó a probarse en humanos, con fines sedantes.
Poco después, también se demostró que daba buenos resultados como calmante de las náuseas matutinas de las embarazadas. Su comercialización se extendió por todo el mundo, pero lo hizo demasiado deprisa, como quiso hacer ver en EEUU la revisora de la FDA -el organismo que regula los fármacos en el país- Frances Oldham Kelsey, que se negó a aprobar el fármaco hasta que se llevaran a cabo más ensayos.
Esto precisamente libró el país americano de la catástrofe, que comenzó cuando muchas de aquellas embarazadas que habían tomado la talidomida empezaron a abortar. Otras lograban llevar sus embarazos a término, pero en muchas ocasiones los recién nacidos sufrían malformaciones como la focomelia, caracterizada por el tamaño reducido o la carencia de las extremidades.
Incluso se dieron algunos casos cuando era el padre el que había consumido el fármaco como sedante, posiblemente por malformaciones en los espermatozoides.
Estos sucesos provocaron que los más de veinte países en los que ya se había comercializado comenzaran a retirarlo de las farmacias, unos antes que otros. España fue de los últimos en hacerlo, en 1963.
Desde ese momento, se culpó a la falta de ensayos clínicos suficientes por los efectos inesperados que produjo el fármaco, pero la razón biológica no terminaba de estar clara.
Ahora, estos investigadores del Instituto Dana Farber han descubierto que la talidomida descompone la proteína SALL4, implicada en la formación de tejidos y órganos durante el estado embrionario. Se conoce que las mutaciones en el gen que codifica para esta proteína pueden desencadenar el síndrome de Duane-Radial Ray, caracterizado por la aparición de anomalías óseas en los brazos y las manos, por lo que concordaría con los síntomas de los afectados por la talidomida.
En busca de una nueva aplicación
La talidomida cayó en el olvido como fármaco sedante o para tratar las náuseas, pero con el tiempo se le han descubierto otras aplicaciones médicas de interés.
Por ejemplo, a día de hoy se utiliza para tratar la lepra. Además, también se ha estudiado su uso para fortalecer el sistema inmunitario frente a las células cancerosas en pacientes recién diagnosticados con mieloma múltiple.
Ahora, gracias a este último descubrimiento, los investigadores podrán estudiar más a fondo sus nuevas aplicaciones, ya que han comprobado que distintas drogas de la familia de la talidomida degradan distintas proteínas, por lo que se podría obtener un fármaco final que se centre en proteínas cuya destrucción pueda ser beneficiosa para la salud. Conocer a fondo al enemigo puede convertirlo en nuestro amigo y eso, en medicina, es mucho más que un simple refrán.