Cuando ocurre una parada cardiorrespiratoria, el tiempo es crucial y suele jugar en contra del observador. No siempre habrá un profesional sanitario o alguien con el entrenamiento y la experiencia para aplicar efectivamente las maniobras de RCP o reanimación cardiopulmonar. Así, si algún día somos nosotros quienes nos encontramos con la vida de otro entre nuestras manos, recordar ciertas pautas nos ayudará a mantener la cabeza fría y hacer lo correcto.
Aunque las recomendaciones para el proceso se han ido simplificando cada vez más para que cualquiera pueda iniciarlo en caso necesario, las sucesivas actualizaciones en ocasiones complican las cosas. Por ello, hoy repasaremos la técnica tal y cómo se describía en 2015, y las modificaciones vigentes desde 2017.
No hay que esperar ni un minuto
En una reanimación cardiopulmonar básica existen dos pilares fundamentales: las compresiones cardíacas, necesarias para mantener el flujo sanguíneo; y las respiraciones boca a boca, necesarias para mantener el flujo de oxígeno pulmonar.
Iniciar el proceso lo más rápido posible es crucial, ya que se ha demostrado que, a mayor tiempo de espera o retraso en iniciarlo, más riesgo de complicaciones neurológicas y riesgo de muerte existe. Por cada minuto que pasa sin RCP, las posibilidades de sobrevivir disminuyen un 10%. Asimismo, tras el paso de 4 minutos sin una oxigenación correcta, se inicia el daño cerebral y las complicaciones sobrevenidas.
Entre las causas más típicas de parada cardiorrespiratoria en los adultos destacan los problemas cardíacos -arritmias, infarto cardíaco, insuficiencia cardíaca descompensada-, infecciones sistémicas o sangrados excesivos, accidentes cerebrovasculares (ictus), ahogamientos o sobredosis por drogas. Aunque en gran parte de las ocasiones existen algunos síntomas previos a la parada, como dificultad para respirar o sensación de mareo, en otras se produce "sin previo aviso".
Antes de iniciar la reanimación cardiopulmonar se debe comprobar el estado del individuo en cuestión: consciencia, pulso y respiración. Para ello inicialmente se sacude a la persona, comprobando si está consciente o no. Seguidamente, si no hay respuesta, se comprobará el pulso -palpando la arteria carótida, al lado derecho o izquierdo del cuello-, y finalmente se comprobará la respiración posando el oído cercano a la boca del individuo. Si no hay consciencia, pulso ni respiración, es hora de iniciar la reanimación cardiopulmonar.
Aunque en las recomendaciones de la American Heart Association y la European Reanimation Council de 2015 se hacía hincapié en pedir ayuda -gritando o llamando por teléfono a Emergencias, 112 en España- y posteriormente iniciar la RCP, en la nueva actualización de las guías de 2017 esto ha cambiado: ahora debe iniciarse directamente la reanimación cardiopulmonar e intentar llamar posteriormente, mediante el modo manos libres del teléfono móvil por ejemplo.
Asimismo, en anteriores guías se aconsejaba iniciar la reanimación cardiopulmonar mediante las respiraciones, en la actualidad prima el inicio de las compresiones cardíacas, en un orden de 30:2. Para ello, se colocará la base de una mano sobre el esternón, justo en la zona media entre la boca del estómago y el inicio del cuello; la segunda mano se colocará sobre la primera, y la presión provendrá del talón de la mano. Los brazos deben estar completamente estirados y se debe descargar todo el peso propio sobre el individuo para realizar las compresiones cardíacas.
El ritmo de las compresiones será alrededor de 100-120 compresiones por minuto, siempre alternando 30 compresiones con 2 respiraciones; la profundidad de las compresiones debe ser equivalente a unos 5 cm. Si por alguna razón no se puede o no se sabe realizar las respiraciones correctamente, se continuará con las compresiones sin parar.
Para realizar las respiraciones, se inclinará levemente la barbilla y la cabeza, la denominada maniobra frente-mentón, dejando libre la vía aérea. Es importante visualizar que exista movimiento en el pecho, ya que implica que entra correctamente el aire.
Por tanto, el proceso simplificado sería el siguiente:
- Valorar la consciencia, pulso y respiración del individuo.
- Iniciar las compresiones cardíacas, hasta 30 compresiones, presionando hasta 5 cm en el centro del pecho, mientras se intenta llamar a emergencias.
- Continuar con las respiraciones boca-a-boca, 2 respiraciones por cada 30 compresiones cardíacas.
- Repetir el proceso hasta recibir ayuda o instrucciones del servicio de emergencia vía telefónica.Si la persona vuelve a respirar, se debe colocar en posición lateral o posición de seguridad, comprobando repetidamente que existe una buena respiración, hasta que llegue la ayuda.
Qué no hacer en una reanimación cardiopulmonar
Cuando exista una respiración normal, aunque dificultosa, jamás debe iniciarse una reanimación cardiopulmonar. Por otro lado, si se tienen dudas acerca del pulso cardíaco, se debe avisar directamente a emergencias o bien acudir a un centro sanitario para recibir ayuda. Solo en caso de inconsciencia y falta de respiración deberían iniciarse las maniobras de reanimación.
Finalmente, dado que de forma progresiva se están instalando en diversos puntos del país los llamados DEA o desfibriladores externos automáticos, si existen dos personas para prestar ayuda en la RCP, una de ellas debe iniciar las compresiones mientras que la otra pone ambas pegatinas en el pecho del individuo que se encuentra en parada cardiorrespiratoria.
Estos dispositivos son automáticos y capaces de analizar el ritmo, por lo que en caso de ser necesaria una descarga, el mismo dispositivo avisará de la necesidad de apartarse del individuo en parada y efectuará la descarga si es necesario. El mismo dispositivo indica cómo deben colocarse las pegatinas, por lo que no hay que hacer nada más que seguir las instrucciones.